Líder serbobosnio, de moderado a autócrata nacionalista

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SARAJEVO, Bosnia y Herzegovina (AP) — Él fue descrito alguna vez por Washington como una “bocanada de aire fresco”, un antinacionalista en la ciénaga genocida de la Bosnia dividida étnicamente, pero cómo cambian los tiempos. Esta semana, el líder serbobosnio Milorad Dodik, ahora un secesionista negador del genocidio, fue castigado con nuevas sanciones estadounidenses por corrupción.

Dodik respondió con su estilo típico, diciendo que se acabaron los días en los que Estados Unidos y otras democracias de Occidente “modelaban a Bosnia a su gusto”. Las denuncias de que gracias a la corrupción él acumuló una vasta fortuna para sí y sus familiares y asociados son “mentiras monstruosas”, aseguró Dodik. “Estados Unidos es una gran potencia, pero también son unos grandes mentirosos”, añadió.

Dodik sostiene que Occidente lo está penalizando por defender los derechos de la etnia serbia en Bosnia, un país disfuncional de 3,3 millones de habitantes que no se ha recuperado realmente de una guerra fratricida en la década de 1990 que se convirtió en sinónimo de genocidio y limpieza étnica.

Las sanciones, alegó Dodik, solamente ayudarán a los serbios a separarse de Bosnia y acercarse a sus “verdaderos amigos”: Rusia, China, los campeones de la antidemocracia dentro de la Unión Europea y la vecina Serbia.

El político de 63 años ganó prominencia inicialmente en 1998, como un reformista moderado elegido por un margen estrecho como primer ministro regional de la República Srpska, una de las dos unidades administrativas de posguerra. Fuerzas de paz de la OTAN rodearon edificios claves en poder de la policía leal al líder serbobosnio Radovan Karadzic —posteriormente declarado culpable de crímenes contra la humanidad y genocidio de guerra— para garantizar que Dodik pudiera asumir el poder.

Poco después, la entonces secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright lo conoció. Ella “sintió que una bocanada de aire fresco había soplado en la sala”, de acuerdo con su portavoz de entonces.

Pero en 2001, tras perder la elección presidencial en la República Srpska, Dodik cambió de curso, remodelándose como un nacionalista de línea dura y un secesionista.

Gradualmente, ganó el control de todos los niveles del gobierno en la República Srpska y, en 2009, consiguió expulsar a todos los jueces y fiscales extranjeros del sistema judicial de Bosnia, en medio de reportes de que era investigado por corrupción y erosión de la democracia.

El Acuerdo de Paz de Dayton de 1995 mediado por Estados Unidos, que puso fin a más de tres años y medio de guerra sangrienta en Bosnia, estableció dos gobiernos separados: el de la República Srpska y uno dominado por los bosniacos (los bosnios que no son serbios ni croatas) musulmanes y los croatas católicos.

Los gobiernos están vinculados por instituciones compartidas y todas las acciones a nivel nacional requieren un consenso de los tres grupos étnicos.

En los años posteriores a la guerra, la comunidad internacional mantuvo a Bosnia en un curso de reformas, presionando a sus líderes para que abandonaran la retórica de odio y aceptaran dar unas concesiones duras a cambio de apoyo financiero y de otro tipo, pero hace más de una década el foco internacional pasó a otras crisis globales. Solamente 600 de los 60.000 soldados de paz desplegados en el país en 1995 permanecen en la nación. Bosnia quedó a su suerte, expuesta a la creciente influencia de Rusia, China y Turquía y a una extendida corrupción y una declinación económica.

A lo largo de los años, Dodik soportó innumerables acusaciones por parte de grupos nacionales y extranjeros promotores de los derechos humanos y la libertad de prensa de que frenaba la independencia de los medios y que popularizaba una retórica agresiva contra los oponentes políticos de todas las etnias. Notoriamente, defendió la aprobación en 2008 por un banco regional de desarrollo de un préstamo de 2 millones con términos favorables a una firma propiedad de su hijo, diciendo que era “mejor que dejarlo (al joven) volverse adicto a las drogas”.

Es difícil calcular la fortuna neta de su familia, pero en 2019 Dodik reportó un ingreso anual y bienes por más de 1,2 millones de euros (1,36 millones de dólares), incluso una propiedad de 800.000 dólares en Belgrado, la capital de Serbia. Dodik dice que las versiones sobre la fortuna de sus hijos son exageradas maliciosamente por sus rivales.

Uno de oponentes más prominentes, Drasko Stanivukovic, alcalde de Banja Luka, la mayor ciudad de la República Srpska, replicó que la familia tiene intereses en al menos 70 compañías, incluso alunas propiedad de “amigos, familiares y asociados de negocios”.

Dodik regularmente minimiza la masacre cometida en 1995 por parte de los serbobosnios de más de 8.000 hombres y niños bosniacos en el enclave oriental de Srebrenica, diciendo incluso que fue un “mito inventado”.

En meses recientes ha repetido sus esperanzas de que el presidente ruso Vladimir Putin y el primer ministro húngaro Viktor Orban servirán como su baluarte contra “la tiranía” de las democracias de Occidente, saludando la afirmación de Orban de que el principal problema de la UE en Bosnia es “cómo manejar la seguridad de un estado en el que viven 2 millones de musulmanes”.

Tras servir 15 años como presidente o primer ministro de la República Srpska, Dodik fue elegido a finales de 2019 a la presidencia multiétnica de Bosnia, que incluye además a un bosniaco y un croata.

El verano pasado, con el respaldo tácito de Moscú y Belgrado, Dodik impulsó la salida de los serbios de las instituciones multiétnicas —bloqueando con ello el proceso de toma de decisiones— para protestar contra la decisión del Alto Representante internacional en Bosnia de proscribir la negación del genocidio.

Dodik y los funcionarios serbios bajo su mando dicen que no van a respetar más las decisiones del Alto Representante, un puesto creado bajo el acuerdo de Dayton con poderes amplios, incluso la imposición de leyes o el despido de funcionarios que minen el frágil equilibrio étnico.

Este invierno, Dodik intensificó su campaña secesionista, prometiendo formar un ejército, un sistema judicial y un sistema fiscal exclusivamente serbios. Describió a los bosniacos como “personas de segunda clase” y “conversos traicioneros” que vendieron su “fe cristiano-ortodoxa original por una cena”.

Funcionarios estadounidenses, británicos y de otros países occidentales han acusado a Dodik de avivar las tensiones étnicas para desviar la atención de las prácticas corruptas suyas y de sus allegados, pero Dodik dice que las sanciones no van a desalentarlo de “pelear por los derechos de la República Srpska”.

“Sin importar lo que ellos hagan, no pueden frenarme”, aseguró.

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