A principios de los años 80, David Bowie tampoco pudo resistirse a los pecaminosos encantos de Bangkok y fue llevado al "SuperStar" gogó bar por una tailandesa ligeramente vestida. En el vídeo de su canción "Ricochet", perteneciente a la gira "Serious Moonlight", se ve cómo el entonces joven músico británico observa a las bailarinas que se contornean lascivamente en la barra de pole dance. Las imágenes se rodaron en Patpong, uno de los barrios rojos más famosos del mundo. En aquella época, los callejones de la zona eran la meca de noctámbulos y turistas sexuales que acudían al rincón más desacreditado de la capital tailandesa en busca de placeres sensuales. Patpong también sufrió las consecuencias de la pandemia del coronavirus, pero desde hace unas semanas, los carteles de neón de "French Kiss" a "Barbar Fetish Club" volvieron a iluminar las calles por la noche. Sin embargo, apenas se ven turistas. Algunos de los establecimientos más famosos, como el SuperStar de Bowie o el histórico "Madrid Bar", no lograron sobrevivir al virus. "Las luces brillantes de Patpong se van apagando poco a poco, muchos bares y clubes ya no pueden mantenerse a flote", reportaba hace un año el periódico Bangkok Post. Pese a ello, el austriaco Michael Messner cree que "para Patpong, la pandemia es una gran oportunidad para reinventarse". Messner es hijo del conocido artista vienés Ernst Fuchs (1930-2015) y un veterano de Bangkok. Messner fue dueño de varios bares en el barrio y en 2019 abrió el Museo de Patpong, que cuenta la historia de este distrito de entretenimiento en Bangkok. Plátanos en lugar de pechos Todo aquí empezó con una plantación de plátanos y no con chicas con los pechos descubiertos. El inmigrante chino Poon Pat, ennoblecido por el rey en 1930 y quien a partir de ese momento comenzó a llevar el nombre de Luang Patpongpanich, compró el terreno sin cultivar en 1946 por solo 3.000 dólares. Aún hoy, la familia sigue siendo propietaria de las tierras. El hijo de Luang, Udom, estudió en Estados Unidos y mantuvo contactos con la organización predecesora de la actual Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. Tras su regreso a Tailandia y con la ayuda de contactos estadounidenses, Udom desarrolló un distrito comercial en la década de 1950, en el cual se instalaron empresas extranjeras. No en vano el barrio de Silom, donde se encuentra Patpong, sigue siendo apodado "el Wall Street de Bangkok". Entre los primeros inquilinos de la zona se encuentran IBM y Shell, así como la agencia de noticias UPI y la compañía aérea Civil Air Transport (posteriormente Air America), gestionada por las agencias de inteligencia estadounidenses. Más tarde, a raíz de la guerra de Vietnam, llegan a Bangkok centenares de soldados estadounidenses. Desde allí se coordinan las operaciones secretas en Laos y Camboya contra el Frente Nacional de Liberación de Vietnam, conocido como Viet Cong. Cazadores de fortuna y bares gogó Patpong comienza a ser un centro para pilotos, agentes de inteligencia, oficiales y periodistas. Para su diversión se abren bares y clubes de música, como el "Madrid Bar" y el legendario club de soul "Mississippi Queen". "Aventureros y personalidades rutilantes" eran habituales en Patpong en aquella época, cuenta Messner. En 1969 surge una de las mayores sensaciones de los "Días de Oro" del Patpong: el "Gran Prix Bar", fundado por el ex soldado estadounidense Rick Menard. Según el empresario austriaco, ese fue el nacimiento de este tipo de bares en Asia. "La esencia de Patpong eran los bares gogó, donde los clientes podían beber cócteles y disfrutar de una diversión no apta para menores, todo bajo un mismo techo", destaca el sitio web del museo. La mezcla de vicio, "ladyboys" -como se denominan a las mujeres transgénero asiáticas- y tragos largos atrajo a cada vez más turistas. Con el tiempo abrieron varios establecimientos, restaurantes y salones de masaje y comenzó el "ping pong show", en que las mujeres juegan al ping pong con sus partes íntimas. El declive de Patpong comenzó en la década del 90 , cuando el barrio degeneró en un enorme mercado nocturno lleno de souvenires baratos y lujuriosos turistas de occidente. Las multitudes sudorosas se aglomeraban en las callejuelas en busca de una emoción sexual. Sin embargo, para la mayoría, la visita a la milla del pecado formaba parte del programa habitual de un viaje a la capital de Tailandia. Nuevas personas, nuevos conceptos Con la pandemia del coronavirus, todo cambió. Durante dos años, la mayoría de los establecimientos en Patpong debieron mantenerse cerrados. Recién hace poco comenzaron a llegar nuevamente turistas al país. "Muchos de los antiguos jefes y dueños se fueron, y eso dejó lugar para nuevas personas y conceptos", comenta Messner. Actualmente su museo ya cuenta con una muestra con retratos de trabajadoras sexuales y en el futuro espera que el barrio sume más arte y cultura para mejorar su imagen empañada. "Patpong siempre fue algo más que gogó y comercio. Forma parte de la historia de Bangkok", destaca. El Museo de Patpong (info@patpongmuseum.com) abre todos los días, salvo los miércoles, de 12 a 21 horas y la entrada cuesta 350 baht (unos 10 dólares). dpa