Al contrario de lo que muchos piensan, la marca Subaru es mucho más que los conocidos modelos Forester y Legacy. El mayor fabricante de coches con tracción a las cuatro ruedas, tal como se autodescribe la empresa, es sinónimo de pequeñas furgonetas rústicas. Sin embargo, quien haya jugado alguna vez a juegos de rally en un PC o consola no tardará en relacionar la marca con el icónico deportivo Impreza WRX STI. Pintado casi siempre de azul y con llantas doradas, este legendario vehículo recorrió los circuitos de rally en los años 90 junto a coches como el Audi Quattro, el Toyota Celica y el Mitsubishi Lancer Evo, y ganó más títulos en grava, nieve y barro que cualquier otro Subaru. Tras obtener, con Colin McRae al volante, el doble título del Campeonato Mundial de Constructores y de Pilotos en 1995, el Impreza se convirtió en la estrella de las simulaciones de carreras y rallys. Hace casi exactamente 20 años, el modelo tuvo su estreno europeo en la edición 2001 del Salón Internacional del Automóvil IAA de la ciudad alemana de Fráncfort. Poco después, Subaru inició las ventas también en Alemania. Sin embargo, su historia había comenzado mucho antes, informa la portavoz de Subaru, Andrea Wolf. Con el fin de generar la atención necesaria para su incorporación en la clase compacta, la división deportiva de la marca japonesa, Subaru Tecnica International (STI), había participado con el Impreza en el Campeonato Mundial de Rally a principios de la década de 1990. En Japón, el coche se puso a la venta en enero de 1994. Su bóxer turbo de 2,0 litros, de altas revoluciones y sonido potente, producía inicialmente 184 kW/250 CV. Con el primero de un total de seis títulos de campeón del mundo en el bolsillo hasta la fecha, y seguido por un creciente número de aficionados, en 2001 llegó a Europa la segunda generación. "Con los característicos faros y parrilla STI, una gran toma de ventilación en el capó y el distintivo laqueado brillante 'World Rally Blue' combinado con llantas de aleación doradas", escribe Subaru en la crónica del Impreza. Con 195 kW/265 CV, algo inimaginable en aquella época, el coche era sin duda imponente. Según Frank Wilke, de la empresa alemana especializada en vehículos clásicos Classic Analytics, este tres volúmenes de aspecto tan discreto en su versión civil robó de inmediato el protagonismo a deportivos compactos como el VW Golf GTI o el Ford Focus RS. Junto con el Mitsubishi Lancer Evo, el Impreza no solo fue un emblema del popularísimo deporte de los rallys de la época. Wilke explica que el ícono también vivía de una exuberancia y una temeridad que no cabía esperar de los, por otra parte, sobrios y fríos japoneses. Esta falta de mesura se reflejaba también en el precio: en 2001, el coche costaba 69.000 marcos alemanes (aproximadamente 42.000 dólares estadounidenses al cambio actual), añade el experto en coches clásicos. Wilke destaca que un WRX STI también dice algo sobre el conductor: "Estos coches solo los conducen los entendidos que también gozan de un gran respeto por parte de otras marcas. Nadie se mete con un conductor de Impreza", asevera el experto. Las cifras también son espectaculares: la aceleración de 0 a 100 km/h en 4,4 segundos catapultó al coche japonés a la liga de los Ferrari y compañía. En 2010 recorrió el terrible Nordschleife, la sección norte del circuito alemán de Nürburgring, en tan solo 7 minutos y 55 segundos. Esta proeza lo convirtió en el cuatro puertas más rápido hasta la fecha en el llamado "Infierno verde", considerada como la pista más difícil y agotadora del mundo. Tras estos éxitos, los japoneses no se durmieron en los laureles y siguieron rediseñando el Impreza WRX STI. Tras un salto generacional en 2008, el desarrollo culminó en 2014 en la cuarta y, por el momento, última edición: mientras rivales como el VW Golf R o el Audi S3 eran más bien deportivos con esmoquin, Subaru decidió apostar por el máximo efecto y dotó a su modelo de un provocativo