El ejército paquistaní seguía combatiendo a los separatistas por tercer día consecutivo el viernes tras un ataque mortal en la provincia de Baluchistán (suroeste), que tanto el gobierno como los rebeldes aseguran controlar.
El grupo separatista Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA) lanzó un doble ataque el miércoles contra campos militares en los distritos de Naushki y Panjgur en Baluchistán, una provincia rica en petróleo y gas limítrofe con Irán y Afganistán.
El jueves, el ejército afirmó que había matado al menos a 13 rebeldes en ambos lugares y que había perdido a siete soldados.
El BLA, por su parte, dijo que había perdido a nueve miembros de uno de sus comandos en Naushki y que había matado a unos 170 soldados en los dos ataques, una afirmación que las autoridades calificaron de "absolutamente falsa".
El BLA también reconoció que la operación en Naushki terminó el jueves. Pero aseguró que seguía controlando el campo de Panjgur el viernes, ubicado unos 450 km más al suroeste.
Sin embargo, un alto responsable de seguridad de Pakistán desmintió esta versión a la AFP bajo condición de anonimato. Aseguró que el ejército controlaba la situación en Panjgur y que solo quedaba una operación en los alrededores para "perseguir lo que queda" de los atacantes.
Los separatistas suelen exageran sus victorias militares, mientras la oficina de prensa de las fuerzas armadas paquistaníes minimizan sus pérdidas.
Según el alto responsable, las operaciones fueron organizadas para coincidir con la visita en China del primer ministro paquistaní, Imran Khan, con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno.
"Estos ataques tenían como objetivo sabotear la visita" al plantear cuestiones sobre la "situación de seguridad" en Pakistán, dijo.
Baluchistán, con unos 12 millones de habitantes, es la mayor y más pobre provincia de Pakistán. Posee abundantes recursos naturales, pero la población local resiente que no recibe lo que considera que le corresponde de tales riquezas.
Las tensiones se han intensificado por las inversiones chinas, que incluyen más de 50.000 millones de dólares para un proyecto de infraestructura entre los dos países, que según la población local no les ha beneficiado.
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