BANGKOK (AP) — Durante más de dos años, el aislamiento del archipiélago de Tonga en el Pacífico ayudó a mantener el COVID-19 a distancia.
Pero la erupción volcánica y el tsunami del mes pasado obligaron a enviar con urgencia agua potable y medicamentos, y junto con ellos llegó el coronavirus.
Tonga es uno de varios países insulares del Pacífico que experimentaron sus primeros brotes el mes pasado. Crece la preocupación de que sus precarios sistemas de salud pronto se vean sobrecargados, y que la lejanía que antes les protegía ahora dificulte ayudarlos.
“Es evidente que cuando se tienen países con un sistema de salud frágil y muy sobrecargado, y se presenta una emergencia o una catástrofe y la posible entrada del virus, eso va a provocar que una situación ya de por sí grave se vuelva muchísimo peor", dijo John Fleming, jefe de salud de la Cruz Roja en Asia y el Pacífico.
Tonga se cubrió de ceniza tras la erupción el 15 de enero del enorme volcán submarino Hunga Tonga Hunga Ha’apai, y luego se vio afectada por un tsunami subsecuente.
Aunque sólo se ha confirmado la muerte de tres personas, varios pequeños asentamientos en las islas periféricas fueron borrados del mapa y la ceniza volcánica contaminó gran parte del agua potable.
Esta nación de 105.000 habitantes había notificado un único caso de COVID-19 desde el comienzo de la pandemia —un misionero de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que regresó a la isla desde África a través de Nueva Zelanda y dio positivo en octubre_, y las autoridades se preguntaban si debían permitir la llegada de ayuda internacional.
Decidieron que tenían que hacerlo, pero a pesar de las estrictas precauciones tomadas al descargar barcos y aviones procedentes de Australia, Nueva Zelanda, Japón, Gran Bretaña y China, dos hombres de Tonga que trabajaban en el muelle Queen Salote de la capital manipulando los envíos dieron positivo el martes.
Ambos fueron puestos en aislamiento, pero en las pruebas realizadas a 36 posibles contactos, la esposa y los dos hijos de uno de ellos también dieron positivo, mientras que los demás dieron negativo, informó el periódico local Matangi Tonga.
“La prioridad máxima ahora son los contactos cercanos de estos casos positivos y con quiénes interactuaron” desde el 29 de enero, dijo el ministro de Salud, Saia Piukala.
No está claro cuántas personas podrían haber estado en contacto con ellos, pero el gobierno hizo pública una lista de lugares en los que podría haberse propagado el virus: una iglesia, varias tiendas, un banco y un kínder.