WASHINGTON (AP) — En una entrevista con la AP, el nuevo jefe de la Policía del Capitolio reveló que a pesar de las medidas de seguridad implementadas tras el asalto del 6 de enero, las amenazas contra el recinto legislativo solamente han aumentado.
“No nos podemos dar el lujo de ser complacientes”, manifestó en la entrevista J. Thomas Manger, comandante de la guardia protectora del recinto legislativo estadounidense.
Añadió que las amenazas han ascendido a niveles sin precedente, miles más que hace apenas pocos años. Afirma que de enero a marzo se han recibido unas 4.100 amenazas contra el Congreso y que probablemente habrá más de 9.000 para todo el año.
“Nunca hemos tenido tantas amenazas contra los legisladores como las que tenemos hoy en día”, expresó Manger.
“Es evidente que, en cuanto a nuestra responsabilidad de proteger a los legisladores, tenemos más trabajo que antes”, añadió.
Manger enfatizó que la guardia legislativa ha mejorado su capacidad de recaudar inteligencia, luego de recibir fuertes críticas por no estar preparada ante el asalto de ultraderechistas y fanáticos del entonces presidente Donald Trump el pasado 6 de enero.
Pese a pistas de que supremacistas blancos y otros ultraderechistas estaban planeando manifestaciones violentas ese día, la guardia del Capitolio fue tomada por sorpresa y se vio rápidamente abrumada.
Los eventos de ese día han llevado a una reevaluación total de las medidas de seguridad en torno al palacio legislativo y en toda la capital norteamericana. De hecho hace dos semanas hubo una manifestación en apoyo a los derechistas detenidos durante la anterior insurrección, y las medidas de seguridad fueron extremas, y podrían ser permanentes, dadas las incitaciones de Trump y la creciente actividad de los grupos extremistas.
Manger declaró que la instalación de barreras y la convocación de unidades policiales de refuerzo fue una decisión prudente, aunque no necesariamente se tomarán esas mismas medidas para cada protesta.
“Eso dependerá de la información que obtengamos previamente”, indicó, “dependerá del potencial de violencia que tenga cada manifestación en particular”.
Manger asume el liderazgo de la policía del Capitolio tras una larga trayectoria como agente de la ley. Fue jefe policial del condado Montgomery en Maryland entre el 2004 y el 2019, y antes de eso tuvo el mismo cargo en el condado Fairfax de Virginia. Esas asignaciones, sumadas a su membresía en la Asociación Nacional de Jefes Policiales lo han convertido en una figura conocida en Washington.
Asumió el cargo en julio, meses después de la renuncia del jefe anterior en medio de críticas por la insurrección. La protesta del 18 de septiembre fue su primera prueba, Manger no iba a tomar riesgo alguno.
“Simplemente se trataba de una situación en la que no íbamos a permitir otro 6 de enero”, declaró Manger.
“Yo tenía que asegurarme de que los hombres y mujeres de la Policía del Capitolio sepan que teníamos los recursos necesarios, el entrenamiento necesario, el equipo necesario y el personal necesario para cumplir nuestra labor y para cumplirla con la protección debida”, añadió.
El día de la protesta, fueron muchos más los policías que los manifestantes, y hubo quienes criticaron a la guardia acusándola de reaccionar exageradamente. Pero Michael Chertoff, quien fue secretario de seguridad nacional bajo la presidencia de George W. Bush, sostiene que es inteligente aprender de los errores pasados y estar preparados para el futuro, y que no importa si hay demasiado policías en la calle, siempre y cuando nadie resulte lastimado.
“Cuando se anuncian protestas, ya sean de extremistas de derecha o de izquierda, lo más probable es que el futuro la Policía del Capitolio tomará abundantes medidas de seguridad, y bien visibles, quizás más de las necesarias, pero en todo caso suficientes para enviar el mensaje de que no volverá a ser abrumada, expresó.
Chertoff, hoy en día director de la empresa de seguridad Chertoff Group, aclaró que ese tipo de medidas no serán necesarias para todas las protestas, pero insistió en que las agencias del orden deben estar preparadas cuando se trata de simpatizantes de los alzados del 6 de enero, ya que muy probablemente se trata de personas afines a la idea de usar la fuerza contra el gobierno, y se trata de algo que de hecho pasó.
La Policía del Capitolio es un híbrido entre una agencia policial y una guardia privada. Tiene un presupuesto anual de 460 millones de dólares y emplea a unos 2.300 oficiales y civiles. Como comparación, la ciudad de Minneapolis tiene unos 800 oficiales y un presupuesto de unos 193 millones de dólares.
En total murieron nueve personas a consecuencia de los hechos del 6 de enero: entre los que fallecieron ese día y otros en los días siguientes. Entre ellos está una mujer, parte de la turba alzada, que fue abatida por policías y otros tres alzados que sufrieron emergencias médicas. Dos oficiales de la policía se suicidaron en los días subsiguientes, y un tercero cayó inconsciente y murió en medio de la trifulca.
La Policía de Metropolitana de Washington informó días atrás que otros dos oficiales que respondieron al alzamiento también se suicidaron.
Un mordaz reporte interno hace pocos días determinó que la Policía del Capitolio adolecía de severas faltas de equipos, armas, personal y datos de inteligencia al momento de la insurrección. El texto dejaba serias dudas sobre si la guardia capitalina iba a poder enfrentar amenazas semejantes en el futuro.
Otra investigación posterior halló que la Policía del Capitolio tenía la capacidad de “rastrear, evaluar, actuar en contra o responder” a cualquier amenaza contra el edificio.
Ese reporte recomendó varias reformas, entre ellas la contratación de cientos de efectivos adicionales y la creación de una “unidad de respuesta rápida” para emergencias.
Sin embargo, tales reformas requerirán un enorme financiamiento. El Congreso ha aprobado 71 millones de dólares adicionales, pero gran parte de ese monto irá para pagar horas extra.
Aun así, Manger aseveró: Creo que lo que tenemos hoy en día es una mejora con respecto a lo que teníamos hace un año o hace nueve meses”.
Los hechos del 6 de enero, que Trump y los republicanos han tratado de minimizar, provocaron un aumento en las solicitudes para incorporarse a esa fuerza policial, algo que Manger comparó con la gran cantidad de candidatos para bomberos y policías después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.
Manger además defendió la decisión de retener a Yogananda Pittman, la oficial de la Policía del Capitolio encargada de las operaciones de inteligencia previo a la insurrección de enero. Pittman, quien ascendió a jefa interina pese a una votación de falta de confianza e interrogantes sobre fallas de liderazgo y de inteligencia, de nuevo está a cargo de los asuntos de inteligencia.
Manger señaló la decisión de Pittman, cuando era jefa interina, de adoptar las recomendaciones de la inspectoría general y mejorar las capacidades de inteligencia de agencia para no depender tanto de otras fuerzas policiales. Varios oficiales de la agencia capitalina renunciaron tras los hechos del 6 de enero.
“Esta noción de que yo debería venir y despedir a todo el mundo porque fracasaron el 6 de enero ... Primero que nada, este departamento ya estaba en suficiente caos sin que yo despidiera a todo el mundo, y segundo, ¿qué iba a hacer yo sin tener a mi lado a gente con experiencia que me pueda asesorar de cara al futuro?”