Capo, deca, nero: las claves para disfrutar de Trieste tomando café

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ARCHIVO - El interior del Antico Caffè Torinese predispone a disfrutar del café. Foto: Alexandra Stahl/dpa
ARCHIVO - El interior del Antico Caffè Torinese predispone a disfrutar del café. Foto: Alexandra Stahl/dpa

No es que se necesite un diccionario para ordenar un café en Trieste. Quien pide "un caffè" recibirá uno, aunque revelará de inmediato que se trata de un turista.

Por eso, si no se quiere llamar la atención, hay que practicar un poquito: en la ciudad portuaria del noreste de Italia un expresso es "un nero", uno con un poquito de leche "un capo" y uno con un poco de espuma de leche, "un giocciato". Si se quiere beber el café en vaso en vez de en una taza, hay que agregar un "in b" ("in bicchiere" significa "en vaso"). ¿Está claro?

En Trieste hay un museo del café, una feria del café y una escuela de café. Y también muchos cafés y casas de repostería tradicionales. El café forma parte de la ciudad. Si bien ya no queda mucho del antiguo poderío de este urbe, su industria cafetera sigue en pie.

Hasta hoy en día, el puerto de Trieste destina unos 40.000 metros cuadrados de superficie a esta materia prima. Solo se comercia más café en Italia en el puerto de Génova. En Trieste se toman al parecer 1.500 tazas por cabeza al año, claramente más que en el resto del país.

Diez tazas al día no son problema

El Antico Caffè Torinese, cerca de la Piazza della Borsa, es uno de los cinco cafés de la ciudad que figura en la lista nacional de "locali storici" y se cuenta con ello entre los locales más antiguos de Italia. El mostrador de mármol y la araña son originales del año de apertura, 1919. Detrás de la barra no solo se prepara café, sino también cócteles.

Cuando se le pregunta a las mujeres que se encuentran detrás del mostrador cuántos cafés toman al día, la respuesta sorprende. "Cinque" (cinco), dice Giada Balanzin, de 23 años, pero su colega, Adel Flores, de 23, la supera: "Sei" (seis), contesta. Y su jefe toma incluso más: "dieci", contestan al unísono. Diez.

El café es en Trieste un lugar en el que habita el alma, afirma el marketing de la ciudad, pero también Roberto Morelli, jefe de marketing de la marca Illy. La empresa cafetera fue fundada en 1933 en Trieste. Su actual jefe, Andrea Illy, al parecer tomó su primera taza de café a los cuatro años.

El café se toma rápido y de pie

El tour cafetero continúa al día siguiente, en el Caffè Stella Polare, otra de las cinco casas tradicionales. El café se toma en la barra, rápido y de pie, como se hace por lo general en Italia.

"Buongiorno, caffè?", pregunta el barista en cuanto se ingresa al café. "Un capo in b, per favore", pide un cliente y recibe de inmediato un vaso con un expresso con un chorrito de leche.

Afuera, en el Canal Grande, se encuentra James Joyce (1882-1941), o mejor dicho, su monumento. El escritor irlandés vivió en Trieste entre 1905 y 1915. No hay café en la ciudad que no afirme que el escritor estuvo alguna vez allí. Incluso se cuenta que Joyce escribió su obra maestra, "Ulises",  en la confitería Pirona, abierta en 1900.

Actualmente, ya solo se puede ver a Joyce en las fotos que cuelgan en las cafeterías, como si mirara hacia la pastelería típica de Trieste que se ofrece allí y que también se puede comprar en cualquier supermercado. El barista ofrece un "giocciato", un expresso con espuma de leche, para acompañar algo dulce, a la vez que exclama: "Non ho tempo!" ("¡No tengo tiempo!").

El barista corre entre la máquina de expresso, el lavavajillas y la caja, toma pedidos, prepara nuevas bandejas. Sus colegas sacan tortas frescas de la cocina y las colocan en las vitrinas de vidrio. En los tres segundos en los que no tiene nada que hacer, revela que durante el día solo toma unas moderadas tres tazas de café y que se llama Massimo.

