Por Emma Farge, Andrea Januta y Jake Spring
GINEBRA, 10 ago (Reuters) - Tras pasar cientos de horas en reuniones virtuales para completar esta semana el principal informe de la ONU sobre el clima, los científicos Piers Forster y Joeri Rogelj lo celebraron de una forma que sus compañeros no pudieron: abrazándose.
Forster, afincado en Reino Unido, se había cansado del aislamiento durante la pandemia del COVID-19 e invitó a su coautor a trabajar junto a él en su cocina de Harrogate mientras trabajaban con otros científicos de todo el mundo para elaborar la versión final del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Estar juntos en el último tramo de un esfuerzo de tres años "lo hizo más divertido", dijo Forster, físico del clima de la Universidad de Leeds.
"Sin embargo, mis vecinos debieron pensar que estábamos locos, al escuchar 'Gracias, señora copresidenta', en respuesta a las preguntas de San Cristóbal y Nieves, India o el reino de Arabia Saudita, que llegaban a las 4 de la mañana", agregó.
Cuando los más de 700 científicos y delegados gubernamentales aprobaron por fin la última parte de su informe de 3.949 páginas durante el fin de semana, todos estallaron en vítores, cada uno separado en su pequeño marco, excepto Forster y Rogelj.
Una captura de pantalla de Zoom muestra a los dos sonriendo desde la misma ventana.
El histórico informe de este año, en el que se advierte de que el mundo se dirige peligrosamente hacia un cambio climático galopante, ha requerido años de minucioso esfuerzo para su elaboración.
Los especialistas -un total de 234 que trabajaron de forma voluntaria- revisaron más de 14.000 estudios científicos publicados desde 2013 para redactar la última versión de lo que ahora se ha convertido en la ciencia establecida sobre el cambio climático, antes de reunirse de forma virtual para dos semanas de comprobaciones y negociaciones finales.
A pesar de las restricciones de viaje y los confinamientos nacionales, que retrasaron la finalización del informe durante varios meses, los organizadores afirman que lograron el esfuerzo sin fallos técnicos notables para cumplir con su plazo revisado.
Para muchos de los científicos, el esfuerzo tuvo un coste personal. "Uno pone mucho de sí mismo en ello", dijo la climatóloga de la ETH de Zúrich Sonia Seneviratne, que tuvo que saltarse unas vacaciones familiares para ayudar a terminar el informe.
Aunque los científicos elogiaron la inclusión de colegas de 65 países de todo el mundo, algunos afirmaron que los problemas de horario resultantes perjudicaron su sueño.
"No pudimos encontrar ninguna franja horaria que no fuera las dos de la mañana para alguien", dijo Michael Wehner, científico del clima en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de California. "Soy un búho nocturno, pero nunca tanto", bromeó.
(Reporte de Emma Farge en Ginebra, Andrea Januta en Guerneville (California) y Jake Spring en Brasilia; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)