La joya más deslumbrante de Tasmania, un paraíso por descubrir

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ARCHIVO - Al caminar por Friendly Beach es imprescindible llevar gafas, el cuarzo casi puro de la playa produce un resplandor que enceguece. Foto: Florian Sanktjohanser/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto
ARCHIVO - Al caminar por Friendly Beach es imprescindible llevar gafas, el cuarzo casi puro de la playa produce un resplandor que enceguece. Foto: Florian Sanktjohanser/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto

Con destreza, Nick Delany salta entre las rocas de granito. Las olas pasan por debajo suyo, la espuma se levanta y salpica. Tres águilas marinas vuelan en círculo sobre él. Un espectáculo maravilloso.

Uno podría creer que, en sus 11 años como guía de caminatas para turistas, Delany ya vio todo. Pero ahora incluso él grita con entusiasmo. Porque dos águilas de cola de cuña se elevan sobre la selva. "Las mayores aves de rapiña de Australia", exclama Delany extasiado, por encima del estruendo del embate de las olas.

Con un poderoso batir de alas, los animales atacan a las aves más pequeñas y luego se alejan apresuradamente. La batalla en vuelo es el digno final de este recorrido, que forma parte de los Great Walks of Australia.

Durante cuatro días conduce el Freycinet Experience Walk por la península homónima en el este de Tasmania. Durante su recorrido se pasea por playas blancas, se trepa por colinas rosadas de granito y se sigue un antiguo sendero de los aborígenes a lo largo del acantilado.

Entre todas las joyas de Tasmania, Freycinet se destaca como la más mágica. La península fue protegida como parque nacional ya en 1916. Y la hizo famosa la Wineglass Bay, que fue elegida varias veces entre las 10 playas más bonitas del mundo.

Basta asomarse desde la plataforma de avistaje elevada sobre la bahía para entender porqué. Cuando Nick Delany subió por primera vez aquí durante su infancia, el sendero aún era rocoso. Actualmente, un cómodo camino de piedras serpentea entre rocas de granito, eucaliptos, casuarinas y árboles de té.

Delany lleva polainas junto con el pantalón corto. "Existen tres tipos de víboras en Tasmania", apunta. "Y todas son venenosas". ¿Y dónde se las encuentra principalmente? "Por todos lados. Pero tienen un buen temperamento. Hacen todo lo posible por desviarse de tu camino".

Afortunadamente no hay víboras para ver durante este día. Tampoco hay muchos turistas, por lo que el panorama desde la plataforma, fotografiado miles de veces, se puede disfrutar sin obstáculos: una media luna de arena blanca abraza la bahía turquesa. En las colinas de los alrededores, las rocas redondas y hendidas se alzan entre la densa maleza.

Hasta mediados de la década de 1840, había una estación de caza de ballenas en este lugar. En pocas décadas, sus barcos cazaron las ballenas francas del sur casi hasta la extinción. La sangre de las ballenas teñía la bahía de rojo, de ahí el nombre de Wineglass Bay.

Tasmania es un lugar duro. Los australianos del continente hace tiempo que miran con cierto desprecio a los habitantes de Tasmania, los provincianos. Pero, a más tardar desde que el jugador profesional de juegos de azar David Walsh construyó, con muchos millones, el sensacional museo MONA (Museum of Old and New Art), repleto de arte provocador, la isla se puso de moda.

Viajeros de todo el mundo llegan para observar la espectacular naturaleza, comer ostras y tomar vino. Por todas partes en la isla se ampliaron los caminos de senderismo y se construyeron cabañas. 

El "Friendly Beaches Lodge", sin embargo, campamento de base de este tour, se esconde desde hace casi 30 años en el bosque, detrás de una playa con una extensión de kilómetros.

Desde el exterior, los bungalows de madera parecen sencillos. No hay cimientos de hormigón ni aislamiento, ni señal de telefonía móvil ni wifi. La electricidad es suministrada por paneles solares, la cocina y el refrigerador funcionan a gas. Y se calefacciona con leña.

Lo que lleva a los viajeros a este lugar se promociona como "lujo para transitar descalzo". Por la noche, entre ostras y champán, los huéspedes se relatan junto al fuego de la chimenea lo que han vivido ese día. Una zarigüeya corretea por la terraza de madera. A la vez, se oyen las olas rompiendo abajo en la playa.

En la vecina Bluestone Bay comienza el secreto sendero de la cresta, que el propio organizador de la Freycinet Experience se encarga de mantener en buen estado. "Dejamos que los visitantes se dispersen aquí para que no pisen un camino reconocible en la hierba", explica Delany.

El sendero boscoso, acolchado con agujas de casuarina, tiene una pendiente moderada para ascender. En la cumbre, Delany camina a través de un bosque escaso a lo largo de una cresta.

"Probablemente se trate de una antigua ruta del pueblo de Oyster Bay Nation", dice. Los aborígenes se desplazaban por este camino en otoño hacia la costa, donde el clima es más suave.

Este sendero conduce relajadamente por la costa a 200 metros sobre el Pacífico. Y, una y otra vez, el bosque se abre para ofrecer vistas grandiosas del mar centelleante y los acantilados. Mientras tanto, la boronia de flor blanca huele a especias y cucaburras aliazul levantan vuelo.

Uno pasea durante horas por el encantador sendero costero en las ventiladas alturas hasta que un camino de tierra conduce nuevamente al llano.

Sin embargo, no se torna aburrido. Se camina a lo largo de una laguna en la que se mece un ejército de cisnes negros. Y, finalmente, se sale a una playa de un blanco cegador, en el sentido más estricto de la palabra.

En los años 90, una empresa quiso dragar el cuarzo casi puro de las Friendly Beaches. Los habitantes de Tasmania protestaron airadamente, tras lo cual el gobierno amplió el Parque Nacional para incluir la playa de siete kilómetros de longitud. El paseo de esplendor blanco permaneció, por lo tanto, intacto.

Informaciones útiles

La temporada para recorrer los caminos de senderismo se extiende entre noviembre y abril. Por lo general la época más calurosa es en febrero y marzo.

Actualmente los europeos no pueden realizar viajes turísticos a Australia. Aún se desconoce la fecha en la que volverán a abrirse estas fronteras.

Para llegar a este destino, desde Europa se viaja a través de Sydney o Melbourne hacia Hobart. Desde allí, los huéspedes de la Freycinet Experience son llevados por bus al lodge. Los buses de Calow's Coaches unen Hobart y Launceston y se detienen en el Parque Nacional Freycinet.

La caminata de cuatro días de Freycinet Experience se reserva junto con las pernoctaciones, pensión completa y transfers. Quien quiera caminar por su propia cuenta por el Parque Nacional, puede transitar el Freycinet Peninsula Circuit, de 27 kilómetros, durante dos a tres días.

Los tres campings cerca de la localidad Coles Bay deben ser reservados a través del Parque Nacional. Para ello, es necesario comprar un Parks Pass.

dpa

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