El primer ministro libanés Najib Mikati pidió el jueves a los partidos políticos que acaben con las diferencias que paralizan la acción del gobierno y que hagan lo necesario para resolver la grave crisis diplomática con Arabia Saudita.
La semana pasada, Arabia Saudita llamó a su embajador en el Líbano y pidió la salida del embajador libanés en Riad como forma de protesta por las críticas de un ministro del gobierno de Mikati ante la intervención saudita en Yemen.
Aliados de Arabia Saudita como Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Kuwait también tomaron medidas diplomáticas contra Líbano a raíz de esta crisis.
"Pido a todos que hagan lo necesario para lograr una solución" declaró Mikati, que pidió al autor de las declaraciones, el ministro de Información, George Kordahi, "que ponga por delante el interés nacional y tome la decisión correcta". Una petición velada a su dimisión.
Esta crisis diplomática ha debilitado al gobierno formado en septiembre en el Líbano, muy inestable desde hace tres semanas por la petición del partido proiraní Hezbolá (y sus aliados) de remplazar al juez encargado de la investigación por la explosión del puerto de Beirut en 2020, que dejó más de 200 muertos.
El primer ministro, suní, criticó sin le nombrar a Hezbolá, chií, que rechaza la dimisión de Kordahi, al afirmar que "el país no puede estar gobernado por el lenguaje desafiante y la arrogancia".
Peso pesado de la política libanesa, el movimiento Hezbolá está armado y financiado por Irán, país chií, gran rival regional de Arabia Saudita, país suní.
Riad consideró el viernes pasado que "la hegemonía del grupo terrorista Hezbolá en las decisiones del Estado libanés habían convertido a Líbano en una base para llevar a cabo proyectos por otros Estados que no quieren el bien de este país ni de su pueblo", en una evidente alusión a Irán.
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