El contacto de la lava del volcán Cumbre Vieja (La Palma) con el mar, que podría darse en breve, producirá gases tóxicos y partículas nocivas, según un especialista en desgasificación volcánica.
El gobierno regional de las Islas Canarias pidió a los curiosos que no se acerquen a la zona. Decretó un "radio de exclusión de 2 millas náuticas" en torno al sitio donde se espera que lleguen las lenguas de lava, previstas en un principio para el lunes.
Cuando la lava, roca fundida a más de 1.000 grados Celsius, se encuentra con el agua del mar (cercana a los 20-25 grados en este caso) se dan varios fenómenos, como explica Patrick Allard, director de investigación del instituto francés de Geofísica del Globo, de París.
Lo primero que ocurre es "una vaporización brutal del agua del mar, como si echaras agua a una sartén caliente". Nada grave, en principio. Pero esta interacción puede ser explosiva cuando la colada de lava crea bolsas de agua marina, que entran en presión "como en una olla" y hacen que exploten trozos de la colada, "produciendo astillas de magma".
Además del riesgo para las personas que se encuentren cerca de este tipo de explosiones, estas "astillas de lava", que son como cristales, viajan por el aire y se depositan en la tierra, pudiendo ser tóxicas para los animales.
Estas nubes tóxicas también pueden contener aerosoles de ácido clorhídrico ya que el agua del mar es rica en cloro, gracias a la sal marina (que contiene cloruro sódico).
Tras la descomposición del agua en la vaporización se libera el oxígeno y el hidrógeno, y este último se asocia con el cloro. Es por ello que "las nubes creadas por la interacción entre el agua marina y la lava son ácidas", añade Allard.
Las nubes "pueden ser peligrosas si uno está demasiado cerca", alerta.
Por último, las coladas que llegan al mar no son muy estables. Se puede ver a veces cómo se hunden bajo el agua, dando lugar a olas locales. Sin embargo, las consecuencias en el medio marino, según Allard, son "muy localizadas".
A pesar de todo, este científico destaca que este fenómeno no es más que un "efecto secundario de la erupción", sin relación con el riesgo que esta crea. "Lo más tóxico en una erupción son los gases volcánicos, a muy alta temperatura y cargados de ácido clorhídrico y fluorhídrico, y en dióxido de azufre", recuerda.
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