FORT MCCOY, Wisconsin, EE.UU. (AP) — Un grupo de periodistas pudo echar un vistazo el jueves a la vida que llevan los refugiados afganos en una instalación del ejército en Wisconsin, donde vieron a los recién llegados jugar fútbol con los soldados y llevar alimentos a las barracas en donde se alojan mientras esperan a que su nueva vida en Estados Unidos comience de verdad.
El Ejército de Estados Unidos y el Departamento de Estado guiaron a un grupo de periodistas en una visita estrechamente controlada por Fort McCoy, un puesto de entrenamiento situado a unos 241 kilómetros (150 millas) al noroeste de Milwaukee.
El fuerte es una de las ocho instalaciones militares en todo el país que alojan de manera temporal a las decenas de miles de afganos que se vieron obligados a huir de su país en agosto, después de que Estados Unidos retirara sus fuerzas de Afganistán y los talibanes tomaran el control.
Casi 13.000 fueron enviados a Fort McCoy, donde se han ido aclimatando a Estados Unidos y se han sometido a revisiones de antecedentes antes de que los funcionarios federales les ayuden a reubicarse en hogares de mayor permanencia.
Las preguntas sobre las condiciones en el lugar han salido a la luz en las últimas semanas, una vez que las representantes demócratas, Gwen Moore e Ilhan Omar, pidieron una investigación después de que el Wisconsin State Journal reportara que muchos afganos no habían recibido ropa nueva y tenían que hacer largas filas para recibir alimentos.
Por su parte, algunos republicanos cuestionaron si los refugiados estaban siendo investigados como es debido después de que uno de ellos fuera acusado de tener contacto sexual con un menor y otro fuera acusado de agredir a su esposa.
El jueves, los funcionarios se turnaron para decir a los periodistas que todo iba bien en ese lugar. Acompañaron a los reporteros entre las filas de los cuarteles que albergan a los evacuados y se detuvieron a observar un partido de fútbol entre afganos y soldados.
Había niños por todas partes –el general de brigada Christopher Norrie, dijo que son casi la mitad de los refugiados en el fuerte– y llevaban todo tipo de ropa, desde su atuendo nativo hasta sandalias, pantalones cortos y chaquetas.
Las familias colgaron la ropa en las cercas para que se secara. Los alojamientos tienen calefacción y agua caliente y el puesto ofrece ocho lavanderías de autoservicio, pero Norrie dijo que lavar y secar la ropa en casa es un acto de unión para los afganos.
Las aceras estaban cubiertas con dibujos de tiza hechos por los niños. Los reporteros pudieron observar por un instante una clase en la que afganos de todas las edades aprendían a utilizar el inglés para comprar algo en una tienda.