alerón, al mismo tiempo que mantenía la característica gran toma de ventilación sobre el capó. Además, incorporó enormes branquias laterales en los guardabarros y un poderoso difusor entre los tubos de escape. El motor era tan maravillosamente anticuado como el diseño: en una época en la que todo el mundo hablaba de minimalismo e inyección directa, Subaru seguía apostando por el bóxer de cuatro cilindros de 2,5 litros, que, incluso hoy en día, sigue teniendo un inconfundible sonido gutural. Con un diseño plano y un centro de gravedad bajo, el vehículo es propulsado por un turbo de 221 kW/300 CV y un par máximo de 407 Nm. También es verdad que, para aprovechar todo este potencial, hay que cambiar mucho de marcha y quitar las manos del volante con peligrosa frecuencia. Sin embargo, el esfuerzo se ve recompensado. El WRX STI es un atado de potencia, ya que pasa de 0 a 100 km/h en 5,2 segundos y, con una velocidad máxima de 255 km/h, es al menos un poco más rápido que la mayoría de sus rivales contemporáneos. La velocidad real es imponente, pero la sensación de conducción lo es aún más, ya que no solo el motor, sino todo el coche hace ruido. El traqueteo del motor, el rugido de la carrocería, la fuerza del viento: a pleno rendimiento, el Impreza suena como un cohete antes del despegue. Subaru lo presentó en su momento como un coche apto para el uso diario. De hecho, el WRX ofrecía espacio para cinco personas y hasta 460 litros de equipaje. Pero, ¿quién quiere ir con semejante monstruo al trabajo o de vacaciones? ¿Y con quién? A lo sumo, el vehículo se prestaría para ir con un par de amigos a ver un emocionante Gran Premio, pero, por lo demás, es mejor conducirlo solo y disfrutar del coche sin nadie que se queje del ensordecedor ruido o del rígido bastidor. Un equipamiento más que contribuye a una conducción, quizás no sensata, pero placentera, es el sistema "Driver's Control Center Differential System", que es como Subaru llama a la batería de interruptores que permiten influir en la agresividad del motor y, mediante el bloqueo del diferencial, regular la distribución de la potencia de la tracción total de serie. Si bien es cierto que el WRX STI no fue ni el más potente ni el más elegante de la clase compacta, sí que aportó frescura y llegó a glorificar una época que había quedado atrás hacía mucho tiempo. Lamentablemente, en determinado momento, Subaru también tuvo que plegarse a la corrección política y, sobre todo, a las normas de emisiones. Por muy fascinante que haya sido el WRX STI y por muy fieles que hayan permanecido sus adeptos, Subaru retiró el modelo del mercado en 2018. También decidió suspender las ventas en Europa, ya que las nuevas especificaciones de emisiones habrían requerido una inversión demasiado elevada en desarrollo. En Japón y Estados Unidos, el compacto sigue desplegando su potencia con hasta 251 kW/341 CV. En Alemania, por el contrario, el Impreza se ha convertido en un burgués bien educado: con una potencia máxima de 110 kW/150 CV y una velocidad máxima de 192 km/h, apenas tiene lo necesario para causar revuelo. Además, ha perdido los alerones gigantes y las llantas doradas. A no ser que se compre uno de segunda mano. En este contexto, Frank Wilke advierte que el WRX STI es un modelo muy codiciado, y sitúa el precio de un buen original entre los 25 y 30.000 euros: "Para un Subaru, puede ser un precio elevado, pero entre los deportivos clásicos modernos, es una ganga", asevera el experto comparando el Impreza con modelos mucho más caros de Porsche o BMW, por ejemplo. Por supuesto que también hay modelos de precios mucho más extravagantes: un Impreza de una edición especial limitada a 424 unidades se subastó recientemente por el equivalente a unos 266.000 euros. Aquellos que quieran divertirse a precios modestos e incluso sin carnet de conducir no tienen por qué renunciar al Impreza WRX STI: el legendario coche aún sigue dando sus vueltas de circuito en las videoconsolas. dpa