Todos nos deshacemos rápidamente de ellos. Solo molestan. Están entre el producto deseado y el consumidor. Y a veces incluso generan cargo de conciencia, por ser basura plástica y demás. "El envase siempre es eso que la gente no quiere", dice el experto Sebastian Klaus, profesor de técnica del envasado en la Escuela Superior de Técnica Beuth en Berlín. Pero Klaus destaca su importancia: el envase sirve para que el producto pueda ser bien almacenado y transportado sin sufrir daños y llegar así finalmente en estado óptimo al consumidor. En el caso de las bebidas, el cartón con capas de polietileno sigue siendo el más usado. Presentado hace 70 años, este tipo de envases en la actualidad se iguala generalmente con el nombre de su marca: Tetra Pak. Ese nombre se le dio porque en su forma original era un tetraedro. ¿Pero qué era lo especial en él? Un material de envasado que venía en rollo y que en la máquina se convertía en bolsa. Fue simplemente una buena idea, dice Klaus. "Fue un cambio de las pesadas botellas de vidrio a un producto completamente nuevo". Reflexionar sobre cómo hacer para tener un envase apropiado para alimentos no era algo nuevo. Las personas fabricaban envases para proteger sus alimentos ya hace miles de años. Nuestros ancestros cavaban pozos en la tierra y los cubrían con piedras o ramas. Más adelante, utilizaron diferentes materiales de la naturaleza para envasar cosas: pieles de animales, hojas, partes flexibles de plantas y barro o arcilla para fabricar vasijas con ellos. Con el comercio, aparecieron nuevos desafíos. Hasta entonces, solo se trataba de cubrir la demanda propia de alimentación y los envases servían a este fin. Para poder comerciar con las mercaderías, sin embargo, estas debían poder ser transportadas, en parte en trayectos largos, de manera que los contenedores debían poder soportar las cargas y dificultades del camino. Para ello se utilizaban, por un lado, canastos, que se tejieron por primera vez hace unos 6.000 años. De los romanos proviene el antecesor de un envase utilizado hasta hoy: la caja. La "cista" tenía una base de madera y el resto consistía en general en labor de mimbre. En cambio eran totalmente de madera los barriles para trasladar líquidos. Por lo demás, bajo la influencia romana, los sacos encontraron su camino al centro de Europa. En ellos se llevaban sobre todo especias y productos exóticos. Con la industrialización, se desarrollaron en Europa también las posibilidades de fabricación de envases: a partir de fines del siglo XIX se comenzaron a producir con máquinas envases de vidrio y de cartón. Pero aún se estaba lejos de la variante con capas plásticas para bebidas. También de los diferentes tipos de embalajes plásticos utilizados en la actualidad. De esta manera, llegamos al tema candente de los residuos plásticos. El experto en envases Klaus considera que es necesario hacer un análisis diferenciado. "Muchas veces se mezclan los criterios", opina, y toma como ejemplo una bolsa de fideos. "Tiene una huella de carbono (CO2) reducida, porque se necesita poco material y es liviana. Pero el material no es renovable ni degradable", explica. Un frasco de vidrio para pepinos en conserva, en cambio, requiere más emisiones de CO2 para su producción. Pero se puede volver a utilizar: "se funde y se fabrica uno nuevo, una y otra vez, por toda la eternidad". Klaus está convencido de que, a largo plazo, todos los tipos de envases avanzarán hacia un ciclo cerrado. "Entonces el consumidor ya no deberá tener cargo de conciencia por los envases". dpa