Roma, 11 ene (EFE).- De los 384 deportistas italianos que hicieron historia en los últimos Juegos Olímpicos de Tokio, al conquistar 40 medallas, 129 forman parte de las Fuerzas Armadas del país. Se trata de un fenómeno poco difundido a nivel internacional, pero habitual en Italia, donde el Estado ofrece de esa manera una aportación clave para sostener los deportes menos mediáticos.
Marcell Jacobs, el primer italiano capaz de ganar el oro en los 100 metros; Gian Marco Tamberi, oro en el salto de altura, y Vito Dell'Aquila, campeón de taekwondo, son solo algunos nombres de militares que, gracias a su talento y al apoyo de las Fuerzas Armadas, alcanzaron el techo del mundo deportivo.
"Es la manera en la que Italia ofrece su apoyo económico a los deportes. Alemania también suele trabajar de esta forma, mientras que otros países lo hacen con financiaciones directamente a las Federaciones deportivas", explican a Efe fuentes de la Federación de Atletismo italiana (FIDAL), que colabora con varios departamentos de las Fuerzas Armadas.
Lejos de tener los ingresos y las posibilidades de las que gozan los deportes más difundidos, con el fútbol en cabeza, muchos deportistas consiguen entrenar y competir gracias al apoyo estatal, que también puede llevarles a las vitrinas más importantes del planeta.
El camino para entrar en las distintas Fuerzas Armadas del Estado suele ser parecido. Hay un concurso abierto a los deportistas, apoyados y certificados por el Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI), que les permite optar a entrar en el Ejercito, la Marina, la Aeronáutica Militar, los Carabineros o la Policía estatal.
No es fácil acceder a los datos vinculados con este proceso pues las Fuerzas Armadas tienen, evidentemente, una política muy estricta en la difusión de informaciones.
"Sus contratos tienen las mismas condiciones que las de los demás trabajadores de las Fuerzas Armadas y una duración de varios años, que puede ser renovado", explican a Efe fuentes cercanas a este sistema, que no quisieron revelar otros detalles, como la cuantía de sus sueldos.
Existe también un camino que permite a militares con discapacidad acceder a la práctica deportiva y llegar a competir en los Juegos Paralímpicos.
Es el caso de Beatrice, "Bebe", Vio, ganadora de dos medallas de oro en esgrima en los Juegos Paralímpicos y que pertenece al cuerpo policial.
La esgrimista, que perdió sus piernas y sus brazos a causa de una grave forma de meningitis, se convirtió en un ejemplo de capacidad de superación y en una de las más exitosas deportistas paralímpicas italianas.
Pese a ser oficialmente militares, la actividad principal de estos deportistas es entrenarse en las instalaciones de las Fuerzas Armadas ubicadas por Italia, con la aportación de técnicos que, en muchos casos, también son militares.
Todo ello es fuente desde hace años de los mejores logros de Italia en las competiciones europeas, mundiales y olímpicas, con deportes como la esgrima o los artes marciales que suelen representar la principal aportación de medallas en los Juegos.
Y es que el recién terminado 2021 fue un año de oro para Italia, que derrumbó por completo la barrera que suponía el atletismo. Y tras el fracaso de Río 2016, cuando el atletismo italiano acabó sin medalla alguna, Italia sumó cinco oros.
Marcell Jacobs fue la gran "bomba": ganó los 100 metros con un asombroso 9.80 segundos, un tiempo que en la historia del atletismo solo ha mejorado el exatleta jamaicano Usain Bolt, capaz de correrlos en 9.58.
También Antonella Palmisano, que pertenece a las Fiamme Gialle ("Llamas amarillas") de la Guardia de Finanzas (Policía de asuntos fiscales), fue capaz de conquistar la medalla de oro en el Maratón de 20 kilómetros.
No es una sorpresa que Jacobs, el hombre más rápido del mundo, aparezca en los eventos públicos o mediáticos luciendo el chándal rojo de la Policía italiana.
Su logro en Tokio supuso una excelente publicidad para la Policía, que vio aparecer su logotipo en los medios de todo el mundo cuando Jacobs regresó de forma a triunfal a Italia.
Los grandes éxitos olímpicos de Italia suponen un profundo orgullo para el Comité Olímpico Nacional Italiano y también para el Estado, que contribuye de forma determinante para el desarrollo de los deportes minoritarios en el país.
Andrea Montolivo
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