La ciudad de Miami Beach decidió imponer un toque de queda nocturno este fin de semana para frenar una ola de violencia con armas de fuego durante el "Spring Break", las vacaciones de primavera que atraen cada año a miles de personas al sur de Florida.
Los miembros del Ayuntamiento votaron a favor de esa medida este martes por la tarde, después de que dos tiroteos dejaran cinco heridos en esa ciudad del sureste de Estados Unidos en los últimos días.
"Cinco personas a las que dispararon podrían haber sido fácilmente cinco personas muertas", dijo el alcalde de Miami Beach, Dan Gelber, durante una reunión celebrada justo antes de aprobar esa iniciativa.
El toque de queda, que abarca la zona más concurrida de Miami Beach, incluido el famoso paseo de Ocean Drive, se aplicará entre la medianoche y las 06H00, desde el jueves hasta el lunes por la mañana.
El Ayuntamiento ya había anticipado la medida el lunes. "No podemos soportarlo más", había dicho el alcalde para justificar esa decisión. "No pedimos el 'Spring Break'. No lo promovemos. No lo fomentamos. Simplemente lo soportamos y, francamente, no es algo que queramos soportar".
En 2021, Miami Beach impuso la misma medida y prohibió la venta de alcohol en los bares después de las 02H00, tras unos incidentes en los que la policía había detenido a más de 1.000 personas por peleas callejeras y disturbios.
Para evitar que ocurriera lo mismo este año, la Policía aumentó el número de efectivos desplegados en las zonas más visitadas de la ciudad, que se concentran en su barrio más meridional, South Beach.
Desde que empezó el "Spring Break", agentes decomisaron 37 armas de fuego en tres días, indicó el lunes el jefe de la Policía local, Richard Clements.
Todos los años, en primavera, una multitud de jóvenes, sobre todo estudiantes, acuden a Florida para unos días de diversión continua y descontrolada.
Esas fiestas, con un alto consumo de alcohol, forman parte del imaginario colectivo de generaciones de estudiantes pero, en los últimos años, la población local parece cada vez más molesta por el fenómeno, a pesar de la contribución que supone a la economía local.
"No podemos poner en un mismo plano la seguridad pública y los ingresos", dijo Gelber tras reconocer que sus medidas perjudicarán a bares y restaurantes de la zona. "No podemos preocuparnos de que alguien vaya a tener un mal fin de semana desde el punto de vista financiero, cuando hay gente que recibe disparos".
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