CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Los expertos consideran posible que los estadounidenses tengan que pagar más por su pan tostado con aguacate en el corto plazo, y los efectos de la prohibición temporal de Estados Unidos sobre las importaciones del fruto ya se están sintiendo entre los recolectores de México.
El país latinoamericano está negociando garantías de seguridad para los inspectores estadounidenses que trabajan en el occidente de México, certificando los aguacates para exportación.
Las inspecciones estadounidenses se suspendieron la semana pasada después de que uno de los inspectores recibiera amenazas en el estado occidental de Michoacán, donde los productores son extorsionados rutinariamente por cárteles del narcotráfico.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos dio a conocer el jueves más detalles sobre la amenaza. Indicó en un comunicado que un inspector había recibido una amenaza “contra él y su familia”.
El inspector había “cuestionado la integridad de cierto cargamento, y se rehusó a certificarlo basándose en problemas concretos”, según el comunicado. Los inspectores se encuentran en México para certificar que los aguacates no sean portadores de plagas que puedan perjudicar los huertos de aguacates en California.
Pero sólo un estado en México, Michoacán, cuenta con certificación como productor libre de plagas y es capaz de exportar aguacate al mercado estadounidense. Han surgido reportes frecuentes de que algunos empacadores en México compran aguacates de otros estados no certificados e intentan hacerlos pasar como productos michoacanos.
Pero son los agricultores honestos, y sus empleos, los que están sufriendo las consecuencias.
Muchos recolectores del fruto acudieron esta semana a orillas de una carretera en las afueras de la ciudad de Uruapan, en Michoacán, para pedir donaciones que les permitan sobrevivir. Con carteles que decían “Cooperación voluntaria” y “Nos mantenemos del corte de aguacate”, esperaban a que los automovilistas les regalaran algunas monedas en los baldes que tenían.
“Desde el miércoles para acá no se ha cortado” nada, lamentó uno de los trabajadores, que se negó a dar su nombre debido a la violencia generalizada en el estado. “Mientras tanto, uno se muere de hambre”, agregó.
Aunque los aguacates que ya fueron inspeccionados todavía pueden ser enviados a Estados Unidos, había indicios el jueves de que las exportaciones mexicanas de aguacate se reducirán, y que las empresas que los importan podrían tener que buscar en otros países. México suministra actualmente aproximadamente el 80% de las importaciones estadounidenses del fruto.
“Creo que van a subir los precios en Estados Unidos. No ahora, porque todavía hay aguacate en tránsito, pero anticipo que en una semana o 10 días vamos a tener un pico de precios”, manifestó Miguel Gómez, profesor de Economía Aplicada y Administración en el Cornell SC Johnson College of Business, una escuela de negocios de la Universidad de Cornell, con sede en Ithaca, en el estado de Nueva York.
Jack Hartung, director financiero de la cadena estadounidense de restaurantes Chipotle, escribió en un comunicado: “Estamos trabajando en estrecha colaboración con nuestros proveedores para superar este desafío. Nuestros socios de suministros tienen actualmente inventario disponible para varias semanas, por lo que continuaremos monitoreando la situación de cerca y ajustaremos nuestros planes en consecuencia”.
Gómez dijo esperar que cualquier escasez de aguacates en Estados Unidos sea de corta duración.
“Opino que la interrupción en el mercado será muy corta ahora porque (el aguacate de) Perú llegará a fines de marzo, principios de abril, y estoy seguro de que harán todo lo necesario para comenzar a enviar aguacates antes, y tal vez a mediados de marzo”, expresó Gómez.
Perú, Colombia y Chile ya envían aguacates a Estados Unidos, pero en cantidades que apenas son una pequeña fracción de la producción de México. Eso podría cambiar.
“Estuve hablando con algunos compradores de aguacate a nivel nacional y hacia el futuro. Saben que necesitan diversificar proveedores”, comentó Gómez. “El tema es que se dieron cuenta de que sería muy arriesgado depender de una sola fuente”.
La asociación de productores de aguacate y los funcionarios de Michoacán se reunieron esta semana con funcionarios estadounidenses con el fin de establecer garantías de seguridad para los inspectores de Estados Unidos.
“Mantenemos los trabajos para restaurar la exportación de aguacate a la brevedad”, escribió el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla.
Mientras tanto, los productores de aguacate en Michoacán están en la incertidumbre. Los aguacates pueden quedarse en los árboles durante cierto tiempo, pero la fruta ya cosechada debe enviarse rápidamente a los mercados.
“Estamos en esta incertidumbre, de que (el aguacate de exportación) si se va al (mercado) nacional en toda la república, va a abaratar el precio”, dijo el mayorista y distribuidor de aguacate José Manuel García Tovar. “Entonces, estamos en que los productores quieran o no cortar”.
Está por verse también cómo reaccionarán los consumidores estadounidenses si empiezan a ver un alza de precios. Aunque existe preocupación por la deforestación y la violencia que han resultado del auge del aguacate en Michoacán, el fruto se ha vuelto un alimento de primera necesidad en Estados Unidos, donde su consumo per cápita se triplicó desde 2001 a 3,6 kilos (8 libras) por persona en 2018.
“En el momento en que afectas el pan tostado con aguacate de alguien en un almuerzo, es como afectar el corazón de muchas familias estadounidenses que disfrutan del almuerzo dominical, ¿no es así? Entonces, de repente, estamos recibiendo preguntas como... ¿cuáles son las prioridades aquí?”, comentó Desirée LeClercq, profesora de Derecho Laboral en la Facultad de Relaciones Industriales y Laborales de la Universidad de Cornell.
Eso plantea la cuestión de si los estadounidenses estarían dispuestos a pagar más por aguacates que no estén vinculados con la violencia, los cárteles de las drogas o la deforestación.
“Está haciendo que los estadounidenses realmente se pregunten a sí mismos: ¿Quieren pagar más para tener un producto de calidad, o quieren hacerse de la vista gorda para poder comer su pan tostado?”, preguntó LeClercq. “Y creo que los consumidores están aprendiendo más sobre cómo se hacen estos productos. Pero me parece que aún está por verse si eso se reflejará o no en el comportamiento del consumidor”.
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Armando Solís contribuyó con este despacho desde Uruapan, México.