KAWAGOE, Japón (AP) — El golf varonil empezó el jueves en Tokio 2020 y el número uno del mundo estaba a más de 9.600 kilómetros de distancia viendo la competencia desde su casa. Jon Rahm aún no puede creer que no esté jugando.
“Nunca creí que no fuera a estar ahí”, dijo Rahm en una entrevista telefónica desde su residencia en Scottsdale, Arizona. “Ni siquiera puedo decir qué pasó”.
La explicación simple es que arrojó positivo a COVID-19 un día antes de viaja rumbo a Tokio y cumplir su sueño olímpico, una oportunidad de sumar una medalla a un año en el que ganó el U.S. Open.
El misterio es por qué le sucedió a él.
Rahm pasó cinco pruebas de diagnóstico como parte del rastreo de contacto en el Memorial de la PGA en la primera semana de junio, y la sexta arrojó positivo. Se le notificó momentos después de que había montado una ventaja de seis golpes luego de tres rondas, lo que posiblemente le costó un triunfo.
Esa misma semana comenzó su proceso de vacunación y, dado que era asintomático, Rahm salió de la cuarentena voluntaria antes gracias a que arrojó negativo en días consecutivos.
Luego ganó el U.S. Open, el primer major en la carrera del español de 26 años.
Y ahora esto.
“Para los que no saben, necesitaba tres pruebas negativas”, comentó. “El jueves, negativo. Viernes, negativo. Sábado, positivo. Me la hice otra vez para asegurarme que no fuera un falso positivo”.
Rahm dijo que volvió el domingo y se hizo una prueba de saliva, una de anticuerpos y una de PCR. La de saliva y PCR fueron negativas, y se confirmó que presentaba anticuerpos a COVID-19.
Para ese momento, ya le era imposible tener tres pruebas negativas consecutivas y llegar a Tokio a tiempo para jugar en el Kasumigaseki Country Club, donde habría salido como favorito en las apuestas.
Al ya haber contraído COVID-19 y estar vacunado, Rahm tomó un vuelo privado a Inglaterra para el British Open, donde pasó todos los análisis requeridos. Empató en tercer lugar y es el único jugador este año en finalizar entre los 10 mejores en los cuatro majors.
Lo que le enloquece a Rahm es la búsqueda de respuestas de por qué le pasó esto a él.
“No ha habido dos expertos que me digan la misma cosa”, comentó.