Nueva Zelanda vincula la muerte de un hombre de 26 años con la vacuna de Pfizer

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SÍDNEY, 20 dic (Reuters) - Las autoridades neozelandesas informaron el lunes de que han encontrado un vínculo entre la muerte de un hombre de 26 años y la vacuna de COVID-19 de Pfizer, después de que la persona sufriera miocarditis, una rara inflamación del músculo cardíaco, tras recibir su primera dosis.

Se trata de la segunda muerte en Nueva Zelanda relacionada con un efecto secundario conocido pero poco frecuente de la vacuna, después de que las autoridades sanitarias informaran en agosto de la muerte de una mujer tras recibir sus dosis.

"Con la información actual disponible, la comisión ha considerado que la miocarditis se debió probablemente a la vacunación en este individuo", dijo en un comunicado la Comisión Independiente de Supervisión de la Seguridad de la Vacuna COVID-19.

El hombre, que murió a las dos semanas de su primera dosis, no había pedido consejo médico ni tratamiento para sus síntomas. La miocarditis es una inflamación del músculo cardíaco que puede limitar la capacidad del órgano para bombear sangre y puede provocar cambios en el ritmo de los latidos del corazón.

Un portavoz de Pfizer dijo que la empresa está al tanto de la muerte en Nueva Zelanda y que está supervisando todos los datos de posibles eventos adversos, afirmando que sigue creyendo que la relación beneficio-riesgo de su vacuna es positiva.

La comisión de seguridad de las vacunas de Nueva Zelanda también dijo que otras dos personas, entre ellas un niño de 13 años, habían muerto con posible miocarditis después de recibir la vacuna. Según la comisión, se necesitan más detalles antes de vincular la muerte del niño con la vacuna, mientras que es poco probable que la muerte de un hombre de 60 años esté relacionada con la vacuna, dijo.

A pesar de los raros efectos secundarios, la comisión de seguridad de las vacunas dijo que los beneficios de la vacunación superaban con creces los riesgos.

(Reporte de Renju Jose con información adicional de Byron Kaye en Sídney; traducido por Tomás Cobos; Edición de Robert Birsel)

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