Obligadas a huir de Afganistán tras la vuelta al poder de los talibanes, jugadoras de la selección femenina de fútbol fueron acogidas con sus familias en Portugal, donde pudieron volver a entrenarse esta semana en un estadio de las afueras de Lisboa.
"Me cuesta creerlo. ¡Estoy tan contenta de volver a jugar!", dice a AFP Omul Banin Ramzi, una jugadora del equipo juvenil, tras la primera sesión de entrenamiento este jueves en un estadio de Odivelas, al norte de Lisboa.
"La situación en Afganistán era muy difícil (...) estoy muy feliz de estar en Portugal, el país de Cristiano Ronaldo", dice esta joven con una amplia sonrisa, su camiseta roja y una cinta negra en la cabeza, añadiendo que sueña con ver a la estrella portuguesa.
A su lado, su padre la contempla orgulloso. Como él, otros allegados a las jugadoras han podido asistir a esta primera sesión de entrenamiento desde hace seis meses, sentado en el césped en una esquina del campo.
Las jugadoras y sus familias llegaron a Portugal el 19 de septiembre pasado con un grupo de 80 refugiados afganos y alojadas provisionalmente en hoteles.
La víspera, las jóvenes futbolistas se habían reunido con su capitán Farkhunda Muhtaj, que viajó desde Canadá para traerles material deportivo, dirigirlas en las primeras sesiones y preparar su próximo partido amistoso el sábado contra el equipo femenino del Benfica.
"Queda mucho trabajo", explica Muhtaj, de 23 años, que volverá a Canadá próximamente, aunque espera poder seguir entrenándose regularmente.
La salida de Afganistán de Omul y sus compañeras no fue fácil. Las jugadoras habían intentado huir en varias ocasiones desde mediados de agosto, pero su partido sólo fue posible "gracias a una operación conjunta de las autoridades estadounidenses y portuguesas", había afirmado el gobierno luso en una nota.
Desde su regreso al poder en Afganistán el 15 de agosto pasado, los talibanes han dejado entrever que las mujeres podrán practicar deporte, pero bajo algunas condiciones estrictas, especialmente la de no ser vistas por el público.
En su primer periodo en el poder entre 1996 y 2001, el movimiento islamista había prohibido a las mujeres practicar deporte o asistir a partidos.
Varias decenas de miles de afganos han huido del país desde el regreso al poder de los talibanes por temor a represalias.
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