"Joe Ferrari", un thriller real de corrupción policial en Tailandia

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Un excéntrico policía amante de los coches rápidos cae en desgracia tras filtrarse las imágenes de un brutal interrogatorio que acabó mal. No es un thriller, es la historia de "Joe Ferrari" que sacó a la luz la corrupción en Tailandia.

El caso de Thitisan Utthanaphon, un antiguo jefe de policía en una provincia rural, ha conmocionado Tailandia y ha provocado llamados para reformar un sistema impregnado por la corrupción a todos los niveles.

El hombre de 41 años, apodado "Joe Ferrari" por su extravagante estilo de vida, está acusado de asesinato, abuso de poder y otros crímenes después de que un sospechoso de narcotráfico fuera asfixiado con seis bolsas de plástico alrededor de su cabeza en un presunto intento de extorsión de 60.000 dólares.

El incidente fue inicialmente silenciado y registrado como una sobredosis de anfetamina, hasta que un abogado desveló la causa de la muerte en Facebook.

Primero, Thitisan fue transferido a una comisaría regional cercana, dirigida por el padre de su novia, una presentadora de televisión.

Poco después otro abogado filtró una grabación donde se ve al agente asfixiando al sospechoso esposado. El video se hizo viral y la policía no tuvo otro remedio que arrestar a Thitisan, que niega todas las acusaciones.

Sittra Biabungkerd, el abogado que filtró el video, aseguró a AFP que lo hizo para evitar que los policías "se ayuden entre ellos a slavar el pellejo".

"Mucha gente puede pensar que interrogar a sospechosos usando bolsas negras de plástico ya no se lleva, porque los tiempos han cambiado", dijo.

"Pero este caso demuestra que, en realidad, todavía pasa en secreto", añadió.

- Un policía en Lamborghini -

Desde su detención, la acaudalada vida y el amplio repertorio de célebres amantes de "Joe Ferrari" han alimentado titulares y titulares en Tailandia.

Los investigadores aseguraron a medios locales que poseía una mansión de lujo en Bangkok, un parque de 42 coches, incluyendo un Lamborghini Aventador de 1,5 millones de dólares, y una fortuna personal de 18 millones de dólares, cuando su salario de superintendente era de 1.300 dólares al mes.

La activista Srisuwan Janya dijo a AFP que había solicitado al órgano antiblanqueo que investigara la fortuna de Thitisan.

"Es imposible que un hombre con su salario tenga 40 coches, incluyendo algunos de lujo", dijo Srisuwan.

Parte de su riqueza procedía de subastar cientos de coches de lujos importados requisados por los servicios aduaneros tailandeses, según altos funcionarios citados en medios locales.

Los investigadores publicarán sus hallazgos ante la Comisión Nacional Anticorrupción el 24 de septiembre, antes de decidir si elevan el caso al fiscal estatal.

- Una reforma fracasada -

Tras tomar el mando del ejército en un golpe de 2014, el primer ministro Prayut Chan-O-Cha prometió erradicar la corrupción.

Siete años después, el caso "Joe Ferrari" muestra los pocos avances logrados en atajar las malas prácticas policiales.

La reforma ha sido "un fracaso espectacular" porque los conectados a la élite gozan de "protección y favoritismo" y los delatores son castigados o silenciados, dijo Thitinan Pongsudhirak, analista en la Universidad de Chulalongkorn.

En un intento de reformar la policía, el gobierno aprobó un proyecto de enmienda a la ley nacional de policía a principios de año, pero el proceso está encallado en el parlamento, con algunos de sus integrantes procedentes del cuerpo de seguridad.

Como la administración de Prayut depende del apoyo policial, va con mucho cuidado con la reforma, según el profesor Paul Chambers, de la Universidad de Naresuan.

"El único cambio que traerá el caso Joe Ferrari es que los policías duros serán más cuidadosos al esconder sus actividades ilegales", explicó Chambers, señalando que repetidos intentos de reformar la policía habían fracasado ya.

El jefe de la policía tailandesa, Suwat Jangyodsuk, atribuyó el escándalo a "una manzana podrida", pero la confianza pública en el cuerpo se ha visto erosionada.

Casi todo empresario tailandés, sea su negocio legal o ilegal, está habituado a pagar al policía local para poder trabajar: desde conductores de taxis y vendedores ambulantes a propietarios de burdeles y narcotraficantes.

Casi la mitad de tailandeses reconocieron haber pagado sobornos a la policía en los doce meses previos, según un estudio de Transparencia Internacional de noviembre de 2020.

La crisis económica del país, atizada por la pandemia, solo ha empeorado la situación y ha dado a la policía más poder para aplicar las restricciones vinculadas al covid.

Desde 2014, Tailandia cayó 19 puestos en la clasificación de Transparencia Internacional y se sitúa ahora en el 104 de 180.

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