BUCAREST, Rumanía (AP) — En una abarrotada Unidad de Cuidados Intensivos para pacientes de coronavirus en la capital de Rumanía, Bucarest, Adrian Pica, de 55 años, se sienta en su cama mientras recibe oxígeno suplementario para ayudarle a respirar. “No quería vacunarme porque tenía miedo”, dijo.
En torno al 72% de los adultos en la Unión Europea de 27 países han completado su vacunación contra el COVID-19, pero una persistente baja aceptación en algunos países del este de Europa amenaza con sobrepasar los hospitales en una ola de infecciones atribuida a la contagiosa variante delta.
“Hasta ahora, no creía en el COVID-19”, dijo a The Associated Press Pica, que dijo que sus primeros síntomas fueron sudores y sensación de ahogo. “Creía que era como la gripe. Pero ahora estoy enfermo y hospitalizado. Quiero vacunarme”.
Bulgaria y Rumanía se han quedado muy rezagadas como los países con menos vacunados de la UE, con apenas un 22% y un 33%, respectivamente, de adultos inmunizados. Los casos crecen con rapidez, lo que ha forzado a las autoridades de ambos países a endurecer las restricciones contra el virus. Mientras tanto, otros países del bloque como Francia, España, Dinamarca y Portugal han superado una tasa de vacunación del 80% y levantado restricciones.
La “preocupante brecha” en las vacunaciones debe abordarse con urgencia, indicó la comisaria de Salud de la UE, Stella Kyriakides. Eslovaquia, Croacia y Letonia han vacunado en torno al 50% de su población adulta. Pero la aceptación en muchos países del centro y el este de Europa se ha mantenido baja o ha caído.
En Noruega, que ha vacunado en torno al 70% de la gente, las autoridades eliminaron restricciones el sábado que la primera ministra, Erna Holberg, describió como “las medidas más estrictas en tiempos de paz”. Otro país escandinavo, Dinamarca, levantó sus medidas el 10 de septiembre, mientras que Gran Bretaña abandonó la mayoría de las restricciones de la pandemia ante su alta tasa de vacunación.
En contraste, en el Instituto de Neumología Marius Nasta de Bucarest, la médica jefe de la UCI, Genoveva Cadar, dijo que estaban al 100% de capacidad y en torno al 98% de sus pacientes del virus no estaban vacunados.
“En comparación con olas anteriores, la gente llega con cuadros más graves” de la enfermedad, dijo, añadiendo que muchos pacientes en esta ola son más jóvenes que en las previas. “Terminan entubados muy rápido, y el pronóstico es extremadamente sombrío”.
Los contagios diarios en Rumanía, un país de 19 millones de personas, han crecido de forma exponencial en el último mes, mientras que el ritmo de la vacunación ha caído a mínimos preocupantes. Según datos del gobierno, el 91,5% de los fallecidos por COVID-19 en Rumanía entre el 18 y el 23 de septiembre eran personas sin vacunar.
El domingo estaban ocupadas 1.220 de las 1.239 camas de UCI para pacientes del virus en Rumanía. En muchos casos, sólo las muertes liberaban plazas. En los terrenos del Instituto Marius Nasta había una UCI móvil que abrió el lunes y ya estaba llena de pacientes.
Vlad Mixich, especialista rumano en salud pública, dijo a AP que una “desconfianza histórica hacia las autoridades”, junto con lo que describió como una endeble campaña de vacunación del gobierno, ha contribuido a la baja tasa de aceptación de las vacunas.
“Por desgracia, durante la campaña de vacunación los políticos fueron los principales comunicadores”, dijo. La rápida rotación de ministros de Salud en el país, añadió, ha tenido un enorme impacto en lo esfuerzos por inmunizar a los rumanos.
En la vecina Bulgaria, un alarmante 23% de la gente dijo que no quería vacunarse, frente al 9% de todo el bloque, según un sondeo del Eurobarómetro.
Sabila Marinova, directora de la UCI en un hospital en la localidad norteña búlgara de Veliko Tarnovo, dijo que ninguno de sus pacientes de COVID-19 está vacunado.
“Estamos muy agotados”, dijo. “Parece que este horror no tiene fin”.
El vicepresidente del comité nacional de vacunación en Rumanía, Andrei Baciu, dijo que las noticias falsas han sido un factor clave para que la gente no se vacune.
En ocasiones, el personal médico de Europa Oriental enfrenta riesgos adicionales. En septiembre, un grupo antivacunas atacó a un equipo médico y un puesto móvil de vacunación en la ciudad portuaria de Varna, Bulgaria.
La introducción de pasaportes de vacunas, que permiten a la gente demostrar que está vacunada para realizar actividades cotidianas, podría ser una de las pocas opciones que quedan para gobiernos europeos que no saben cómo instar a su población a inmunizarse.
El escepticismo a las vacunas en parte de Europa podría mermar los esfuerzos de todo el continente por poner fin a la pandemia, según los expertos.
De vuelta en el Instituto Marius Nasta, Nicoleta Birtea, una paciente de COVID-19 de 63 años, no vacunada y que tenía problemas previos de salud, dijo que hace un mes se despertó mareada y enferma y pidió una ambulancia.
“Espero haber llegado aquí a tiempo”, dijo. “Comprendo con mucha claridad que la vacuna no puede protegerte”.