Las tiendas abandonadas y las calles casi vacías ofrecen pocas señales de vida en Valandovo, Macedonia del Norte, donde un gran número de jóvenes huye con la esperanza de encontrar una vida mejor en el extranjero.
Al igual que muchos países de este empobrecido rincón del sureste de Europa, la pequeña nación balcánica quiere revertir la tendencia de una bomba demográfica alimentada por el rápido envejecimiento de la población, el descenso de la natalidad y la migración masiva.
Aldeas y pueblos pequeños han sido azotados en los últimos años con pocas opciones laborales para los jóvenes, llevando a los más preparados y ambiciosos a buscar oportunidades en otro sitio.
"El espíritu de los jóvenes ha sido destruido sistemáticamente y el entusiasmo por luchar y quedarse en casa se perdió", declaró a AFP Pero Kostadinov, de 33 años, recién electo alcalde da Valandovo.
Solo en Valandovo, casi 90% de los ingresos de la gente depende total o parcialmente de la agricultura, una realidad común para muchas comunidades en Macedonia del Norte.
"Cinco de mis amigos de una clase de 20 alumnos se mudaron al exterior con sus familias", contó Bojan Nikolov, de 24 años, miembro de la juventud del concejo municipal de Valandovo.
La anécdota es un crudo retrato del rumbo del país.
- Lo que ocurre -
Los resultados iniciales del último censo de Macedonia del Norte, realizado en septiembre, indican que alrededor de 1,8 millones de personas viven en el país, un declive de 200.000 desde el último censo de 2002.
Tras la disolución de Yugoslavia y su independencia en 1991, Macedonia del Norte ha sido golpeada por décadas de bajo crecimiento económico y falta de inversiones.
Muchos esperaban que la integración a la Unión Europea (UE) le serviría de salvavidas y traería la promesa de un futuro mejor.
Pero el camino de Macedonia del Norte a la UE ha sido bloqueada repetidamente, primero por Grecia y luego por Bulgaria, lo que despertó dudas de que el país pueda unirse al bloque e impulsó a muchos a abandonar el país.
Según datos compilados por el Banco Mundial y cifras del gobierno, unos 600.000 macedonios viven actualmente en el exterior.
"Si tienes poco más de 2,4 millones de habitantes y más de un cuarto se ha ido, entonces tienes que preocuparte seriamente de lo que ocurre", apuntó Apostol Simevski, director de la oficina de estadísticas del país.
Para los que permanecen, las perspectivas son desoladoras, con salarios promedio de 530 dólares mensuales.
"Es mejor ser esclavo por 2.000 euros en un país extranjero que ser esclavo con 300 euros en casa", dice un refrán popular en Macedonia del Norte.
- El último tren -
Pero la vida en la UE no siempre garantiza que las tendencias poblacionales negativas puedan ser revertidas dramáticamente de la noche a la mañana, como lo ilustra el caso de Croacia.
Desde que se unió al bloque en 2013, Croacia ha visto cómo un cuarto de millón de sus habitantes dejaron el país.
El fenómeno ha sido visto con otros nuevos miembros del bloque, como Polonia, Bulgaria y Rumanía, pero los demógrafos temen que la diminuta población de Croacia carece de la resiliencia necesaria para encarar las pérdidas.
El país de unos 4 millones de habitantes perdió casi 10% de su población en la última década, según datos preliminares de un censo de este año.
Proyecciones de la ONU indican que Croacia tendrá solo 2,5 millones de habitantes para fines del siglo.
Zagreb reveló en diciembre un plan para atraer a algunos de sus habitantes en el exterior, con promesas de hasta 29.000 dólares para volver a casa a iniciar un negocio.
Pero para algunas zonas, podría ser demasiado tarde.
Las regiones central y oriental de Croacia, duramente golpeadas pro la guerra de los años 1990, son las más afectadas por la migración.
En la región de Pozega, los rótulos de "se vende" aparecen por toda la localidad oriental y aldeas vecinas. Más de 16% de la población de la zona, de casi 80.000 personas, se han ido en la última década, según datos oficiales.
"En mi calle un tercio de las casas están vacías y otro tercio estará desocupada en la próxima década", anticipó Igor Cancar, de 39 años, de la localidad de Brestovac.
Eso incluye a su hermana que se mudó a Australia con su esposo y dos hijos, junto con la mayoría de sus amigos cercanos.
"Si queremos que los jóvenes se queden, necesitamos un jardín de infantes y ayudarles a construir una casa", comentó Cancar.
"El último tren va a partir y no hacemos más que pararnos en la plataforma y saludar", dijo.
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