Manizales (Colombia), 7 ene (EFE).- El diestro peruano Andrés Roca Rey se convirtió en gran triunfador del festival taurino de la 67 Feria de Manizales, cuyos dividendos de destinan, como todos los años, al Hospital 'Rafael Henao Toro', que atiende a población infantil del occidente colombiano.
Roca Rey indultó a un bravo ejemplar de la ganadería local Ernesto Gutiérrez Arango, de nombre 'Cuentero', ante el delirio de una plaza llena.
El otro gran protagonista de la noche fue el niño torero Marco Pérez, quien supo fascinar a los espectadores en faena de categoría que hizo de la plaza un manicomio, tras ejecutar una lidia que rayó en la perfección para cortar dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
Julián López 'El Juli': pinchazo y espada caída, palmas.
Emilio de Justo: entera y oreja.
José Arcila: espada caída y vuelta.
Juan Ortega: espadazo e intentos de descabello. Silencio tras dos avisos.
David Martínez: dos pinchazos y media. Palmas tras aviso.
Andrés Roca Rey: dos orejas simbólicas.
Marco Pérez: pinchazo y entera, dos orejas.
ROCA REY Y MARCO PÉREZ, LA REVOLUCIÓN DEL TOREO EN MANIZALES
El arte se vistió se cortó, pero además de juventud, para hacer del festival taurino de Manizales una noche de oro, en la que Roca Rey y Pérez se llevaron los laureles en medio de un cartel colmado de figuras.
El peruano indultó un novillo toro de la ganadería local Ernesto Gutiérrez Arango, en obra de exquisitez en la que no sobró nada, mientras el ejemplar se hizo parte de su humanidad de tanto ir con codicia tras los engaños en terrenos inverosímiles.
Al final, el pañuelo del perdón premió a los dos, pero fue el torero quien confirmó que aquí es ídolo de verdad y confirmado.
A su vez, en el cierre, el niño Pérez demostró a todas la generaciones presentes en la monumental que habrá que contar con él desde ya y por mucho tiempo.
Todo aquello que ejecutó frente al novillo de Gutiérrez tuvo verdad y calidad. Dos orejas a ley y la certificación de que la fiesta tiene quienes, como él, le den larga vida. Su salida a los hombros del maestro César Rincón fue el mejor testimonio de eso mismo.
Los demás hechos de la noche comenzaron con la falta de suerte de 'El Juli' que abrió la noche.
El manso perdido desobedeció los consejos del torero madrileño y se empeñó en defenderse en los adentros.
El segundo no prometió mucho de salida, pero a medida que De Justo dio con lo que en realidad llevaba dentro el ejemplar, la faena tomó forma y fondo. Oreja y palmas al novillo toro.
Arcila estuvo a punto de redondear una noche para el recuerdo, además ante su gente. El del hierro de Ernesto Gutiérrez Arango tuvo tranco y se rebosó en las embestidas. Todo daba para el triunfo, la espada dijo lo contrario.
Vino enseguida un descastado cuarto de la noche que resultó imposible para Ortega, pese a los esfuerzos del sevillano por obtener alguna expresión positiva de este, un manso que sacó genio. Silencio tras dos avisos.
Bravo resultó el quinto, al que el colombiano David Martínez le planteó una faena en los medios. Allí se vivieron los mejores momentos, aunque luego las cosas fueron de más a menos. Palmas al torero y al novillo.
Víctor Diusabá Rojas