Un refugiado afgano envía "mensaje de esperanza" en los Juegos Paralímpicos

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Abbas Karimi, un nadador sin brazos originario de Afganistán, no cumplió el viernes el sueño de colgarse una medalla en los Juegos Paralímpicos de Tokio-2020, pero envió un enorme "mensaje de esperanza" según la jefa de misión del equipo de refugiados, del que forma parte.

El paratleta de 24 años soñaba con convertirse en el primer medallista de la historia de la delegación paralímpica de refugiados, que existe desde Rio-2016 y que cuenta con otros cinco integrantes para la cita de Tokio-2020.

Sin embargo, Karimi fue octavo y último en la final de 50 metros mariposa (categoría S5), que ganó el chino Tao Zheng. Visiblemente decepcionado, Abbas Karimi abandonó la piscina sin hacer declaraciones a la prensa.

El viernes, tras haberse clasificado para la final, declaró que sus "pensamientos y oraciones" iban dirigidos al pueblo afgano, en un momento en el que su país natal ha vuelto al control de los talibanes.

"Si no compitiera por una medalla, todo mi entrenamiento, todo el trabajo duro realizado sería simplemente una pérdida de tiempo", aseguró. "Desde hace nueve años he renunciado a todo para llegar a este nivel y aquí estoy, en los Juegos Paralímpicos", señaló.

Comenzó en la natación con 13 años y pronto se fijó el reto de ser algún día campeón paralímpico.

En 2013 huyó de Afganistán con ayuda de su hermano, a través de Irán y luego de Turquía, antes de ser aceptado como refugiado en Estados Unidos en 2016. Un año después conseguía la medalla de plata en el Mundial de paranatación en México, en los 50 metros mariposa.

Pese a quedarse sin medalla este viernes, Abbas Karimi tendrá una segunda oportunidad en Tokio, ya que el lunes participará en los 50 metros espalda (S5).

La actuación de Karimi envía "un enorme mensaje de esperanza" para los 82 millones de refugiados del mundo, aseguró el viernes la jefa de misión de su delegación, Ileana Rodríguez.

Afganistán tenía prevista una delegación paralímpica en Tokio-2020 de dos parataekwondistas, un hombre y una mujer, pero no pudieron llegar a Tokio por la caída de Kabul a manos de los talibanes el 15 de agosto.

Ambos pudieron ser evacuados del país sanos y salvos, pero su participación en los Juegos Paralímpicos se descartó por su experiencia traumática de las últimas semanas.

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