KIEV, Ucrania (AP) — El fragmento de un misil perforó el techo del apartamento de Mijaíl Shcherbakov en Járkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania. Un ataque ruso había dado en el blanco tras semanas de retórica y señales de advertencia.
“Escuché ruido y me desperté. Me di cuenta que sonaba como artillería”, dijo Shcherbakov. Saltó del sofá y corrió a despertar a su madre, y algo explotó detrás de él.
El misil dejó una computadora cercana y una taza de té cubiertas de polvo, reflejos instantáneos de la crisis más reciente en Europa.
Al amanecer el jueves, los intranquilos intentos de los ucranianos por continuar su vida normal fueron destrozados. Se elevaba humo de las ciudades, incluso de algunas muy lejanas al conflicto separatista del este del país. Al concluir el día, muchos de los habitantes de la capital se habían refugiado bajo tierra, en el metro de Kiev.
“Hoy tuve el peor amanecer de mi vida”, dijo otra residente de Járkiv, que sólo se identificó como Sasha. Corrió a su balcón y se dio cuenta de que los ruidos que la habían despertado no eran fuegos artificiales.
Más lejos de la frontera, el trayecto matutino al trabajo se transformó en un caos: filas de coches aguardando en las gasolineras o huyendo de la gris y lluviosa capital, Kiev. Personas con equipaje se refugiaron en el metro, sin saber del todo a dónde ir.
Algunos entraron en pánico. Otros se aferraron a la rutina, irritados.
“No tengo miedo. Voy a trabajar. Lo único inusual es que no se pueda conseguir un taxi en Kiev”, se quejaba un residente mientras sonaban las sirenas para advertir de ataques aéreos.
Muchos parecían inseguros de cómo reaccionar. La avenida principal de Kiev, Khreshchatyk, estaba llena de nerviosismo, con la gente revisando sus celulares. Algunos paseaban a sus perros o saludaban a sus amigos.
“No tengo miedo en este momento. Tal vez me asuste posteriormente", comentó el residente Maxim Prudskoi.
Pero en otra parte de la capital, Anna Dovnya veía a soldados y policías retirar la metralla de un proyectil que explotó y estaba aterrorizada. “Hemos perdido toda la fe”, dijo. “Hasta el último momento, no creí que sucedería. Simplemente hice estos pensamientos a un lado”.
En Mariúpol, una ciudad a orillas del Mar de Azov que muchos temían fuera el primer blanco destacado debido a su importancia estratégica, periodistas de The Associated Press vieron escenas similares, con una mezcla de rutina y miedo.
Algunos residentes esperaban en las paradas de autobús, aparentemente de camino al trabajo, mientras otros se apresuraban a abandonar la ciudad que está a apenas unos 15 kilómetros (menos de 10 millas) de la línea del frente con la República Popular de Donetsk, una de las dos áreas controladas por los separatistas y cuya independencia reconoció esta semana el presidente ruso Vladimir Putin, en un preludio al ataque.
“No puedo hacer nada. Estoy atrapado aquí”, afirmó un residente de Mariúpol que sólo dio su primer nombre, Maxim, después de correr en vano por la ciudad desde el amanecer para tratar de obtener dinero en efectivo o llenar su tanque de gasolina.
En un supermercado, la jubilada Anna Efimova estaba preocupada por su madre, de quien dijo se encontraba ocupada almacenando víveres en su sótano. “No hay a dónde correr. ¿A dónde podemos correr?”, preguntó.
Conforme avanzaba el día crecía la sensación de alarma en Ucrania. La gente abarrotaba las tiendas de comestibles. En Járkiv, varios residentes preocupados observaban los fragmentos de material militar esparcidos por un parque infantil.
El alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, pidió a los 3 millones de habitantes de la ciudad que permanezcan en sus casas a menos que trabajen en sectores cruciales, y les solicitó que preparen bolsas con artículos de primera necesidad, como medicamentos y documentos, por si es necesario tener que evacuar.
Una hora después de que oscureciera, las estaciones del metro de la capital se llenaron de familias y niños, charlando, jugando y cenando. La gente llevaba bolsas para dormir, mantas, perros y crucigramas. Algunos parecían visiblemente conmovidos por lo que está sucediendo en su país.
"(Estoy aquí) porque creo que es uno de los únicos lugares donde puedes esconderte por ahora en Kiev. Todos los demás lugares son... aterradores”, dijo Bogdan Voytenko, uno de los residentes que se están refugiando en el metro. Dijo que tenía la intención de pasar la noche en un refugio antibombas improvisado junto con sus dos amigos. Habían traído nueces y frutos secos, y bolsas para dormir para hacer que la noche fuera lo más cómoda posible.
“Nadie creyó que esta guerra empezaría y que tomarían Kiev directamente”, dijo Anton Mironov, otro hombre que se refugiaba en la noche en la antigua estación de metro soviética. “En general, siento fatiga, sobre todo. Nada de esto parece real. Ni siquiera sé cómo identificarme con ello".
Euhenia Lysenko y Anna Dudka, mejores amigas, se mostraron sorprendidas de que Rusia hubiera lanzado una “invasión a gran escala” y de que la capital hubiera sido atacada.
“Por la mañana, el pánico era total. Histeria. Lágrimas. Miedo por los familiares de uno, por sus seres queridos. Y no estaba claro qué hacer, a dónde correr ni cómo comportarse”, dijo Dudka.
Desde hace semanas, el presidente Volodymyr Zelenskyy había tratado de moderar las expectativas de un ataque ruso, incluso cuando las advertencias de Estados Unidos se volvieron más urgentes. Zelenskyy argumentó que el pánico conduciría a una desestabilización social, algo que podría ser una ventaja táctica para Rusia, tanto como sus 150.000 soldados que se calcula había concentrado en las fronteras con Ucrania.
Cuando el presidente impuso la ley marcial el jueves, los ucranianos se dieron cuenta de golpe que todo estaba cambiando.
“Siento pánico, miedo y ansiedad. No sé a quién debería pedirle ayuda”, comentó Elizaveta Melnik, una residente de Kiev. “No pensábamos que llegaría esta situación”.
Los residentes de la ciudad occidental de Leópolis, no lejos de Polonia, empezaron a formarse frente a las tiendas de armas, alentados por el gobierno a unirse a la defensa nacional.
“Estamos defendiendo y no atacando”, dijo un residente, que tan sólo se identificó con el nombre de Yuri. “Esta es nuestra tierra y lucharemos hasta el final”.
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Francesca Ebel en Kiev contribuyó a este despacho.