Las recientes muertes violentas de dos mujeres en Nueva York han hecho sonar todas las alarmas y han reavivado los recuerdos de décadas pasadas cuando la ciudad de los rascacielos era un lugar peligroso para vivir.
Michelle Go, una asiática-estadounidense de 40 años, murió el pasado sábado al ser empujada por un vagabundo esquizofrénico de 61 años a la vía del metro cuando estaba entrando un tren a alta velocidad en la estación de Times Square.
Unos días antes, el 9 de enero, la adolescente boricua Kristal Bayron-Nieves falleció por los disparos de un ladrón que intentaba robar un puñado de dólares que había en la caja de un local de "Burger King" de East Harlem (NYC).
Son homicidios con un alto impacto emocional, que han conmocionado a una ciudad cuya recuperación de las secuelas económicas y sociales de la pandemia del coronavirus se alteró con la multiplicación de contagios atribuidos a la variante ómicron y que ha dejado casi desiertos restaurantes y espectáculos .
Según datos de la policía, en 2021 se registraron 488 homicidios en la ciudad de casi nueve millones de habitantes, un 4,3% más que en 2020, año en el que aumentaron radicalmente (468 por 319 en 2019).
"El número es pequeño pero preocupante porque hay un aumento y no queremos volver donde estábamos hace 25 años, cuando los índices eran cuatro veces más altos", dice a la AFP Jeffrey Butts, profesor e investigador del centro de Justicia Criminal John Jay, de la Universidad de Nueva York.
- 400 millones de armas -
Lo que diferencia a Estados Unidos de otros países es el "número de personas que tienen acceso a una pistola, y eso es lo que causa la violencia letal", puntualiza Butts.
"Cuando la gente no sabe navegar a través de sus frustraciones y conflictos con otros y cuando hay un arma a mano, se vuelve letal", explica.
A principios de la pandemia, que golpeó con especial virulencia en la primera ola a la Gran Manzana, hubo un "salto" en la compra de armas, recuerda. El miércoles, una bebé de 11 meses resultó herida grave por una bala perdida en el Bronx cuando se encontraba en el auto de su madre.
Richard Aborn, presidente de la Comisión de Prevención del Delito, una organización que trabaja para mejorar la seguridad pública, ve "una combinación de factores" en el aumento, no sólo de crímenes violentos, sino también de robos y violaciones.
Además de la proliferación de armas - en el país circulan 400 millones, más de una por habitante- y la pandemia de covid, que golpeó especialmente a los barrios y a las poblaciones más vulnerables, Arborn considera que las protestas contra la actuación policial a raíz de la muerte de George Floyd, asfixiado por la rodilla de un policía en mayo de 2020, han tenido una incidencia en el aumento de la violencia.
A ello se suma la reciente reforma de la justicia penal que puede haber creado la falsa sensación de que cometer un crimen está menos penalizado que antes, cuando no es así, explica a la AFP.
- Salud mental -
Tras la muerte de Go, las autoridades han dirigido su mirada hacia las enfermedades mentales, en particular entre los vagabundos, que ante las frías temperaturas y el aumento de los contagios de ómicron en los albergues, eligen resguardarse en las estaciones de metro, donde a veces muestran una actitud agresiva.
El propio alcalde, Eric Adams, un excapitán de la policía, elegido por sus promesas de devolver la seguridad a las calles neoyorquinas, reconoció esta semana que "no se siente seguro" en el metro.
Sin embargo, según datos de la autoridad de tránsito de la policía neoyorquina, los delitos en el sistema público de transportes solo representan el 2% del total de los registrados en la ciudad.
No obstante, "no hay que demonizar a los que cayeron en las grietas (del sistema) y no recibieron tratamiento para los problemas mentales que necesitan", dijo el martes en una vigilia para honrar la memoria de Go.
Adams, que asumió su cargo el 1 de enero, anunció el pasado día 7 que reforzará la presencia policial en el metro neoyorquino que utilizan cada día millones de personas.
Por su parte, la gobernadora del estado de Nueva York, Kathy Hochul, prometió la construcción de 100.000 viviendas asequibles y 10.000 plazas en centros de apoyo en los próximos cinco años.
"Tenemos que crear soluciones que van más allá del refuerzo policial, ya que no podemos depender únicamente del mantenimiento del orden público", advierte Butts.
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