El acceso a la cumbre del icónico Monte Fuji de Japón estuvo cerrado durante un año debido al coronavirus, pero desde julio los senderistas pueden escalarlo de nuevo para disfrutar de los espectaculares amaneceres por encima de las nubes.
En las primeras horas de la mañana, más de 100 personas se congregaron en la cumbre de la montaña sagrada, que permanece cubierta de hielo y nieve la mayor parte del año.
"Fuji siempre ha sido reverenciado. Es una montaña que es objeto de culto", dijo Takeo Tokunari, un senderista de 34 años.
"Aunque no soy particularmente religioso, me siento purificado de alguna manera cuando vengo", comentó.
Fuji-san, como se le conoce en japonés, es un símbolo del país que alberga actualmente los Juegos de Tokio, aplazados durante un año por la pandemia.
A la montaña de 3.776 metros de altura se puede llegar en un viaje de dos horas en tren desde el centro de Tokio.
Se le puede observar por muchos kilómetros a la redonda, y ha sido inmortalizado en incontables piezas de arte, incluyendo la célebre "Gran Ola", de Hokusai.
Poco después de las 4h30 de la mañana, tras una larga noche de escalar y de un breve descanso, los senderistas disfrutan de la majestuosa vista del amanecer.
Quienes llegan a la cumbre pueden verlo en medio de las nubes detrás de un tradicional portón "torii".
"He subido otras montañas, pero el Monte Fuji es especial", comentó Haruka Fujimori, una asistente de vuelo de 23 años.
"Es un volcán sin conexión con otras cadenas montañosas, se yergue majestuoso, solitario en el paisaje, lo encuentro hermoso", dijo.
Mizuko Ogawa, de 23 años, dijo a AFP en la cumbre que escalar el Fuji era un desafío personal.
"En mi vida diaria y en el trabajo a veces encuentro situaciones difíciles que me hacen perder la confianza en mí misma", comentó.
"Por eso me desafié a subir el Monte Fuji, para tratar de recobrar mi confianza", agregó.
Sin embargo, se trata de una subida peligrosa.
Las rutas para subir después de la quinta estación hasta la cumbre solo abren de inicios de julio a septiembre.
El resto del año la montaña es considerada muy peligrosa para subir, y sus albergues y baños cierran para desestimular la llegada de senderistas.
Pero eso no siembre detiene a las personas. En octubre de 2019, un hombre murió tras caer por una ladera mientras transmitía su subida en vivo.
El Fuji hizo erupción por última vez en 1707, y aunque no ha vuelto a dar señalas de actividad en las últimas décadas, los expertos dicen que una erupción cubriría a Tokio de ceniza y obligaría a evacuar a cientos de miles de personas.
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