RIAD, Arabia Saudí (AP) — La transición hacia fuentes de energía renovables causa escozor en la Península Arábiga, donde las monarquías del Golfo Pérsico encaran dos escenarios de pesadilla asociados con el cambio climático, que comprometen su misma supervivencia.
Por un lado, que el mundo deje de quemar petróleo y gas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, privándolas del principal sustento de sus economías. Por el otro, que las temperaturas del mundo sigan subiendo y hagan inhabitables sus territorios en medio del desierto.
La estabilidad política de los seis estados del golfo (Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Catar, Kuwait, Bahréin y Omán) depende de los combustibles fósiles. Y de sus exportaciones sobre todo a China y la India, que van a necesitar cada vez más en las próximas dos décadas.
“La acción climática es un problema casi existencial para una monarquía absoluta que depende de las exportaciones de petróleo”, expresó Jim Krane, autor de “Energy Kingdoms: Oil and Political Survival in the Persian Gulf” (Los reinos energéticos: El petróleo y la supervivencia política del Golfo Pérsico), aludiendo a las medidas para combatir el cambio climático.
“Necesitan que la acción climática tenga éxito sin afectar el mercado del petróleo. Va a ser difícil enhebrar esa aguja”.
Arabia Saudí, los Emiratos y Bahréin se comprometieron este mes a alcanzar un cero neto en sus emisiones de gases con efecto invernadero dentro de sus territorios, al tiempo que siguen exportando combustibles fósiles.
Fue un anuncio importante para los saudíes, cuyas exportaciones satisfacen una décima parte de la demanda mundial. Tiene una reserva de 265.000 millones de barriles, valuados en 22.500 billones de dólares al precio actual. Ha dicho que extraerá hasta la última gota de petróleo, pero podría encontrarse con que ya no hay demanda en un mundo que apuesta a formas alternativas de energías renovables.
El dinero del petróleo ha permitido a las monarquías del golfo contar con ejércitos, ofrecer buenos empleos públicos a la ciudadanía, atención médica y educación gratis, y buenas pensiones, además de influencia en el exterior.
Sin este sistema clientelar, las monarquías del golfo podrían verse obligadas a permitir una mayor participación política o a tornarse más represivas, según Krane, miembro del Instituto Baker para Políticas Públicas de la Universidad Rice de Texas.
El compromiso de llegar a un cero neto en las emisiones busca incorporarlos al ámbito de las energías limpias por más que sigan exportando gas y petróleo.
En el reciente Foro de la Iniciativa Verde saudí llevado a cabo en Riad, el enviado especial estadounidense John Kerry dijo ante un salón lleno de príncipes y princesas de la región que la acción climática puede crear “la oportunidad comercial más grande que ha visto el mundo”.
“Será la transformación más grande que ha habido en el planeta desde la revolución industrial, si la llevamos a cabo”, manifestó Kerry.
El compromiso de un “cero neto” es vital para que las elites del golfo sigan teniendo influencia en conferencias como la COP26, en las que se elaboran las políticas hacia el clima, según Ellen Wald, del Consejo Atlántico y autora “Saudi Inc.”.
“Es importante para ellas tener un lugar en la mesa y ser tomadas en serio en estas conferencias porque de este modo tienen voz” en las decisiones, manifestó.
Arabia Saudí es uno de varios países que se movilizan de cara a la cumbre de la COP26, tratando de cambiar el lenguaje sobre las emisiones, aparentemente tratando de suavizar un informe que difundirá un panel de científicos de las Naciones Unidas sobre el calentamiento del planeta, de acuerdo con documentos que fueron filtrados.
Los estados del Golfo Pérsico promueven tecnologías que capturan carbono en lugar de la eliminación de los combustibles fósiles.
Greenpeace, que obtuvo los documentos filtrados, dice que esas tecnologías todavía no han sido debidamente comprobadas y que permitirían a los países emitir más gases con efecto invernadero con la excusa de que posteriormente serán eliminados de la atmósfera.
Mientras tanto, empresas energéticas estatales como Aramco (Arabia Saudí), ADNOC (de Abu Dhabi) y Qatar Petroleum (rebautizada Qatar Energy) siguen con sus planes de reducir sus emisiones y reforzar sus inversiones en productos petroquímicos usados en fertilizantes, plásticos, gomas y otros polímeros con mucha demanda.
Aramco, de lejos la petrolera más grande del mundo, dijo que alcanzará un cero neto en sus operaciones para el 2050. ADNOC ha dicho que reducirá sus emisiones de gases con efecto invernadero un 25% para el 2030.
Qatar Petroleum ya ha despachado un cargamento de gas LNG carbono neutral a Singapur y planea incorporar tecnología de captura de carbono, de acuerdo con el Instituto de los Estados del Golfo Pérsico con sede en Washington.
La OPEP pronostica que el petróleo seguirá siendo la principal fuente de energía hasta el 2045. Considera que solo el 20% de los automóviles serán eléctricos para entonces.
El CEO de ADNOC, sultán Sultan Al-Jaber, dijo en el foro de Riad que la transición hacia fuentes de energía alternativas tomará tiempo y que no se puede hacer a un lado al petróleo y el gas.
“No se puede, de la noche a la mañana, hablar de una transición energética e ignorar totalmente o subestimar el aporte del petróleo y el gas para satisfacer la demanda mundial”, expresó Al-Jaber, quien destacó que los combustibles fósiles satisfacen hoy el 80% de la demanda.
El ministro de energía de Catar, Saad al-Kaabi, declaró a la prensa que muchos países que asumen el compromiso de llegar a un cero neto probablemente no tengan idea de cómo hacerlo.
“Venir y decir ‘cero neto para el 2050’ suena muy sexy”, manifestó. “Se ve muy bien en los diarios, pero no es lo indicado”.
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Aya Batrawy está en https://twitter.com/ayaelb