TEGUCIGALPA (AP) — Para muchos hondureños, las elecciones del domingo girarán en torno a quitarle el poder a un partido cuyos gobiernos son percibidos ampliamente como responsables de haber profundizado la corrupción y obligado a decenas de miles de personas a huir del país, muchas hacia Estados Unidos.
Expulsar al Partido Nacional, al que pertenece el presidente Juan Orlando Hernández, tras 12 años de gobiernos sucesivos es más importante para ellos que quién asumirá el poder cuando se haya ido. La animosidad hacia Hernández es tan intensa que, durante varios años, los migrantes que salen de Honduras han coreado “¡Fuera JOH!”, en referencia a sus iniciales.
Hay muchas quejas contra Hernández y su partido. La vida en el país, que ya de por sí era difícil, se ha vuelto aún más difícil para mucha gente. Honduras fue azotada por dos huracanes devastadores en 2020. La pandemia de COVID-19 elevó el nivel de desempleo a 10,9% el año pasado, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística. La economía se contrajo en 9%, según el Banco Mundial. Y pandillas callejeras gobiernan franjas de territorio por medio de la intimidación.
Hernández también se ha convertido en un motivo de vergüenza nacional. Fiscales federales de Nueva York lo han acusado de manejar un narco-Estado y de valerse del dinero de las drogas para impulsar su ascenso político. El mandatario ha rechazado todas las acusaciones y no se le han imputado cargos formales, pero eso podría cambiar una vez que deje el puesto.
Y muchos creen que Hernández no es su presidente legítimo. Un tribunal favorable a él soslayó una prohibición constitucional a la reelección, y Hernández ganó unos comicios en 2017 llenos de irregularidades, pero que a pesar de ello fueron reconocidos rápidamente por el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump.
Así que el candidato del Partido Nacional en las elecciones del domingo, el alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura, ha enfrentado vientos en contra en su campaña para suceder a Hernández.
Fiscales hondureños también lo acusan de desviar más de 1 millón de dólares en fondos públicos para su uso personal, pero la Corte Suprema de Justicia ha puesto el caso en espera hasta que el Tribunal Superior de Cuentas investigue.
Por mucho que lo ha intentado, Asfura no ha logrado sacudirse el estigma de Hernández. En un mitin reciente en Tegucigalpa, Asfura manifestó: “Yo soy diferente”.
La fortaleza del Partido Nacional es su capacidad para distribuir prestaciones y movilizar electores, incluyendo a unos 200.000 empleados gubernamentales, por lo que Asfura continúa en la pelea. Cualquiera de los 14 candidatos que obtenga la mayor cantidad de votos el domingo será el ganador; no hay segunda vuelta.
Las encuestas le dan a Xiomara Castro las mayores probabilidades de vencer a Asfura. Es el tercer intento de Castro por llegar a la presidencia. Perdió ante Hernández la primera vez que se postuló, y luego abandonó la contienda en 2017 cuando se unió a la coalición que respaldaba al presentador de televisión Salvador Nasralla, quien este año cedió en sus aspiraciones para respaldarla.
Castro, de 62 años y candidata por el Partido Libertad y Refundación, de tendencia izquierdista, es esposa del expresidente José Manuel Zelaya, que había causado molestia entre la clase dominante hondureña y en Estados Unidos al forjar vínculos estrechos con el presidente venezolano Hugo Chávez. Fue derrocado en un golpe militar en 2009. Los oficiales justificaron su caída bajo el argumento de que planeaba violar la misma prohibición constitucional a la reelección que Hernández ignoró posteriormente.
Zelaya también ha enfrentado acusaciones de corrupción. Cuando un narcotraficante hondureño fue sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos en 2019, el fiscal estadounidense Geoffrey S. Berman dijo que el acusado había pagado millones de dólares en sobornos a funcionarios gubernamentales, incluyendo 2 millones a Zelaya, una acusación que éste refutó.
La campaña de Castro se ha enfocado en la necesidad de desmantelar la estructura de poder existente, y ha vinculado a Asfura con Hernández cada vez que ha podido.
“A Honduras lo califican como un narco-Estado por esta mafia que nos gobierna y por la que también nos señalan como el país más corrupto de América Latina", manifestó Castro en un evento reciente de campaña. "Pueblo hondureño, este es el momento de decir basta ya a la miseria, a la pobreza y la exclusión que hoy vive nuestro país”.
Durante años, la relación de Estados Unidos con Honduras ha girado en torno a la disposición de Tegucigalpa a cooperar en la guerra contra las drogas al ser un punto crucial de transbordo de cocaína destinada a los mercados del norte y en ayudar a contener la migración. Pero fiscales estadounidenses han mostrado que, aunque el gobierno estaba apoyando en la incautación, sus políticos se estaban beneficiando de las ganancias de la venta de drogas y ayudando a proteger otros envíos. A este respecto es notable el caso del exlegislador Juan Antonio “Tony” Hernández, hermano del mandatario, que fue sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos.
El gobierno del presidente estadounidense Joe Biden ha seguido padeciendo dificultades por la llegada de migrantes centroamericanos a la frontera suroccidental del país, muchos de ellos provenientes de Honduras. La vicepresidente Kamala Harris ha dicho que la corrupción en la región es uno de los problemas clave que están impulsando la salida de personas.
De acuerdo con el informe El Pulso de la Democracia del Barómetro de las Américas correspondiente al 2021, elaborado por la Universidad Vanderbilt y publicado este mes, más de la mitad de los encuestados en la nación de 9,3 millones de habitantes expresaron su deseo de vivir o trabajar en el extranjero, 30 puntos porcentuales más que en 2004.
Además de presidente, los hondureños también elegirán un nuevo Congreso y a sus representantes para el Parlamento Centroamericano.
Luis Vásquez, un técnico en sistemas de 43 años en Tegucigalpa, dijo que estaba decepcionado de todos los candidatos.
“No hay una opción de propuestas en las que podamos confiar; sólo es más de lo mismo”, manifestó. Pero sí está seguro de que no le dará su voto al Partido Nacional, “por el alto índice de corrupción que ha demostrado”.
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Sherman reportó desde Ciudad de México.