Mesetas (Colombia), 22 nov (EFE).- A Yaritza Paniagua le encomendaron hace cinco años ser una de las líderes de la Comisión de Búsqueda de Desaparecidos de las antiguas FARC, una de las tareas más importantes del acuerdo de paz colombiano que se hace difícil porque las víctimas se cuentan por decenas de miles.
Por sus más de 20 años en la guerrilla, la mujer conoce bien las selvas y montañas donde las FARC tenían presencia y control y donde yacen algunas de las 80.000 víctimas de desaparición forzada que el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) calcula que hubo durante más de cinco décadas de conflicto.
Una de ellas es el departamento del Meta, donde Yaritza vive desde que dejó las armas, y es desde su casa, en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Mariana Páez, del municipio de Mesetas, donde organiza la titánica labor.
Mientras la mayoría de sus antiguos compañeros en la guerrilla se dedica a la agricultura, la piscicultura o la ganadería en ese rico territorio donde los Llanos Orientales se juntan a la Serranía de La Macarena, Yaritza procesa papeles e información que recibe para buscar a los desaparecidos.
Esa labor, según cuenta a Efe, es la que le asignaron tras ser indultada y salir de prisión por la firma del acuerdo de paz del 24 de noviembre de 2016.
PROCESO LARGO
La Comisión de Búsqueda de Desaparecidos de las antiguas FARC recibe solicitudes para encontrar víctimas de parte de la oficial Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y de organismos como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), así como de familiares de guerrilleros que murieron durante el conflicto y que por temor nunca acudieron a las autoridades.
"Hubo muchos que desaparecieron en medio de la guerra, cuando hubo ajusticiamiento y sus cuerpos desaparecieron. Pero hoy que estamos en este trabajo vemos que la mayor parte de los desaparecidos que buscamos son nuestros mismos compañeros porque sus familias nunca pudieron reportarlos en ninguna parte", dice Yaritza.
Las familias deben llenar un formulario para solicitar la búsqueda y luego la Comisión busca testimonios de exguerrilleros y campesinos y, a través de sus redes, tratan de "recaudar información que contribuya a encontrar los desaparecidos durante el conflicto".
La comisión ha logrado reconstruir "eventos grandes" como enfrentamientos entre el Ejército y las FARC en los que pudo haber desaparecidos, hechos que ocurrieron hace muchos años pero cuyo recuerdo sigue vivo.
"Hay casos donde en un bombardeo hubo 20 muertos y el Ejército levantó (los cadáveres), se los llevó, pero hasta el día de hoy no se sabe dónde están", ejemplifica Yaritza, que perdió a su hermano, Fabián Paniagua, en uno de esos bombardeos.
La labor de los reincorporados acaba cuando, tras una búsqueda, dan la información sobre el punto en el que creen que puede haber cuerpos; la UBPD o el CICR son los que hacen el levantamiento.
LA ESPERANZA DE ROSA
A sus 56 años Rosa Rodríguez no ha podido sanar del todo las heridas que el conflicto armado abrió en su vida.
Esta mujer, que vivió durante muchos años en una zona rural de Vista Hermosa (Meta), sufrió el asesinato de su esposo a manos de grupos paramilitares y luego la desaparición de su hijo, que fue reclutado por las FARC y pudo morir en un bombardeo del Ejército, aunque ella guarda la esperanza de que aún esté vivo.
"Él desapareció en noviembre de 2006. Después de que la guerrilla se desmovilizó, me comentaron que él quedó en un combate en La Cooperativa (Vista Hermosa) y esta es la fecha en que no sé nada de mi hijo, qué pasó, si de verdad cayó en ese combate o dónde está", cuenta a Efe.
La mujer que vive en una barriada de Villavicencio, la capital del Meta, hace parte de una asociación que ayuda en la búsqueda de desaparecidos.
"Si a mí me dicen: 'venga que ya encontramos los restos de su hijo', ya uno se aquieta y dice 'lo encontré'. Descansa uno, porque la verdad yo no descanso porque tengo la incertidumbre de si está vivo o muerto", dice con voz entrecortada.
RESULTADO DE LA BÚSQUEDA
Yaritza, cuyo nombre de nacimiento es Dilsia Quintero, pero decidió mantener el alias que eligió cuando entró a las FARC, dice que "este proceso ha sido muy complejo por las dinámicas de los territorios" y la violencia creciente en algunas zonas de Colombia.
Pero el trabajo da sus frutos. La UBPD, gracias a sus aportaciones, encontró en San Juanito (Meta), un cuerpo que podría ser de un miembro del matrimonio Angulo Castañeda, secuestrados hace 21 años cerca de Bogotá por las FARC.
Yaritza reflexiona sobre lo que significó la desaparición forzada durante el conflicto y su nuevo rol como buscadora: "Todo esto lo humaniza a uno más y lo sensibiliza en torno a esta situación".
"En la guerrilla uno no veía tan duro este tema de la desaparición, en medio del conflicto y del resentimiento, del odio, cuando veía uno que le mataban a sus compañeras y compañeros (...) Uno no tenía en cuenta que eso iba a causar tanto dolor", concluye.