El expresidente sudanés Omar al Bashir, que será entregado a la Corte Penal Internacional (CPI), gobernó su país con mano dura durante 30 años, marcados por el autoritarismo, la corrupción y la impunidad, hasta su caída por la presión popular, en 2019.
En la actualidad, el exdictador, de 77 años, está detenido en la prisión Kober de Jartum, donde antaño encerraba a sus opositores.
Durante más de una década desafió a la justicia internacional, pavoneándose durante sus visitas al extranjero pese a las órdenes de arresto que la CPI había emitido contra él en 2009 y 2010 por "crímenes de guerra", "crímenes contra la humanidad" y "genocidio" en Darfur.
En esa región del oeste de Sudán, un conflicto que desde 2003 enfrentó a milicias afines a Al Bashir y a grupos rebeldes de las minorías étnicas causó 300.000 muertos y 2,5 millones de desplazados.
- Hacia el islam radical -
Omar Hassan Ahmad al Bashir fue reelegido dos veces presidente en 2010 y 2015, en unos comicios boicoteados por la oposición.
El 11 de abril de 2019, fue derrocado por el ejército debido a la presión de las manifestaciones. Hasta entonces, Al Bashir había aplastado sin miramientos toda protesta.
Omar al Bashir tiene dos mujeres pero no tuvo hijos. Nació en Hosh Bannaga, a unos 200 kilómetros en el norte de Jartum, en lo que era entonces el Sudán anglo-egipcio, en el seno de una familia pobre de la tribu de los Al-Bedairyya Al-Dahmashyya, una de las más poderosas del país.
Se formó en la academia militar de Egipto y en 1973 participó en la guerra contra Israel junto al ejército egipcio.
El 30 de junio de 1989, rodeado de un grupo de oficiales, tomó el poder en Jartum y derrocó al gobierno elegido democráticamente de Sadek al-Mahdi.
Al Bashir tuvo entonces el apoyo del Frente Islámico Nacional, el partido de su mentor, Hassan al Turabi, bajo cuya influencia llevó a Sudán (un país muy dividido con un norte mayoritariamente musulmán y un sur cristiano) hacia el islam radical.
- "Hábil" -
Sudán se convirtió entonces en un centro internacional islamista y acogió al jefe de Al Qaida, Osama bin Laden, antes de expulsarlo en 1996 bajo presión estadounidense.
A finales de los años 1990 Bashir se desmarcó de Al Turabi y se alejó del islamismo radical para mejorar las relaciones con sus adversarios y sus vecinos.
"Bashir se convirtió en hábil con el tiempo, aprendió el oficio, al principio no era una personalidad de primer plano", apunta Marc Lavergne, director de investigación del centro de estudios francés CNRS.
En 2005, en pleno conflicto en Darfur, firmó un acuerdo de paz con los rebeldes del sur que abrió la vía a compartir el poder y a un referéndum sobre la independencia de esta región, que en 2011 se convertió en Sudán del Sur.
Pero como las reservas petroleras están concentradas en el sur, perdió una baza importante y el país empezó a sufrir una grave crisis económica.
En diciembre de 2019, fue condenado por corrupción a dos años de cárcel. Meses después, el gobierno de transición puesto en marcha después de su caída se comprometió, verbalmente, a favorecer la comparecencia de Omar al Bashir ante la CPI.
Parece que ha llegado la hora de que el exdictador rinda cuentas ante los tribunales.
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