Vehementes acordes de guitarra, una voz de mujer que lee textos en alemán con acento mexicano y una secuencia de fotos de Frida Kahlo de descomunal tamaño en las paredes de una fábrica: se trata de la exposición "Viva Frida Kahlo", que tiene lugar actualmente en la ciudad suiza de Zúrich y ya ha atraído a más de 50.000 visitantes desde su inauguración a mediados de septiembre. En un antiguo barrio industrial, no muy lejos del centro de la ciudad, la nave en desuso de una fábrica de maquinaria está dedicada al "arte inmersivo", término con el que se designa la "inmersión" de los visitantes en una ilusión virtual que experimentan como realidad. Los creadores hablan de un "museo de la luz". De hecho, la tienda al final del espectáculo, con obras de arte reproducidas en calcetines, bolsos y bufandas, recuerda un poco a la tienda de un museo convencional. Aquí, sin embargo, no hay obras originales, ni guardias que controlen a los visitantes, y los niños pueden jugar y correr a su antojo. El negocio de las exposiciones inmersivas está en auge. Tokio, Shanghái, Ámsterdam, Nueva York, Melbourne muestran en este nuevo formato obras de Van Gogh, Monet, Klimt, Dalí, Picasso y Hundertwasser. Son especialmente las superestrellas de la pintura las que están presentes en antiguos almacenes y naves industriales, pero ahora también en los museos, que, en vista del éxito del novedoso concepto, despejan plantas enteras para ofrecer experiencias inmersivas. También los organizadores alemanes se han subido al carro del éxito, y ofrecen espectáculos inmersivos en Colonia, Bremen, Dresde, Berlín, Múnich y otras ciudades. Los nenúfares de Monet, acompañados de una música relajante, y los autorretratos de Frida Kahlo se desplazan a gran escala por las paredes de la fábrica. Los espectáculos se desarrollan en un bucle interminable. El hecho de que el ladrillo grueso a veces cree una abolladura en la cara o las protuberancias de la pared una torcedura en el estanque de nenúfares, no molesta. Porque lo que sí cuenta es que las obras de arte cobran vida: un tren de un cuadro de Monet se desliza sobre la pared, mientras que los esqueletos de las obras de Frida Kahlo bailan. El objetivo es que los visitantes se sumerjan por completo en las obras de los protagonistas. Los organizadores anuncian la exposición de Frida Kahlo como "disfrute del arte con profundidad digital": "Los píxeles sustituyen a las pinceladas". El periódico alemán Süddeutsche Zeitung describió en 2019 este tipo de exposiciones inmersivas como un "bombardeo colorido de luz, escultura y contenidos digitales" y habló de "sentimentalismo exagerado" y cursilería. Por su parte, el coproductor del espectáculo de Frida Kahlo, Darko Soolfrank, opina que se trata de una buena mezcla de educación y entretenimiento, es decir, de impartir conocimientos de forma entretenida y lúdica. "Intentamos apelar a todos los sentidos y queremos llegar a la gente a través de las emociones", explica a dpa. El espectáculo de 45 minutos cuesta algo menos de 30 euros (aproximadamente 34 dólares estadounidenses) por adulto en fin de semana. A la entrada de la sala de eventos MAAG, los visitantes pueden echar un vistazo a una tabla cronológica con las estaciones de la vida de la pintora mexicana. Además de los cuadros, se proyectan fotos en las paredes y la voz con acento mexicano lee escritos originales de Kahlo. "Tenemos de todo, desde clases de escolares hasta los clásicos visitantes de los museos, pasando por jóvenes urbanos y (adolescentes) de la generación TikTok", señala Darko Soolfrank, y añade que los museos tienden a parecer rígidos: "Estas muestras son más relajadas, y se pueden visitar sin inhibiciones". Elke Kollar, presidenta de una asociación alemana de educación museística, considera que el enfoque inmersivo es apasionante, y que la inmersión puede agudizar la percepción del arte: "No lo veo como una competencia directa a los museos". Además, prosigue, estos formatos también podrían ser atractivos para los propios museos, ya que para muchos es un reto mantenerse al día con los nuevos medios: "Esto da un nuevo acceso al arte y atrae a nuevos públicos". Por ello, el Museo de Arte Americano de Indianápolis, en Newfields, en el estado de Indiana, Estados Unidos, ha habilitado en la cuarta planta de sus instalaciones 3.000 metros cuadrados para ofrecer su propio espectáculo de luz "The Lume". El objetivo expuesto fue contrarrestar las inhibiciones de las personas que piensan que no saben mucho de arte y tienden a desanimarse ante los museos. En la actualidad, los visitantes pasean por los campos de maíz y bajo los cielos estrellados de Van Gogh. Kollar opina que todos los enfoques para acercarse a la obra de un artista tienen su justificación, y que las exposiciones inmersivas pueden facilitar el acceso al arte. "Después de una inmersión, tal vez se aprecie el original de manera muy diferente", asevera. Los educadores culturales, añade, se preguntan a menudo cómo hacer que los museos sean más modernos. "Tenemos que tener cuidado de no trabajar solo para el público clásico, sino también ver lo que la gente quiere", puntualizó la experta en educación museística. dpa