Los independentistas de Nueva Caledonia confirmaron este lunes sus advertencias y rechazaron la "legitimidad" del referéndum celebrado la víspera en este archipiélago del Pacífico Sur pese a su negativa a participar y que se saldó con la victoria de los partidarios de continuar en Francia.
Con un 43,90% de participación, una fuerte caída con relación a las dos consultas ya realizadas en virtud del proceso iniciado con los Acuerdos de Matignon (1988), el no a la independencia se impuso con el 96,49% de votos, frente al 3,51% del sí.
El Comité Estratégico Independentista de No Participación anunció en un comunicado que "no reconocen la legitimidad ni la validez de ese escrutinio que se les confiscó", al considerarlo contrario al "proceso de descolonización".
El ministro francés de Ultramar, Sébastien Lecornu, defendió en cambio en la radio France Inter la consulta pese a la baja participación, ya que "no se estableció un quorum" necesario en el acuerdo de Numea (1998), que completó los de Matignon.
En la misma línea, el presidente de la comisión de control de la votación, Francis Lamy, estimó que la abstención no afecta a la legalidad ni a la transparencia de la consulta, en la que no se detectó "ninguna irregularidad significativa".
Los independentistas habían llamado en vano a su aplazamiento a septiembre de 2022 al considerar que la epidemia de covid-19 que sacude el archipiélago desde septiembre les impedía desarrollar una "campaña justa" en pleno duelo.
Sin embargo, el gobierno francés consideró que se daban las condiciones sanitarias para celebrar el tercer y último referéndum pactado. Los dos anteriores se saldaron con la victoria del no a la secesión: 56,7% y 53,3%, respectivamente.
- Vía del diálogo en peligro -
El rechazo de los independentistas siembra la incertidumbre sobre la continuidad del proceso. En junio en París, los actores caledonios acordaron con el Estado que después de la consulta se abriría "un período de estabilidad y convergencia".
Este período debe preparar un "referéndum de proyecto" para junio de 2023, que debe concluir con un nuevo estatuto para esta región dentro de Francia, tras vencer el no. Sin embargo, el diálogo parece amenazado.
"La vía del diálogo se rompió por el empecinamiento de un gobierno francés incapaz de conciliar sus intereses geoestratégicos en el Pacífico y su obligación de descolonizar nuestro país", agregan los independentistas kanakos.
Además, el mapa de resultados muestra la persistente fractura política, geográfica y étnica: las regiones del sur y europeas votaron no a la independencia, mientras que la abstención se centró en las septentrionales zonas kanak.
"Esta votación (...) es globalmente un fracaso y complica la construcción de un destino común", analizó en su página en Facebook Alain Christnacht, antiguo consejero para ultramar del ex primer ministro Lionel Jospin (1997-2002).
Rodeado de deslumbrantes playas de arena blanca y aguas turquesas, Nueva Caledonia es uno de los pocos archipiélagos que Francia controla diseminados por el mundo, un legado de la construcción del imperio del siglo XIX.
Su estratégica posición en el Pacífico Sur quedó patente en los pasados meses cuando Francia se reivindicó como una nación del Indopacífico, tras un pulso diplomático con Australia y Estados Unidos, en la llamada "crisis de los submarinos".
"Francia es más bella porque Nueva Caledonia ha decidido quedarse" dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, tras conocerse los resultados. En un discurso solemne desde el Elíseo, pidió respetar el resultado de forma "humilde".
Los analistas avanzaban que una Nueva Caledonia independiente podría acercarse a China, que busca invertir en sus recursos mineros. Pekín ya es el mayor cliente para la exportación de metales desde Nueva Caledonia, en especial el níquel.
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