La decisión de los talibanes de cerrar las escuelas secundarias en Afganistán "suscita dudas" sobre su determinación de cumplir sus promesas y sigue siendo un obstáculo importante para su reconocimiento internacional, declaró el jueves un alto funcionario europeo.
A finales de marzo, los talibanes cerraron las puertas de las escuelas y los colegios secundarios a las niñas, apenas unas horas después de su reapertura anunciada desde hace mucho tiempo.
Este giro, ordenado por el líder supremo del movimiento y del país, Hibatullah Akhundzada, provocó la indignación de la comunidad internacional.
Los talibanes, en el poder desde agosto, no propusieron una nueva fecha para la reapertura de las escuelas.
El enviado especial de la Unión Europea en Afganistán, Tomas Niklasson, estimó el jueves que este cambio de actitud "suscita dudas sobre la credibilidad de sus promesas y sobre su fiabilidad como socio".
"Parece ser un gobierno que no escucha a su pueblo", dijo a la AFP después de una visita de cinco días a Kabul.
"Lo que las mujeres piden no es que les digan cómo vestirse, sino cómo alimentar a sus familias, cómo ir a la escuela, cómo acceder al sistema de salud, cómo encontrar trabajo", añadió.
La comunidad internacional vincula la ayuda humanitaria y financiera que Afganistán necesita desesperadamente al respeto de los derechos humanos por parte de los talibanes, en particular de las mujeres, respecto a la educación y al trabajo.
"Si las escuelas del país se abrieran relativamente pronto en todos los niveles para niños y niñas, sería un avance muy positivo", destacó Niklasson.
Significaría "un cambio radical" que, si se acompaña de garantías sobre el respeto de los derechos de las minorías y de las mujeres, ayudaría a la causa de los talibanes en su búsqueda de reconocimiento internacional, declaró.
Ningún país ha reconocido aún el nuevo régimen afgano.
Por el momento, la UE lamenta que la tendencia en Afganistán sea hacia "un retroceso y una regresión en varios sectores".
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