La travesía de Dillian Whyte hacia una muy esperada oportunidad por el título mundial de peso completo ha seguido un camino trillado para los boxeadores, desde la supervivencia en las calles hasta la salvación en el ring.
Pelear lo metió en problemas. Pero luego eso mismo lo salvó.
“Yo era un pendenciero”, dijo sin rodeos Whyte, de 34 años, sobre sus salvajes años de adolescencia.
Solía golpear a los bravucones por sándwiches. Fue apuñalado tres veces y baleado dos en pleitos entre pandillas en Londres. Pasó un tiempo en la cárcel.
“Soy un chico que, cuando era niño, no tenía futuro, ni educación, ni familia”, continúa Whyte. “Soy un sobreviviente.”
Y hay mucho más en la historia de Whyte.
Se convirtió en padre por primera vez a los 13 años, un año después de llegar a Gran Bretaña desde Jamaica —donde nació en la pobreza y donde fue dejado a la edad de dos años para ser criado por otra familia cuando su madre se mudó a Londres en busca de una mejor vida para ella y sus hijos.
Después de dedicarse al kickboxing, las artes marciales mixtas y, en última instancia, al boxeo para alejarse de una vida delictiva, fue suspendido por dos años en 2012 por dar positivo a un estimulante prohibido. En 2019, otra prueba de drogas dio positivo en un esteroide prohibido, si su suspensión fue anulada posteriormente cuando más pruebas mostraron que la muestra estaba contaminada.
Luego vinieron los años de frustración, desde 2019, siendo el retador obligatorio por el cinturón de peso pesado y no tener una oportunidad por el título. Esperó y esperó, y estuvo cerca de perder la esperanza.
Entonces, no es de extrañar que Whyte se dirija con orgullo a la pelea del 23 de abril con Tyson Fury en el Estadio Wembley, donde habrá alrededor de 94.000 espectadores, la mayor capacidad para una pelea de boxeo en Europa, según los promotores de la cartelera.
“Los niños que vienen de donde me crie no suelen salir adelante”, dijo Whyte en una videollamada.
“Le estoy demostrando a la gente que no importa cuán mala sea tu situación, pase lo que pase en la vida, simplemente hay que persistir. Creer en uno mismo. No escuchar a quienes no aporten positividad a su vida, y seguir insistiendo. Todo lo que hago es trabajar duro”.
Y eso es lo que ha estado haciendo durante los últimos meses, después de haber decidido ir a una base en Portugal para su campo de entrenamiento antes de la pelea contra Fury.
Seguro, allá hace más calor, pero Whyte dijo que necesitaba escapar de la vida en Londres que lo metió en tantos problemas cuando era joven.
“Necesitaba ir a un lugar donde pudiera concentrarme en mi boxeo y no distraerme y posiblemente volver a estar atado a las cosas”, explicó.
Es por eso que Whyte ha estado desaparecido, mientras que un ruidoso y carismático Fury ha obtenido publicidad para la pelea como solo él puede hacerlo.
Fury y su equipo han criticado a Whyte por no su ausencia. Frank Warren, el promotor de Fury en el Reino Unido, lo calificó como una “vergüenza”. Fury, de 33 años, dijo que era “miedo, terror” por parte de Whyte al restarle importancia “porque Tyson Fury contra su propia sombra vende”.
Sin embargo, Whyte insiste en que su presencia en un combate entre británicos es tan importante como la de Fury, quien regresa a casa después de pelear en Estados Unidos desde finales de 2018 —completando recientemente una entretenida trilogía con Deontay Wilder.
“No es el espectáculo de Tyson Fury”, sostuvo Whyte. “Todos dicen, ‘Tyson Fury esto, Tyson Fury aquello’. Si Tyson Fury era una gran estrella, ¿por qué nunca registró un lleno total en ninguna de sus peleas con Deontay Wilder?
“Yo no bailo al son de nadie”, añadió.
Mientras que Fury, el autoproclamado “Rey Gitano”, permanece invicto en 32 peleas como profesional, Whyte ha perdido dos de sus 30 combates. Las derrotas fueron ante Anthony Joshua en 2015 y Alexander Povetkin en 2020, aunque ganó una revancha contra el ruso el año pasado para convertirse en el retador obligatorio para el título del CMB una vez más.