En los muelles de Stavanger, la ciudad portuaria del sudoeste de Noruega, el Museo del Petróleo cuenta la epopeya que volvió rico al reino. Ahora, frente a la emergencia climática, hay voces que exigen que las energías fósiles entren para siempre en la pinacoteca.
La "alerta roja" lanzada por la ONU a principios de agosto sirvió para impulsar el debate sobre el futuro de la industria petrolera de país escandinavo, el productor de hidrocarburos más grande de Europa occidental, de cara a las elecciones legislativas del lunes.
Potencialmente indispensable para que la actual oposición "roja-verde", que lidera los sondeos, disponga de mayoría parlamentaria, el partido ecologista MDG reclama el final inmediato de la prospección petrolera y el de la producción en 2035.
"El petróleo tiene su lugar en el museo. Lo hemos aprovechado bien durante décadas pero desgraciadamente vemos que destruye el clima", afirma Ulrikke Torgersen, candidata del MDG en Stavanger, capital petrolera del reino, donde el oro negro corre por las venas.
El informe de los expertos de Naciones Unidas sobre el clima (IPCC), que advirtió de nuevos desastres "sin precedentes" vinculados a un recalentamiento global más rápido de lo previsto, propulsó el tema al centro de la campaña electoral noruega.
Para los dos partidos políticos más grandes, los conservadores de la actual primera ministra Erna Solberg y los laboristas de su probable sucesor Jonas Gahr Støre, no hay que terminar con el oro negro.
Pero, de cada lado, pequeñas formaciones aliadas empujan para que el país asuma un papel ejemplar rompiendo con su dependencia petrolera y acelerando su transición verde para respetar sus compromisos en el marco del Acuerdo de París.
Según un sondeo publicado el 20 de agosto, el 35% de los noruegos dice estar a favor de frenar la prospección. La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima de su lado que es necesario abandonar ahora mismo todo nuevo proyecto de exploración de combustibles si se quiere mantener bajo control el calentamiento climático.
- Ruptura dolorosa -
Una ruptura total sería dolorosa para Noruega, ya que el sector petrolero representa el 14% de su Producto Interior Bruto (PIB), más del 40% de sus exportaciones y 160.000 empleos directos.
Con el correr de los años, los hidrocarburos le permitieron financiar su generoso Estado de bienestar pero también costosas medidas a favor del clima, como la incitación a comprar vehículos eléctricos, la protección de los bosques tropicales y la captura y almacenamiento de CO2.
Gracias a este maná, este país de 5,4 millones de habitantes también amasó uno de los fondos soberanos más grandes del mundo, que supera actualmente la increíble suma de 12 billones de coronas noruegas (cerca de 1,4 billones de dólares o 1,2 billones de euros).
Del lado de la industria, se pone de relieve que el crudo noruego es el que libera menos gases de efecto invernadero, al menos en la etapa de extracción.
Un reciente estudio afirmó incluso que el cese de la producción nacional de hidrocarburos provocaría un alza de las emisiones mundiales porque sería reemplazada por energías aún más contaminantes.
"Sería paradójico frenar la producción de hidrocarburos que tiene la menor huella de carbono en un momento en el que el planeta aún la necesita", afirma Anniken Hauglie, jefa del grupo de presión petrolero Norsk Olje & Gass.
"Es necesario primero hacer una cruz sobre otros tipos de energías fósiles, sobre todo el carbón", dice.
Además, insiste Hauglie, las empresas petroleras son proveedoras esenciales de conocimientos, tecnologías y capitales necesarios para el desarrollo de soluciones a futuro como las energías eólicas en el mar, el hidrógeno o la captura y almacenamiento de CO2.
- Desinterés de los estudiantes -
A pesar de sus elevados salarios, el sector tiene problemas para atraer a los jóvenes talentos.
En la Universidad de Stavanger, el número de candidatos a la maestría de ingeniería petrolera no deja de caer: de más de sesenta, en su mayoría noruegos, en 2013 pasó a 22 este año, de los cuales apenas un puñado nacionales.
"Tenemos que sacarnos de encima las energías fósiles, no hay ninguna duda al respecto. Incluso nosotros en Noruega, país productor de petróleo, lo sabemos. Pero la cuestión es a qué ritmo", subraya el profesor Mahmoud Khalifeh.
Camilla Abrahamsen, por su parte, está decidida a conseguir su diploma y convertirse en ingeniera en perforación.
"Tengo ganas de contribuir al futuro, volver al petróleo quizás un poco más verde", afirma esta estudiante de 25 años.
Abrahamsen no tiene dudas sobre las perspectivas de su carrera: "Seré vieja para el día en que no necesitemos el petróleo".
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