Con decisión e ilusión, Kiana Kryeziu se prepara para viajar a China, donde la esquiadora de 17 años será la primera kosovar en participar en los Juegos Olímpicos de Invierno, con el deseo de llevar a lo más alto la bandera de su joven nación.
"Es un gran honor", asegura a la AFP Kryeziu, especialista en eslalon y en gigante, las dos disciplinas técnicas del esquí alpino, durante su última sesión de entrenamiento en Kosovo antes de los Juegos Olímpicos, que se celebrarán del 4 al 20 de febrero.
"Realmente quiero situar a Kosovo en lo más alto posible de la clasificación", afirma Kryeziu.
La clasificación de la esquiadora es un orgullo en Kosovo, donde las dificultades económicas y la inestabilidad por sus diferencias con Serbia pesan mucho sobre las condiciones de vida y la moral de la población.
"Vivo para noticias como esta. Ya hemos tenido suficientes historias tristes sobre el coronavirus, la contaminación ambiental y la crisis energética", comenta Gentian Haxhiu, estudiante de una escuela de comercio, de 26 años.
Para muchos, el éxito de los deportistas kosovares representa la forma de potenciar la visibilidad del territorio en el escenario internacional.
Serbia nunca reconoció la independencia de su antigua provincia, que se declaró en 2008, una década después de una guerra mortal. Tampoco la reconocieron Rusia o China, u otros países entre los que se encuentran España, Grecia, Eslovaquia, Chipre y Rumanía.
Desde que se unió al Comité Olímpico Internacional (COI) en 2014, Kosovo solo ha participado en tres ediciones de los Juegos Olímpicos (2016, 2018, 2020).
A pesar de ser una pequeña población de 1,8 millones de habitantes, el territorio cuenta con buen balance olímpico: tres medallas de oro en judo femenino.
- "El peso de una montaña" -
"Nuestra representación en estos Juegos Olímpicos refuerza claramente la imagen de nuestro Estado", señaló Ismet Krasniqi, presidente del Comité Olímpico de Kosovo.
Kryeziu nunca antes había competido en una prueba mundial y no podrá aspirar al oro o incluso al podio olímpico contra las reinas del esquí alpino Mikaela Shiffrin y Petra Vlhova.
Pero espera brindar una buena actuación después de los títulos olímpicos de las judocas Distria Krasniqi y Nora Gjakova en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021.
La joven, que empezó a esquiar cuando tenía unos seis años, se enamoró inmediatamente de este deporte gracias al apoyo de su familia que la animó a perseguir sus sueños de una carrera profesional.
"Antes de unirme a la selección nacional, todos los recursos financieros provenían del presupuesto familiar", cuenta.
"Era como llevar el peso de una montaña sobre los hombros", admite su padre Visar, fotógrafo profesional que trabaja para medios extranjeros.
"Cuando tomas en consideración el hecho de que el esquí alpino es un deporte muy caro y el PIB de Kosovo, te das cuenta de que es un gran paso para llegar a los Juegos Olímpicos", indicó Visar.
El padre de la deportista recuerda que él "pertenece a esta generación que no podía ni soñar con unos Juegos Olímpicos por los problemas de Kosovo".
La Serbia de Slobodan Milosevic abolió la autonomía de la provincia predominantemente albanesa a principios de la década de 1990, lo que desencadenó una profunda crisis que se convirtió en un conflicto armado entre los separatistas kosovares y las fuerzas serbias. La guerra terminó en 1999 tras los bombardeos de la OTAN.
En la actualidad, la hija de Visar se va a codear con los mejores. "Quiero intentar estar a 10 segundos de la primera", apunta Kryeziu. "Voy a esquiar con mis ídolos, gente que veo en la televisión desde hace mucho tiempo. Va a ser fantástico", concluye la esquiadora balcánica.
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