Kanye West lució una máscara completa para ser anfitrión de tres fiestas de escucha de su 10mo álbum de estudio. Más allá de esto, no dijo una palabra, ni tuiteó. Tras años de alienar a sus viejos admiradores al incursionar en la política conservadora y su a veces extenuante espectáculo en los medios, el Rey de Toda la Controversia del pop dejó que la música hablara por sí misma al develar “Donda”.
Siguiendo la tradición de “Here, My Dear” de Marvin Gaye o “Face Value” de Phil Collins, este es un espinoso álbum de divorcio lleno de introspección, emociones encontradas y brotes de innovación musical. También es una muestra casi excesiva de talento del momento, algunos de la mitad de edad de West: Shenseea, Fivio Foreign, Baby Keem, The Weeknd, Lil Yachty, Roddy Ricch. Hay trap y óranos de iglesia, ¡muchos órganos!
También las alabanzas de Kanye para Dios — “ha hecho milagros conmigo” — mezclando con la humorística autoconciencia del Viejo Kanye: “Seré honesto, todos somos mentirosos”, “Me arrepiento por todo lo que voy a volver a hacer”. Está la leyenda del reggae Buju Banton, los raperos JAY-Z, The LOX y Jay Electronica, múltiples chistes sobre su viejo enemigo Drake. Sus 27 canciones duran 1 hora y 49 minutos.
Y resulta que quizá no es un álbum de divorcio: En la última fiesta de escucha en Chicago, West apareció en el escenario en llamas para reconciliarse con su esposa Kim Kardashian West, de quien está distanciado y quien llevaba puesto un vestido de novia con velo. Quizá él no ha terminado de hacer espectáculo en los medios.
Son muchas cosas ocurriendo al mismo tiempo. Pero West logra de alguna manera una colección sorprendentemente cohesiva, su mejor álbum desde “My Beautiful Dark Twisted Fantasy” de 2010. Hay un vago arco narrativo de cantar sobre salvación, que se refleja en su oscura belleza sónica. Sintetizadores vibrantes en las primeras “Jail” y “God Breathed” crispan los nervios, al estilo de “Yeezus”, mientras que largos acordes reflexivos dan una sensación de éxtasis al adorable para el final con “Come to Life” y “No Child Left Behind”.
West siente el dolor a lo largo del álbum, reflexiona sobre la muerte de su madre Donda en 2007 y sus fracasos maritales. La ardiente y brillante “Believe What I Say” lo tiene rapeando encima de un sample de Lauryn Hill para hablar directamente sobre Kim Kardashian West y “el drama de celebridades que sólo Brad conocería. Demasiados secretos de familia”. El rockero Marilyn Manson aparece como compositor de “Jail” y estuvo en una de las fiestas de escucha de Chicago, una provocación clásica de West que muchos fans no perdonarán después de que Manson fuera abandonado por su propia compañía discográfica en febrero en medio de acusaciones por abuso sexual.
Parece que West busca que la inclusión de Manson sea parte de su exploración mayor a la dualidad, moralidad, mortalidad y legado. “Pure Souls”, una canción que destaca por sí misma, tiene un coro que transforma el aforismo trumpista “La verdad es sólo aquello con lo que te puedes salir con la tuya” a la frase existencialista: “La verdad es lo único que te llevas”.
Como siempre, West está más enfocado en evocar un sentimiento con el sonido que con un juego de palabras complejo. La melodía de “Remote Control” es tan emocionante que es difícil culpar a Young Thug por la letra “I live on the Titanic, I can rock your boat” (“Vivo en el Titanic, puedo romper tu bote”). Aunque muchos de los invitados dan versos destacados, especialmente Fivio Foreign en “Off the Grid”, una historia sobre volver a empezar después de estar en prisión, pueden salirse del tema y distraer de la trama de West.
A pesar de todo, “Donda” representa un renacer, en el amplio sentido de la palabra, de uno de los talentos más singulares del pop.