En los exuberantes campos del fértil Valle del Delta, agricultores y artesanos luchan para mantener viva la fabricación del papiro, una tradición que se remonta a la época de los faraones.
En la década de 1970, un profesor de arte en el pueblo de Al-Qaramus enseñó a los agricultores las técnicas milenarias para transformar la planta en el codiciado papel con dibujos ornamentales y textos.
El pueblo y sus alrededores, situado a unos 80 kilómetros al noreste de El Cairo, es ahora el principal productor de papiros del país, según los expertos.
Otrora utilizado por los antiguos egipcios como papel de escribir, los artistas locales ahora decoran el papiro con jeroglifos, caligrafía árabe y representaciones que van desde la antigüedad y la naturaleza hasta creativos recuerdos para los visitantes.
Pero el turismo en el país del norte de África ha caído desde la revolución de 2011, a lo que se sumó el derribo de un avión de una aerolínea rusa por el grupo Estado Islámico en 2015.
La pandemia de covid-19 ha debilitado todavía más al sector: Egipto logró unos ingresos de 4.000 millones de dólares por turismo el año pasado, de los cuales, un cuarto se registraron antes de la crisis pandémica mundial.
Actualmente, Al-Qaramus tiene 25 explotaciones que tratan de llegar a fin de mes con la venta de papiros, frente a las 500 que había antes de la revolución, según el agricultor y artista Said Tarakhan.
"He perdido en torno al 80% de mis ingresos. Solía ganar unos 1.000 dólares mensuales y ahora casi cero", dice este hombre de 60 años a la AFP mientras muestra una pintura de Tutankamon.
- "Volverán" -
La planta del papiro, que parece un plumero, crece en agua y puede llegar a medir cuatro metros de altura. Su forma ha servido de inspiración para decorar las columnas de los templos del antiguo Egipto.
Para hacer el papel, los trabajadores utilizan alambre para cortar los tallos en finas tiras, que se sumergen en agua y se colocan una encima de otra para crear láminas.
Las láminas se colocan en un compresor para compactarlas, y el papel resultante se deja secar al sol antes de escribir en él o pintarlo con coloridos dibujos.
El propietario del taller de papiro Abdel Mobdi Mussalam, de 48 años, dice que hace una década tenía ocho operarios pero ahora solo tiene dos.
"El papiro es nuestra sola fuente de ingresos. Es lo que me da de comer a mi y a mis hijos", dice a la AFP.
Tarakhan asegura que está tratando de producir otros productos de papiro como bloc de notas o cuadernos de dibujo.
Hace unos meses, su hijo Mohammed lanzó una tienda online para vender sus nuevos productos.
"Al principio, solo vendíamos localmente a la gente que venía, pero después del covid, pensábamos que podríamos llegar a más gente, incluso a extranjeros, por internet", dice el joven de 30 años.
"Tratamos de pensar de manera diferente para poder seguir", explica Tarakhan padre, que en 2014 fundó una asociación de fabricantes artesanales de papiro.
"Agradezco al covid por encerrarnos en nuestras casas y forzarnos a mejorar nuestro modelo de negocio", dice.
Cerca de las famosas pirámides de Giza, Ashraf al-Sarawi muestra pinturas en papiro en su gran tienda, sin turistas.
Asegura que perdió el año pasado la mayoría de los ingresos debido a la pandemia, pero espera que el turismo vuelva pronto.
"El turismo nunca muere", dice este hombre de 48 años. "Puede enfermarse durante algún tiempo pero volverá".
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