Hacer fila por un "deca"

El recorrido sigue hasta la Piazza dell'Unità d'Italia, que al parecer es la plaza más grande de Europa con una vista abierta hacia el mar. Allí se encuentra el Caffè degli Specchi, el café más grande de Triste.

Fue inaugurado en 1839 y fue alguna vez el punto de encuentro de los irredentistas, los promotores de la unidad italiana y más tarde, después de la Segunda Guerra Mundial, cuartel de la Marina británica. De acuerdo con su encargado, se sirven allí 900.000 tazas de café al año.

Quien quiera entrar a visitarlo debe hacer fila. Desde el fondo del café hay una buena vista sobre el lugar, en el que hay una mezcla distendida de turistas y locales: señoras mayores con sus pequeños perros, parejitas jóvenes con grandes valijas, personas leyendo el diario, gente que desayuna con una copita de vino blanco.

Para variar un poco, se puede pedir un "capo deca in b". "Deca" es la forma en que se describe un descafeinado y es la abreviación de "decaffeinato".

En el Caffè Tommaseo, justo al lado, las cosas son algo más fáciles. Se trata del café más antiguo de Trieste y fue inaugurado en 1830. En el frente hay una lista con especialidades en café: además de "capo" y "nero", hay creaciones con ginseng o licor al igual que en los otros cafés.

Los camareros usan chaquetas blancas y guantes de tela, pero no son tan rígidos como hace presuponer su vestimenta. El interior es elegante: pisos de parquet, estuco, mostradores de vidrio. Una suave música de piano.

Igual de elegante es el Antico Caffè San Marco, en la Via Cesare Battisti, inaugurado en 1914, el último de los cinco cafés históricos. O en la pastelería más antigua de Trieste, La Bomboniera.

El recuerdo de mejores épocas

En toda la ciudad es posible encontrar escaparates con balanzas, molinillos y cafeteras antiguas, aunque ya no están las tiendas que los vendían.

"A primera vista, la ciudad se ve activa y bulliciosa, pero por debajo de esto, todo es muy lento", dice Alberto Polojac. Reconoce tomar más de diez tazas de café al día.

Su escuela de café tiene un simpático logo inventado por el mismo: una vaina de café con bigote y un sombrero, "Mr Bloom". Ese es también el nombre de su escuela, la Bloom Coffee School, cerca de la estación de tren de Trieste. Allí, Polojac ofrece entrenamiento a hombres de negocios pero también para personas que simplemente están interesadas en el café.

Polojac se crió con el aroma de las vainas de café. No con las molidas, sino con las enteras con las que ya comerciaba su abuelo. Este hombre de 44 años afirma que la mayoría de las personas ni siquiera sabe que el café es un fruto y solo conocen el producto del supermercado.

Le gustaría que vuelva a haber más tostaderos de café tradicionales en Trieste, como en la época de su abuelo. Y que la ciudad haga más con su enorme herencia.

Información sobre Trieste

Desde Europa, se puede llegar a Trieste tanto en avión como en tren.

Cafés y pastelerías tradicionales: Antico Caffè Torinese, Corso Italia 2; Antico Caffè San Marco, Via Cesare Battisti 18; Caffè Degli Specchi, Piazza dell’Unità d’Italia 7; Caffè Tommaseo, Piazza Nicolò Tommaseo 4; Caffè Stella Polare, Via Dante Alighieri 14; confitería Pirona, Largo della Barriera Vecchia 12; pastelería La Bomboniera, Via Trenta Ottobre 3; Museo del Café de Trieste: Museo del Comercio, Via San Nicolò 7, actualmente cerrado. Museo provisorio en la Via Aldo Manuzio 10B, apertura por pedido (pistrinig@hotmail.com).

Ingreso y situación por el coronavirus: Al llegar, los adultos y los niños a partir de los seis años deben llenar un formulario online y presentar un certificado de vacunación, recuperación o un test negativo de coronavirus. Una vez allí se necesita el "pasaporte verde" para visitar museos y restaurantes. También rige el certificado de la Unión Europea (UE).

dpa

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