El cohete Ariane 5, que lanzará el sábado al espacio el telescopio James Webb, esperaba este viernes en la plataforma de lanzamiento su arranque en la cuenta final, que solo un clima caprichoso podría interrumpir.
En medio de una amplia extensión bordeada por alambres de púas y la jungla guyanesa, el cohete blanco se erigía sobre una plataforma de lanzamiento, una gran estructura de acero móvil, coronada por cuatro inmensas torres pararrayos.
Incidencias técnicas llevaron inicialmente a aplazar el lanzamiento del 18 de diciembre a este viernes. Después, fueron la lluvia y el viento los que impidieron el despegue de la nave y la llevaron al sábado.
Cuando se enciendan los motores, previsto para las 09H20 (12H20 GMT), una impotente torre de agua cercana alimentará un "diluvio" que lanzará 30 toneladas de agua por segundo debajo de la nave.
Su función es mitigar el calor de una temperatura que ascenderá hasta a 3.000 grados y ahogar el impacto de la onda acústica del despegue, que podría dañar los componentes eléctricos embarcados.
El ruido, a cerca de 180 decibeles, es el más potente que puede generar una máquina. Esta cuenta con dos largos conductos que garantizan aire acondicionado frío y seco a la sobrecubierta de la nave, donde se ubica el telescopio.
Todo para preservar del caluroso y húmedo ambiente exterior al instrumento de observación más grande y potente jamás lanzado al espacio.
Todavía vacíos, los reservorios del cohete albergarán un total de 210 toneladas de hidrógeno y oxígeno líquido, mezcla que permitirá el despegue. Los propulsores, altamente combustibles, esperan en depósitos alejados.
"Cuando las maniobras de llenado vayan a comenzar a siete horas del despegue, nadie podrá quedarse en el sitio", explicó Jean-Marc Durand, director adjunto de la Arianespace Guyane.
El cohete permanecerá solo, mientras que todas las comunicaciones, incluyendo el llenado de carburantes, llegarán desde el centro de lanzamiento, a 2,3 km de distancia. Desde un búnker en ese edificio, el responsable del sitio y de los equipos darán instrucciones a la lanzadora.
Durante el día del viernes, las pantallas de los comandos estaban todavía vacías porque "la secuencia va a empezar tarde" demorándose toda la noche de viernes a sábado, precisó Jérôme Rives, director del programa Ariane 5 de Arianespace.
Desde el centro de control, Júpiter comenzará un conteo regresivo puntualmente a las 21H57, en una "pecera" donde la dirección de las operaciones "concentra el conjunto de informaciones que permiten coordinar el lanzamiento", detalla Jean-Luc Mestre, director adjunto de operaciones.
Salvo imprevistos de parte de los responsables del telescopio, la base espacial, el lanzador o el clima, el director de operaciones lanzará la secuencia sincronizada a siete minutos de la hora del despegue. En ese momento, todas las operaciones pasarán a modo automático, controladas por calculadoras del centro de control y del cohete.
A la hora marcada, el motor Vulcano de Ariane 5 iniciará, pero será siete segundos más tarde que dos motores se prenderán, permitiendo al cohete arrancar del suelo.
Sin embargo, nada de esto será posible si el clima no lo permite, que el viernes exhibía vientos y cielo cubierto.
A las 13H00 del viernes, el centro de previsiones dio luz verde. Lanzará varios globos sonda en el aire para afinar los pronósticos de aquí al lanzamiento, incluyendo el último a menos de tres horas antes.
"Si hablamos del clima, es que todo se ha hecho bien hasta ahora, porque es la última cosa a mirar antes del lanzamiento", consideró este viernes un responsable dentro del centro Júpiter.
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