SANTIAGO (AP) — Cuando los chilenos acudieron a las urnas el mes pasado, Elizabeth Padilla, al igual que más de la mitad de los votantes del país sudamericano, se quedó en casa, pues no se sentía representada por ninguno de los siete candidatos en la papeleta.
Sin embargo, su apatía desapareció de golpe cuando un político al que le temía, José Antonio Kast, quedó en primer lugar.
En estos últimos días, mientras los chilenos se preparan para la segunda vuelta que enfrentará al candidato derechista con el legislador de izquierda Gabriel Boric, la artista de 45 años ha estado pegando carteles de campaña dentro de su vecindario en el centro de Santiago, y advirtiéndole a sus amistades sobre lo que considera una grave amenaza para las mujeres si Kast gana.
“Somos cuatro hermanas mujeres, tengo tres sobrinas, tengo mucho susto de lo que puede pasar”, dijo Padilla, que ha pasado muchas noches en vela pensando en un retorno del “fascismo” en un país que hasta 1990 fue gobernado por un dictador militar, el general Augusto Pinochet, al que Kast ha defendido. “Uno no sabía que había tanta gente así en Chile”.
Muchas mujeres en Chile comparten este sentimiento, en especial las jóvenes profesionales urbanas, que se perfilan como el factor decisivo en una reñida contienda entre los extremos políticos que luchan por el futuro del país.
Kast, de 55 años, fundador del incipiente Partido Republicano, obtuvo el 28% de los votos el 21 de noviembre, superando a Boric por dos puntos.
En Chile, históricamente, todos los candidatos que ganaron la primera ronda de votaciones se han impuesto en la segunda vuelta.
Al salir de la dictadura, las chilenas votaron en mayor cantidad y a favor de los candidatos conservadores de manera más consistente que los hombres, tal vez por temor a un retorno de la agitación que vivieron durante el gobierno de 1970-1973 del derrocado presidente socialista Salvador Allende, cuando las mujeres, en su mayoría atrapadas en la cocina en aquel entonces, golpeaban ollas y sartenes para protestar por la escasez de alimentos.
Pero la brecha de género se acortó súbitamente con la elección en 2005 de la izquierdista Michelle Bachelet, que desencadenó una “ola rosa” de victorias presidenciales para las mujeres en toda la región.
Varias encuestas de opinión indican que esta vez las mujeres apoyan en masa a Boric -un millennial que utiliza pronombres no binarios en sus discursos- y aprovecha el largo historial de comentarios sexistas emitidos por Kast y sus objetivos políticos, que se consideran desfasados con respecto a las cambiantes normas sociales.
Miles de mujeres gritaron “No vote por el nazi, no, no, no, no vote por el nazi, no, no, no”, en una multitudinaria manifestación feminista el miércoles en el centro de Santiago, en contra Kast, el hijo de un inmigrante alemán que hace poco se reveló que tenía credencial de miembro al partido político de Adolf Hitler.
Para Giovanna Roa, quien estuvo presente en la manifestación, una victoria de Kast supondría un gran retroceso para las mujeres.
“Nunca más vamos a llegar a ese lugar de retroceso, de que las mujeres estamos en segundo plano que es lo que plantea explícitamente José Antonio Kast en su programa”, dijo Roa, de 34 años, integrante de la convención que redacta la nueva Constitución de Pinochet, la primera institución de este tipo en el mundo en que la paridad de género es obligatoria. “Ya estábamos superando qué es tener a las mujeres escondidas y fuera del espacio público.”
A pesar de su fama de ser uno de los países más conservadores de América Latina, Chile siempre ha tenido un movimiento feminista combativo que en los últimos años ha logrado grandes avances como la aprobación de leyes que prohíben la discriminación por orientación sexual, la flexibilización a las restricciones al aborto y el impulso a la representación de las mujeres en la política.
Una muestra de su potencia es el himno feminista “Un violador en tu camino”, que ha sido adoptado por activistas de todo el mundo para denunciar la violencia contra las mujeres desde que fue interpretado por primera vez durante una ola de protestas contra el gobierno en 2019.
Para sus detractores, el ascenso de Kast es una reacción en contra de esos avances y el surgimiento en Chile de un tipo de política de identidad que ha sacudido a las democracias de todo el mundo.
Los sondeos muestran que ha logrado avanzar entre los votantes de clase media y de zonas rurales, quienes temen que Boric -un antiguo líder estudiantil de las protestas que no rehúye reivindicar a Allende- pueda perturbar tres décadas de estabilidad económica y política que han convertido a Chile en la envidia de muchos en América Latina.
Kast, que se ha puesto la gorra de Donald Trump con el eslogan “Make America Great Again” durante entrevistas televisivas, ha empezado a retractarse de algunas de sus opiniones previas para conseguir apoyo entre las mujeres.
Pero cortejar a este importante bloque electoral se volvió más difícil cuando, tras la primera vuelta, salió a la luz un video en el que se oye a uno de sus principales partidarios, el YouTuber convertido en diputado electo Johannes Kaiser, burlándose del derecho al voto de las mujeres -que data de 1949- si su resultado final es que mujeres “esquizofrénicas” sigan apoyando a los partidos que acogen a inmigrantes que amenazan con violarlas cuando salen a correr por el parque.
