MIAMI (AP) — Los países de las Américas han sufrido un impacto desproporcionado del COVID-19 desde que comenzó la pandemia hace dos años: casi la mitad de las muertes causadas por el coronavirus en todo el planeta sucedieron en la región, a pesar de que sólo alberga a poco más del 13% de la población mundial, dijo el miércoles la Organización Panamericana de la Salud.
A nivel global han muerto hasta ahora por lo menos seis millones de personas, más de 2,6 millones de ellas en el continente americano. Más de 148 millones de personas se han enfermado de COVID-19 en las Américas, y de acuerdo con ciertos estudios algunos sobrevivientes sentirán las consecuencias en su salud durante toda su vida.
“Esta es una tragedia de enormes dimensiones”, expresó la directora de la OPS, Carissa Etienne, dos días antes de que se conmemoren dos años desde que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia mundial. “Sus efectos se sentirán en los próximos años".
Las declaraciones de Etienne en la conferencia virtual semanal de la OPS desde su sede en Washington, tienen lugar en momentos en que gran parte de los países del mundo están registrando una caída en la cantidad de muertes y enfermos, tras un pico provocado por la variante ómicron después de las festividades de fin de año.
En las Américas, donde están dos de los países que más han sentido los efectos de la pandemia (Estados Unidos y Brasil), la cantidad de casos de COVID-19 disminuyó un 26% en la última semana, con 1,1 millón de nuevas infecciones reportadas. Las muertes también retrocedieron casi un 19%, a 18.000.
Estos descensos han hecho que algunos gobiernos hayan optado por flexibilizar el uso de mascarillas, quitar las restricciones de distanciamiento social y flexibilizar algunas otras medidas sanitarias que habían impuesto para frenar y controlar los contagios. Otros aún no lo han hecho, pero lo están considerando.
La OPS advirtió, sin embargo, que es posible que las reducciones en las pruebas no reflejen con precisión el número real de casos en los países. En el Caribe, donde hay países que aún no han alcanzado elevadas tasas de vacunación debido a la resistencia de la población para inmunizarse, los casos aumentaron un 2,2%.
En los primeros dos meses de 2022, el 63% de los casos registrados en todo el mundo estuvieron en las Américas, según la OPS. Las muertes fueron más de 220.000. Entre los países más afectados por ómicron están Brasil, Estados Unidos y Chile, que tuvieron récords de nuevas infecciones.
“Es demasiado pronto para bajar la guardia”, dijo Etienne tras explicar que la pandemia sigue siendo impredecible y podrían surgir nuevas variantes. “Las medidas de salud pública se están abandonando en muchas partes de nuestra región. Algunos, pero no todos los países, están tomando esa decisión basándose en evaluaciones de riesgo o en datos de salud”, advirtió.
La directora de la OPS, la organización que establece pautas de salud pública en la región, dijo que es probable que el COVID-19 se quede y por eso es necesario aprender a vivir con el virus y adaptarse rápidamente a los cambios. Por eso, indicó, hay que prepararse también para volver a ajustar las recomendaciones de salud pública si los casos suben nuevamente.
La pandemia también dejó al descubierto los desequilibrios existentes en la región, donde conviven países desarrollados como Estados Unidos y otros que no lo son, como Haití, uno de los más pobres del mundo. Esas desigualdades se reflejaron en el acceso a las vacunas.
En América Latina y El Caribe, aún hay 248 millones de personas que no han recibido ni siquiera una dosis de la vacuna contra el COVID-19. Sólo 14 países han alcanzado la vacunación completa del 70% de su población.
“Me temo que no hay vuelta a la normalidad en este momento en que necesitamos continuar con algunas de las medidas que han demostrado ser efectivas”, dijo Etienne. “En especial, necesitamos aumentar la cobertura de vacunación”.