RÍO DE JANEIRO (AP) — La alcaldía de Río de Janeiro aprobó el 10% de aforo en el estadio de Maracaná para la final de la Copa América que se realizará este sábado entre el anfitrión Brasil y Argentina.
Sin embargo, la medida no implica que vayan a venderse entradas para el público en general. Más bien, esas personas cuya presencia se ha autorizado, acudirán al recinto mediante invitaciones o acreditaciones expedidas por la CONMEBOL y cumpliendo con una serie de restricciones.
Mediante una resolución publicada el viernes en el Diario Oficial de la localidad, la alcaldía informó que había tomado la decisión atendiendo un pedido de la CONMEBOL, que “presentó protocolos de operación y acreditación, con la adopción de mecanismos para la salud de los involucrados y utilizando herramientas adecuadas para la prevención del contagio del COVID-19”.
El secretario de salud de la ciudad Daniel Sorans emitió los parámetros en los que se precisa que podrá ocuparse hasta el 10% de cada sección del estadio, que tiene una capacidad total de 78.000 personas.
En la final de 2019, el Maracaná recibió a unos 60.000 aficionados. Brasil se impuso 3-1 a Perú.
Recién en enero, la postergada final de la Copa Libertadores de 2020 entre Palmeiras y Santos se llevó a cabo en el Maracaná. Asistieron unos 5.000 espectadores pero casi todos se concentraron en el mismo espacio, sin respetar las reglas de distanciamiento social.
Las nuevas medidas buscan evitar que se repita esa situación.
Los asistentes deberán guardar una distancia mínima de dos metros entre cada persona o familia en el graderío, añade la resolución. Explica que la CONMEBOL se comprometió a que todos los espectadores invitados deberán presentar una prueba negativa de coronavirus.
“Habrá un gran espaciamiento entre las personas y, hasta donde entiendo, todos los asistentes serán invitados de la CONMEBOL, sometidos a pruebas”, dijo Paes durante una conferencia de prensa.
Brasil asumió de improviso la organización de la Copa América, pospuesta un año por la pandemia, luego que Colombia y Argentina quedaron descartadas como coanfitrionas.
La decisión de llevar a cabo el torneo en un país con altos niveles de contagios y muertos por el coronavirus causó controversia. Antes del certamen, surgieron reportes de que los jugadores brasileños estuvieron cerca de boicotearlo. No se comprometieron a participar sino hasta unos días antes del 13 de junio, cuando jugaron el encuentro inaugural.
Thiago Silva, capitán de la selección brasileña, consideró que su equipo está ahora deseoso de ganar la final y de festejar con el público, sea mucho o poco.
“Independientemente del público o no, lo más importante es que estamos superpreparados. Es otro contexto, a pesar de ser el 10% de la capacidad del estadio”, comentó el zaguero del Chelsea durante una videoconferencia de prensa. “Pero, para los que no tenían nada, es una motivación extra, habrá un ambiente que volverá a la normalidad, sabemos que no es el ideal, pero tiene que pasar como en Europa, para volver poco a poco.
“Vamos a dar lo mejor de nosotros como siempre lo hemos hecho para celebrar en Maracanã con este 10% de capacidad”.
No todos los presentes apoyarían a Brasil. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) anunció que 2.100 entradas que le corresponden serán entregadas de forma gratuita a residentes argentinos en Brasil, incluidos futbolistas, entrenadores e integrantes de cuerpos técnicos que se desempeñan en el país vecino.
La única condición para recibir el boleto sería presentar una prueba negativa de COVID-19.
El presidente brasileño Jair Bolsonaro ha criticado las políticas de distanciamiento social y argumenta que el impacto económico de la suspensión de actividades productivas es más mortífero que el propio coronavirus. Desde antes del certamen había mostrado su preferencia por admitir público en los estadios, algo que no había ocurrido hasta ahora.
No se espera que Bolsonaro asista a la final del sábado.
Brasil ha confirmado más de 530.000 decesos por COVID-19, el segundo mayor número en el mundo.