Como legislador en 2004, Kast votó en contra de una ley que legalizó el divorcio, una postura que reafirmó en 2010. En una entrevista durante su campaña dijo que ya no era un problema.
En una columna publicada en 2018, atacó a la actriz más famosa de Chile, Daniela Vega, refiriéndose a la estrella transgénero de la película ganadora del Oscar “Una mujer fantástica” como un hombre. Su columna se oponía a un proyecto de ley -más tarde aprobado- que permitía a las personas elegir su identidad de género en documentos legales.
“No lo volvería a escribir en esos términos”, dijo en un debate por televisión esta semana, añadiendo que respetaría la legislación vigente.
El programa de gobierno que presentó antes de la primera ronda de votaciones se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo — que el Congreso chileno aprobó este mes por una amplia mayoría — y promete endurecer la ya restrictiva legislación chilena sobre el aborto, que permite a una mujer interrumpir el embarazo solo en caso de violación, cuando el feto no va a sobrevivir o la salud de la madre está en riesgo.
El programa de 204 páginas destaca, en cambio, las “políticas de familia”, como los cursos matrimoniales, los incentivos para tener bebés y las subvenciones para la atención sanitaria de las mujeres casadas. La propuesta también pide que se elimine el Ministerio de la Mujer, postura de la que más tarde se retractó.
“Cuando uno comete un error tiene que disculparse y yo le pido perdón a cada una de las mujeres a las cuales les pudo haber afectado nuestro programa de gobierno”, dijo Kast, rodeado de partidarias, en un acto de campaña realizado este mes, en el que destacó las políticas que, según él, promoverían a las mujeres. “Lo hicimos mal, pedimos perdón, rectificamos y claramente vamos a mantener y potenciar el Ministerio de la Mujer”.
En cambio, Boric, de 35 años, parece aceptar la imagen que la extrema derecha le ha atribuido como el primer candidato presidencial “woke” de Chile.
En el estrado, se dirige a sus simpatizantes utilizando términos de género neutro que son populares solo entre un puñado de millennials chilenos y que no se encuentran en la gramática tradicional del español. Su pareja, soltera y activista, dijo que no está interesada en ser primera dama, un papel tradicional que cree que es obsoleto en la sociedad de Chile.
A diferencia de Kast, Boric se negó a aparecer en el programa online “Bad Boys”, conducido por el inesperado tercer candidato, Franco Parisi, quien obtuvo más del 13% de los votos de la primera ronda. Al rechazar la invitación, Boric citó la gran deuda que Parisi tiene con su exesposa por la manutención de sus hijos.
“Sé que electoralmente sería rentable, porque hay mucha expectación, lo vería mucha gente, podría tener un espacio para desarrollar nuestras propuestas, sin embargo, creo que en elecciones y en la vida en general uno tiene que guiarse por principios”, dijo.
Los últimos sondeos indican que las mujeres y los jóvenes prefieren en su mayoría a Boric, a veces hasta por 20 puntos.
“En una contienda tan reñida, un aumento de los votos de las mujeres jóvenes, que tienden a ser más de izquierdas y se sienten amenazadas por el discurso conservador de Kast, puede marcar una gran diferencia”, dijo Marcela Ríos, politóloga del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Chile que se ha centrado en cuestiones de género. “Todo depende de la participación”.
Sin embargo, fuera de la capital, donde los roles tradicionales de género han sufrido menos cambios, se desconoce el grado de apoyo real que tiene Boric entre las mujeres.
Sin duda, Boric no ha estado exento de críticas por su comportamiento hacia las mujeres en el pasado.
En julio, tras la victoria de Boric en unas primarias, una activista denunció lo que, según ella, fueron “hechos de violencia” protagonizados por el abanderado de la izquierda en 2012, cuando dirigía el sindicato de estudiantes de la Universidad de Chile.
“Es un cerdo que me acosaba cuando trabajé con él”, expresó la activista. No está claro lo que ocurrió, pero Boric se disculpó con la mujer que, a su vez, ha acusado a Kast de promover el incidente de forma “inescrupulosa y violenta”.
La madre de Boric dice que ella tiene parte de la culpa de que su hijo siga siendo machista.
“Fue criado por mí, básicamente con una mentalidad machista… porque así también fui educada”, dijo María Soledad Font en una entrevista en su casa del sur de Chile.
Pero con el tiempo, después de que Boric se fuera a estudiar la universidad a Santiago y ampliara sus horizontes, empezó a desprenderse de lo que ella llamaba el “viejo Gabriel”.
“Se puso el propósito de escuchar y a entender”, dijo Font, al mostrar la habitación de la infancia de su hijo, repleta de camisetas de fútbol enmarcadas, una foto del líder guerrillero cubano Ernesto “Che” Guevara y lemas de la Revolución Francesa pintados con spray. “Y es ahí donde vio la igualdad en cuanto a valores, en cuanto a capacidades, talentos”.
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Goodman reportó desde Miami
Claudio Monge contribuyó con este despacho desde Punta Arenas, Chile.