El cambio climático y la actividad del hombre matan al lago Sawa en Irak

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Un letrero que dice "Prohibido pescar" a las puertas del desierto iraquí es el único indicio de la presencia del lago Sawa, que debido a la actividad humana y al cambio climático quedó reducido a un páramo estéril.

Las ruinas de las infraestructuras hoteleras recuerdan que en la década de 1990 este lago salado y sus playas era un destino popular para recién casados y familias que acudían a nadar y disfrutar de un pícnic en la ribera.

Pero hoy el lago cercano a la ciudad de Samawa, al sur de Bagdad, está totalmente seco.

Las botellas vacías y los restos de plástico se acumulan en la cuenca, junto a arbustos quemados por el sol y los pontones suspendidos, que alguna vez llevaron a las aguas, se llenaron de óxido.

"Este año por primera vez, el lago desapareció", se lamentó el activista medioambiental Husam Subhi. "En los años precedentes la superficie de agua disminuyó durante las estaciones secas", explicó.

Actualmente sólo queda un estanque mínimo donde nadan algunos peces. Esta poza está conectada con las aguas subterráneas.

El desecamiento del lago que llegó a tener 5 km2 empezó a constatarse desde 2014, indicó Yusef Jabar, director del Departamento de Medioambiente de la provincia de Muthana.

Para Jabar las causas son el "cambio climático y el alza de las temperaturas", pero también señala que hay más de mil pozos cavados de forma ilegal en los alrededores para uso agrícola.

- "Especies vulnerables" -

En un comunicado difundido la semana pasada, el gobierno también señaló que hay plantas de cemento y de sal en las áreas circundantes que "han drenado significativamente las aguas subterráneas que alimentan al lado".

Para revivir el lago Sawa sería necesario un milagro.

La recuperación de este acuífero requiere dejar de extraer agua y varias temporadas de lluvias abundantes en Irak, que lleva tres años en sequía y es uno de los cinco países del mundo más afectados por el cambio climático.

Aunque se dieran todas estas condiciones "sería difícil que el lago volviera a su estado original", admitió Jabar.

Desde 2014, esta zona está protegida por la Convención de Ramsar para los humedales y la pesca fue prohibida.

"El lago se asienta sobre roca caliza y está aislado por barreras de yeso, lo que hace que sus aguas sean únicas. Su composición química es única", indica el portal de esta organización de conservación.

Este acuífero es una parada para las aves migratorias y antiguamente albergó a varias especies vulnerables, como el águila imperial, la avutarda hubara o la cerceta pardilla.

Este lago no es el único acuífero de Irak amenazado por la sequía.

En las redes sociales es habitual ver fotografías de zonas con el suelo agrietado por la falta de agua, como los pantanos mesopotámicos de Howeiza, inscritos como patrimonio de la Unesco o el lago Razaza en Kerbala.

- "Murió ante mis ojos" -

En Sawa, una aguda disminución de las lluvias, que ahora son a un 30% del nivel que era normal para esta zona, ha lastrado las aguas subterráneas, que a su vez son drenadas por los pozos, explicó Aoun Dhiab, alto consejero del ministerio iraquí de Recursos Hídricos.

Además, el alza de las temperaturas acentuó el fenómeno de evaporación, añadió.

El funcionario destacó que las autoridades prohibieron la perforación de nuevos pozos y tienen una campaña para cerrar las excavaciones ilegales.

Latif Dibes nació en Samawa y divide su tiempo entre esta localidad iraquí y su país de adopción, Suecia.

Este antiguo instructor de conducción limpió las riberas del Eúfrates y ha convertido el jardín de su casa en un parque.

"Si las autoridades se hubieran interesado en este tema, el lago no hubiese desaparecido a esta velocidad. Es increíble", se lamentó recordando las excursiones escolares y el tiempo pasado en este lugar durante su infancia.

"Yo tengo 60 años y crecí con este lago. Pensé que yo desaparecería antes que él, pero desgraciadamente murió ante mis ojos", contó.

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