Una visita relajada a Jamaica, lejos del bullicio del reggae

Quien piense en Jamaica, se imaginará probablemente una fiesta reggae en la playa con mucho ron y marihuana, pero la isla caribeña es mucho más que ese cliché.

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HANDOUT - No lejos del pueblo de Lethe corren las aguas tranquilas del curso inferior del Great River. Foto: Will Twort/Jamaica Tourist Board/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto y mencionando el crédito completo
HANDOUT - No lejos del pueblo de Lethe corren las aguas tranquilas del curso inferior del Great River. Foto: Will Twort/Jamaica Tourist Board/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto y mencionando el crédito completo

Quien piense en Jamaica, se imaginará probablemente una fiesta reggae en la playa con mucho ron y marihuana, pero la isla caribeña es mucho más que ese cliché.

"Esta es una de las experiencias más bellas que se puede tener en Jamaica", promete el guía turístico Aneif Anderson a unos visitantes bastante escépticos.

Su plan es llevarlos a un parque de pájaros cerca de Montego Bay, pero ¿cuán fantástico puede ser eso? 

Una vez en el lugar, el santuario de pájaros Rockland's Birds Sanctuary aparece como un lugar maravilloso en las montañas con una grandiosa vista al mar.

Y lo mejor no se puede disfrutar a primera vista, como por ejemplo los colibríes que vuelan libremente y se alimenten de la palma de la mano de los visitantes, que vivirán así una experiencia inolvidable.  

Fritz, el administrador del pequeño parque, deja que los visitantes se ubiquen en la terraza y les da una botella de agua con azúcar.

"Solo tienen que sentarse, sostener el agua con azúcar en una mano y estirar un dedo de la otra mano", explica Fritz. Luego de dos o tres minutos, se acercan revoloteando dos hermosos colibríes a los dedos extendidos y tras un breve titubeo se posan sobre ellos cuidadosamente.   

"La sensación de sentir en la mano a esta criatura tan ligera como una pluma, sentir el batir de sus alas y ver cómo busca el agua azucarada con su pequeño y delicado pico es una locura y realmente indescriptible". Marion, de Núremberg, está impresionada.

Obviamente, Fritz sabe todo acerca de los colibríes. Por ejemplo, que estas pequeñas aves pueden volar a 50 kilómetros por hora, baten sus alas hasta 90 veces por segundo, que los más pequeños pesan apenas dos gramos y los más grandes, a lo sumo 20 gramos. 

El santuario de aves, según explica Fritz, le debe su existencia a la inglesa Lisa Salmon. Ella se enamoró a principios de los años 50 de este hermoso lugar sobre el mar, realizaba extensas caminatas y dejaba por todos lados alimentos y agua azucarada para los pájaros.  

Luego de un par de años, su casa se convirtió en el centro del mundo de las aves locales, y en 1952 la inglesa abrió las puertas de su refugio al público. 

La visita a los colibríes puede combinarse fácilmente con un desvío al río Great River, no lejos del pueblo de Lethe.

Si se alquila un vehículo, hay que recorrer sinuosas carreteras de montaña hasta el río, donde habrá que tomar una decisión en la sede de "Chukka Reggae Rafting": ¿seguir hasta la salvaje parte alta del río y regresar por los rápidos, o mejor descender en una balsa de bambú por los tranquilos tramos inferiores?

Los que prefieran algo más relajado optarán por la opción del bambú y se pondrán las próximas dos horas en las manos de Joshua, un fornido balsero con rastas atadas en una coleta.

Solo en algunos pasos estrechos, donde la corriente es más fuerte y el río más profundo, Joshua tiene que presionar el palo de la balsa contra la roca con todas sus fuerzas. Por lo demás, hay mucho tiempo y ocio para maravillarse con el magnífico paisaje ribereño con gigantescos bosques de bambú.

En el camino, nos encontramos repetidamente con hombres jóvenes vadeando el agua, empujando laboriosamente las balsas río arriba. Mientras que los turistas que pagan son conducidos cómodamente en coche hasta la base al final de su excursión, las balsas tienen que ser llevadas de vuelta al sitio de partida a fuerza de músculos. Esos jóvenes se esfuerzan para ello en el río contra la corriente durante al menos tres horas, por apenas diez dólares.

Al ser consultado Joshua acerca de si conocía la estación de colibríes en la cercana Rockland, el hombre narra una maravillosa historia que todavía hoy recorre toda la región de Montego Bay.

El día en que murió Lisa Salmon, relata Joshua, todos los pájaros desaparecieron de repente. La gente pensaba que nunca volverían, pero en el funeral de Lisa todas sus aves amigas volvieron. Cierta o no, Joshua y la mayoría de los jamaicanos creen firmemente en esta historia. 

La mejor época para viajar a Jamaica es durante los periodos secos, que van de julio a agosto y de diciembre a abril. La época de lluvias, con temperaturas de todas formas agradables, tiene lugar de mayo a junio y entre septiembre y noviembre. 

Para más información, dirigirse a Jamaica Tourist Board, 64 Knutsford Boulevard, Kingston 5, Jamaica, o consultar en  www.visitjamaica.com

dpa 

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