El deporte tiene la facilidad de ser un reflejo de la sociedad.
Nuestro nexo a la competencia se estimula por ese dramatismo. En 2020, las historias fueron coartadas y se jugó en estadios desiertos. No fue lo mismo.
A lo largo de 2021, toda esa pasión volvió.
El trasfondo: la eterna espera de ver a Lionel Messi consagrarse campeón con la selección absoluta de Argentina. La emoción: ver a la Pulga celebrar en el estadio Maracaná de Río de Janeiro tras la victoria 1-0 sobre su clásico rival, en la final de una Copa América que tuvo que esperar un año para su realización y apenas semanas antes cambió de país sede ante el avance del coronavirus en Sudamérica.
El trasfondo la rivalidad de años entre Tyson Fury y Deontay Wilder, completando una trilogía por el cetro de los pesos pesados. La emoción: una arena de Las Vegas vibrando cuando Fury calzó una potente izquierda para noquear a Wilder en el 11mo asalto.
El trasfondo: el siete veces campeón Lewis Hamilton remontando en las últimas carreras de la temporada en un fallido intento para contener a su retador Max Verstappen. La emoción: el asombro cuando chocaron en el Gran Premio de Italia, donde el Red Bull de Verstappen se encaramó encima del Mercedes de Hamilton.
El trasfondo: Simone Biles saltando en Tokio en procura de escribir una página histórica en los Juegos Olímpicos. La emoción: el silencio sepulcral cuando la gimnasta estadounidense se retiró durante la final de equipos, recibiendo después todo el cariño y respaldo global al señalar su salud mental como el causante.
La marcha hacia los Juegos de 2020 fue inusual y ardua. Los ciclistas franceses lo entendieron al entrenarse en un velódromo transformado en un centro de vacunación.
Para otros, los confinamientos representaron una oportunidad. Allyson Felix aprovechó para entrenarse y clasificarse para sus quintos Juegos Olímpicos, sus primeros como madre. Tres años después de dar a luz a Camryn, tras ser sometida a una cesárea de emergencia, la velocista de 35 años estampó un beso a su hija tras quedar segunda en las eliminatorias estadounidenses de los 400 metros. Acabó colgándose una medalla de oro y un bronce en Tokio.
Para otros, fue cuestión de esperar pacientemente la oportunidad para ser el foco de la atención. Fue el caso del surf, el baloncesto 3x3, la escalada y el skateboarding, disciplinas que debutaron en el programa olímpico.
Las competencias en Tokio echaron de menos la presencia de público. Los Juegos de Invierno en Beijing el próximo febrero no permitirán que vengan aficionados del extranjero.
Pero en diversos escenarios —canchas de fútbol, pistas de tenis, diamantes de béisbol y campos de golf— el año cerró con gente animando presencialmente. Esos cartones con fotos de aficionados, improvisados para darle algo de toque humano a las competiciones, han quedado en el pasado.