Por Pavel Polityuk y James Mackenzie
KIEV/JÁRKOV, 20 abr (Reuters) -Rusia dio a los combatientes ucranianos que aún resisten en Mariúpol un nuevo ultimátum para que se rindan el miércoles, en su afán por lograr una victoria decisiva en su nueva ofensiva en el este de Ucrania, mientras Occidente prometía más ayuda militar a Kiev.
Miles de tropas rusas respaldadas por la artillería y lanzamientos de misiles avanzaban en lo que las autoridades ucranianas han llamado la "batalla del Dombás", un nuevo intento de Moscú de apoderarse de dos provincias del este que reclama en nombre de los separatistas.
La invasión rusa, de casi ocho semanas de duración, no ha logrado capturar ninguna de las ciudades más grandes de Ucrania.
Moscú se vio obligado a retirarse del norte de Ucrania tras sufrir el rechazo de su asalto a Kiev el mes pasado, pero ha vuelto a enviar tropas para un asalto al este que comenzó esta semana.
Sin embargo, el mayor ataque a un Estado europeo desde 1945 ha forzado a casi 5 millones de personas a huir al extranjero y ha reducido numerosas ciudades a escombros.
En las ruinas de Mariúpol, escenario de los combates más intensos y de la peor catástrofe humanitaria de la guerra hasta el momento, Rusia estaba atacando con bombas de fragmentación el último gran bastión ucraniano, la planta siderúrgica de Azovstal, según informó Kiev. Ucrania afirma que cientos de civiles se refugian bajo la fábrica.
"El mundo observa el asesinato de niños por internet y permanece en silencio", escribió el asesor presidencial ucraniano Mijailo Podolyak en la red social Twitter.
Rusia ha intentado hacerse con el control total de Mariúpol desde el comienzo de la guerra. Su captura sería un enorme triunfo estratégico, ya que uniría el territorio en manos de los separatistas prorrusos en el este de Ucrania con la región de Crimea, que Moscú se anexionó en 2014.
Pero ni un solo soldado ucraniano había depuesto las armas después de que el martes expirara el ultimátum de rendición, según el Ministerio de Defensa ruso.
El ministerio anunció un nuevo plazo hasta las 14:00 horas del miércoles (1100GMT) para que los defensores depongan las armas.
Ucrania ha prometido no rendirse nunca en Mariúpol y su Estado Mayor dijo que los combates continuaban en la planta.
Ucrania anunció el miércoles sus planes de enviar 90 autobuses para evacuar a 6.000 civiles de Mariúpol, afirmando que había alcanzado un "acuerdo preliminar" con Rusia sobre un corredor seguro, el anuncio más destacado de un plan de este tipo desde hace semanas. Moscú ha bloqueado todos los convoyes anteriores a Mariúpol, incluido uno enviado por la Cruz Roja a finales de marzo.
Los civiles sólo han podido escapar a otras partes de Ucrania en sus propios vehículos, mientras que decenas de miles han sido trasladados en autobús a Rusia en lo que Moscú llama evacuación humanitaria y Kiev califica de deportación forzosa ilegal.
Mariúpol, que en su día fue un próspero puerto de 400.000 habitantes, se ha convertido en un páramo arrasado, con cadáveres en las calles y residentes confinados en los sótanos. Las autoridades ucranianas afirman que decenas de miles de civiles han muerto allí.
LA BATALLA DEL DOMBÁS
La batalla por la región del Dombás podría ser decisiva, ya que Rusia busca una victoria que justifique la invasión del presidente Vladimir Putin el 24 de febrero.
La inteligencia militar británica dijo que los combates en la región del Dombás se están intensificando, a medida que las fuerzas rusas intentan atravesar las líneas ucranianas e interrumpir sus refuerzos y que Rusia seguía acumulando fuerzas en la frontera oriental de Ucrania.
Moscú espera que su ventaja en la potencia de fuego le dé más éxito contra los defensores ucranianos que en la fallida campaña contra Kiev, cuando sus líneas de suministro sobrecargadas fueron atacadas por ágiles unidades pequeñas. Kiev ha atacado recientemente las líneas de suministro rusas cerca de la ciudad oriental de Járkov.
Las fuerzas rusas capturaron el martes Kreminna, una ciudad de primera línea de 18.000 habitantes, y el Estado Mayor de Ucrania dijo que las fuerzas rusas habían intentado una ofensiva cerca de Járkov, la segunda ciudad más grande del país.
En Járkov, donde al menos cuatro personas murieron el martes en un ataque con misiles, el cuerpo de un anciano yacía boca abajo cerca de un parque, con un reguero de sangre que fluía hasta la cuneta.
"Trabajaba en seguridad no muy lejos de aquí", dijo a Reuters un residente llamado Maksym. "El bombardeo comenzó y todo el mundo huyó. Entonces vinimos aquí, el viejo ya estaba muerto".
Charles Michel, jefe del Consejo Europeo que agrupa a los 27 Estados miembros de la UE, llegó a Kiev como el último representante europeo en visitar y mostrar su apoyo.
La Casa Blanca dijo que se están preparando nuevas sanciones, y se espera que el presidente estadounidense, Joe Biden, anuncie en los próximos días un nuevo paquete de ayuda militar del mismo tamaño que el de la semana pasada, de 800 millones de dólares, según dijeron varias fuentes a Reuters.
Estados Unidos, Canadá y Reino Unido dijeron que enviarán más armamento de artillería a Ucrania, mientras que Noruega dijo que ha enviado al país 100 misiles antiaéreos Mistral.
Rusia ha negado haber utilizado armas prohibidas o haber atacado a civiles y afirma, sin pruebas, que los indicios de atrocidades fueron escenificados.
Un vídeo difundido por el batallón ucraniano Azov muestra a personas que viven en la red subterránea bajo la extensa planta siderúrgica de Mariúpol, donde dicen que cientos de mujeres, niños y ancianos se refugian con suministros cada vez más escasos.
"Hemos perdido nuestro hogar, hemos perdido nuestro medio de vida. Queremos llevar una vida normal y pacífica. Queremos salir de aquí", dice una mujer no identificada en el vídeo.
"Hay muchos niños aquí, tienen hambre. Sáquennos de aquí, se lo rogamos. Ya hemos llorado todas las lágrimas que teníamos. No podemos llorar más", añade.
Reuters no pudo verificar de forma independiente dónde o cuándo se grabó el vídeo.
(Reporte de periodistas de Reuters; redacción de Costas Pitas, Robert Birsel y Lincoln Feast; edición de Himani Sarkar y Philippa Fletcher; traducido por José Muñoz y Darío Fernández)