China combate el islamismo en su territorio, pero se acerca a los talibanes en Afganistán. Sintiendo cerca el regreso al poder de los "estudiantes de la religión", el gobierno chino teme la influencia que pueden tener sobre los musulmanes chinos.
El retiro de tropas estadounidense, fijada por el presidente estadounidense, Joe Biden, para el 31 de agosto, trae muchas amenazas para Afganistán, donde los talibanes dicen controlar 85% del territorio.
El gobierno chino, que ha calificado como "irresponsable" el retiro estadounidense, teme sobre todo una guerra civil en el país vecino y prefiere la estabilidad que pueda aportar una victoria de los talibanes.
"Para China, el riesgo no viene de quién detenta el poder en Afganistán, sino de una inestabilidad persistente", dijo a AFP Fan Hongda, especialista en Oriente Medio de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghái.
China tiene una pequeña frontera de 76 km con Afganistán, pero está a casi 5.000 metros de altura y no hay paso por carretera.
Aún así, la frontera es motivo de preocupación porque está en Xinjiang, la vasta región noroccidental de mayoría musulmana, y Pekín teme que una victoria talibana fortalezca a los separatistas uigures.
- Uigures en la mira -
"China puede lidiar con los talibanes, pero le inquieta su agenda religiosa y sus motivaciones", apuntó Andrew Small, autor del libro "El eje China-Pakistán".
Ante el riesgo del caos en Afganistán, China abrió conversaciones con los talibanes, de los cuales una delegación fue recibida en Pekín en setiembre de 2019.
En junio, el ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, propuso a China como sede de un diálogo entre las partes en conflicto en Afganistán.
Es necesario "llevar a los talibanes al juego político normal", declaró el ministro durante un encuentro con sus colegas de Afganistán y Pakistán.
Pero puso una condición: "evitar el retorno de terroristas" e "intensificar el combate al Movimiento Islamista de Turquestán Oriental" (MITO), una organización separatista uigur calificada por la ONU como terrorista.
China parece esperar que un eventual gobierno talibán no permitirá al MITO utilizar a Afganistán como base para lanzar operaciones en Xinjiang.
Por ello, China espera recibir ayuda contra los separatistas uigures a cambio de inversiones, y los talibanes parecen dispuestos a aceptar el canje.
"Si un país quiere explotar nuestras minas, será bienvenido", aseguró en Qatar el portavoz de los insurgentes afganos, Suhail Shaheen, consultado por AFP sobre la posición china.
En una entrevista la semana pasada con el diario de Hong Kong South China Morning Post, Shaheen declaró que los talibanes prohibirán a quien quiera que sea utilizar a Afganistán como base para atacar "a cualquier país, incluida China".
- Organización religiosa radical -
Aunque los islamistas afganos acogieron al jefe de Al Qaida, Osama bin Laden, antes de los atentados del 11 de setiembre de 2001, "China jamás consideró a los talibanes como una organización terrorista, sino como una organización religiosa radical", comentó el profesor Qian Feng, del Instituto de Estrategia Nacional de la Universidad Tsinghua de Pekín.
La duda que persiste es ¿hasta dónde puede Pekín confiar en los rebeldes afganos?
"China puede lidiar con los talibanes y lograr acuerdos con ellos, como lo han hecho por más de dos décadas", comentó Small.
Si China se aproxima a los islamistas afganos es porque espera asegurar sus vínculos económicos en el país.
"China no quiere tener presencia militar, pero le encanta involucrarse económicamente, utilizando los vastos recursos minerales de Afganistán. Para ello necesita seguridad", comentó en Kabul la politóloga Atta Noori.
China ha buscado, a través de su aliado Pakistán, establecer "vínculos de larga data" con los talibanes, recordó Thierry Kellner, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Libre de Bruselas.
Tales vínculos "han permitido a China evitar cualquier gran ataque terrorista contra sus proyectos en Afganistán", especialmente contra la enorme mina de cobre de Aynak, cerca de Kabul, donde en 2007 obtuvo una concesión por 3.000 millones de dólares.
- Nuevas rutas -
En 2016, Pekín incorporó a Afganistán a su gran proyecto de infraestructura de las "Nuevas Rutas de la Seda", aunque por falta de seguridad, las inversiones chinas han sido modestas, de 4,4 millones de dólares en 2020, según el ministerio de Comercio.
La joya de este proyecto es el Corredor Económico China-Pakistán (CECP), al cual China quiere incorporar a Afganistán.
"Para ganar la cooperación de los talibanes, China propondrá construir rutas en los territorios que ellos controlan, así como cierta cantidad de proyectos energéticos", apuntó Kellner.
Pero la sostenibilidad de estos proyectos es aleatoria.
"China ha sido tímida a la hora de invertir en Afganistán", señaló Ayesha Siddiqa, especialista en el complejo militar-económico paquistaní.
"Mientras no haya una poder fuerte que controle enteramente el país y lo consolide, no creo que tengan futuro el CPEC y las rutas de la seda", agregó.
Los analistas descartan que Pekín ocupe el lugar de Washington si el conflicto en Afganistán se sale de control.
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