Los bosques de Ruanda se quedan pequeños para la creciente población de gorilas

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Un enorme gorila macho mordisquea un brote de bambú antes de lanzar una sonora ventosidad, ajeno al rugir de las vacas y los golpes de pala de los granjeros que lo observan a apenas 50 metros.

Con cientos de ejemplares de gorilas de montaña, el Parque Nacional Volcanoes de Ruanda es un triunfo de la preservación. Pero el éxito ha sido tal que los majestuoso simios carecen ahora de espacio para crecer y prosperar.

A lo largo de Ruanda, Uganda y la República Democrática de Congo, la cadena montañosa Virunga alberga ocho volcanes en el corazón de la densamente poblada región de los Grandes Lagos y, junto al bosque Bwindi de Uganda, es el único hábitat del mundo para los gorilas de montaña.

Los responsables del parque de Ruanda están orgullosos del éxito en regenerar la población de primates.

"En el censo que hicimos en 2010, había 880 gorilas de montaña. En 2015 hicimos otro censo que mostró que teníamos 1.063" en el macizo Virunga y el parque Bwindi, dice a AFP el forestal Felicien Ntezimana, antes de una ruta andando por el bosque neblinoso donde viven estos animales.

Gracias a este reimpulso, esta especie conocida por su pelaje más duro y largo está ahora clasificada como "en peligro" por la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza mientras otros grandes simios están "en peligro crítico".

Ha sido un largo recorrido desde los años 1980, cuando la población cayó a 250 en las montañas Virunga por décadas de caza furtiva y la famosa primatóloga estadounidense Dian Fossey fue asesinada en ese parque por su lucha contra esta actividad.

Una mayor seguridad y una campaña para ganarse el favor de los lugareños ayudaron a cambiar el destino de la especie.

Actualmente, un 10% de los 1.500 dólares que cuesta el boleto del parque se destina a proyectos comunitarios, y un 5% se coloca en un fondo de compensación para los locales.

Lejos de ser odiados y temidos como en el pasado, los gorilas son vistos ahora como imprescindibles para el futuro económico de la comunidad, dice Jean-Baptiste Ndeze, un anciano residente de Musanze, un municipio en los lindes del parque.

"Los turistas se dejan dinero en ellos, lo que (...) regresa a nosotros en forma de comida, casa y una buena vida", dice a AFP.

Antes de la pandemia, el sector contribuía en 25 millones de dólares a la economía de este país.

- Infanticidio y enfermedad -

Pero el éxito ha llevado a consecuencias no previstas.

Hace 25 años, las autoridades ruandesas monitorizaban un centenar de primates en el bosque. Ahora son 380 gorilas que tienen su hogar allí, según un recuento oficial.

El turismo y las interacciones con los investigadores han acostumbrado a los animales a la presencia humana, con lo que cada vez tienen menos miedo de aventurarse a zonas habitadas a medida que su hábitat se satura.

"Hemos visto más frecuentemente a gorilas saliendo del parque buscando comida fuera (...) y también tienden a moverse más lejos de los límites del parque", dice Felix Ndagijimana, que dirige la fundación Dian Fossey Gorilla en Ruanda.

Las consecuencias de ello pueden ser funestas.

El poderoso animal, cuyos machos pueden pesar hasta 200 kilos, es vulnerable a enfermedades humanas como la influenza, la neumonía o el ébola.

La población creciente también incrementa la probabilidad de peleas entre los primates que pueden resultar fatales para los miembros más jóvenes de la especie.

Hace una década, Ndagijimana y sus compañeros iniciaron un estudio al observar que el crecimiento de población se frenaba. Los resultados mostraron que los infanticidios se habían multiplicado por cinco.

"Los infanticidios son un gran problema porque tienen un enorme impacto negativo en el aumento de la población de gorilas", indica.

- Expansión del parque -

El problema es más pronunciado en Ruanda que en los países vecinos.

Solo una familia de gorilas viven en la vertiente ugandesa del macizo, mientras que el parque congoleño es "enorme" comparado con el bosque de Ruanda, dice Benjamin Mugabukomeye del International Gorilla Conservation Programme, una organización regional.

Este pequeño país centroafricano planea expandir el parque, añadiendo un 23% más de superficie en la próxima década. El ambicioso proyecto debe comenzar el próximo año y desplazará a alrededor de 4.000 familias de granjeros.

"Es un proceso que estamos llevando con mucho, mucho cuidado", dice el director del parque Prosper Uwingeli a AFP, señalando que los responsables están desarrollando estudios de viabilidad y diseñando los lugares para reubicar a los afectados.

Las autoridades quieren compensarlos con una casa en las nuevas "aldeas modelo", del que ya hay un prototipo visible en Musanze.

Además de una enorme escuela y una fábrica de huevos, el pueblo incluye inmaculados apartamentos de ladrillo completamente amueblados.

El gobierno insiste en que el cambio beneficiará a los afectados, pero algunas familias se muestran preocupadas aunque al final no les quede otra que acatar y obedecer ante un Estado autoritario.

"Este lugar es muy fértil y me ha permitido alimentar a mi familia", dice un productor de patatas. Los gorilas "no son un problema" pero "en el lugar donde nos quieren reubicar, el suelo no es tan fértil".

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