Las transgénero en Bangladesh, un futuro laboral más allá de la prostitución

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La transgénero Aanya Banik regenta un salón de belleza en Bangladesh, un logro en un país donde la mayoría de los miembros de esta comunidad mendigan o se prostituyen. EFE/EPA/MONIRUL ALAM
La transgénero Aanya Banik regenta un salón de belleza en Bangladesh, un logro en un país donde la mayoría de los miembros de esta comunidad mendigan o se prostituyen. EFE/EPA/MONIRUL ALAM

Dacca, 11 jun (EFE).- La transgénero Aanya Banik regenta un salón de belleza en Bangladesh, un logro en un país donde la mayoría de los miembros de esta comunidad mendigan o se prostituyen, por lo que el anuncio del Gobierno de incentivar a las empresas que las contraten ha generado esperanza, aunque también muchas dudas.
Banik, de 42 años de edad, decidió hace más de dos décadas en Dacca vivir abiertamente como una mujer, a pesar del rechazo de su familia y del estigma social contra la comunidad transgénero.
"Mi familia siempre se había interrogado sobre mi género, pero yo poco podía hacer porque me sentía más como una mujer que como un hombre", explica a Efe Banik, por lo que decidió abandonar su hogar.
La decisión fue dura y su familia nunca la aceptó de nuevo, pero Banik tenía la esperanza de conseguir un empleo al tener estudios de secundaria, y en un primer momento logró trabajar en una ONG dedicada a ayudar a esta comunidad.
Luego, en 2017, Banik lanzó su propio salón de belleza al norte de Dacca con ayuda de un oficial de Policía, donde emplea a otras cuatro mujeres trans o hijra, como se les conoce popularmente.
"Abrir el salón no fue fácil, siempre vivo con miedo", explica, y recuerda que era amiga de dos activistas de la comunidad de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (LGTB) de Bangladesh asesinados por islamistas en 2016, y siente "una amenaza similar".
Banik también se ha encontrado con la oposición de algunas líderes de la comunidad hijra, para las que la prostitución y la mendicidad forman parte de su ocupación tradicional.
Tanisha Roy es una de las trans empleadas en el salón de belleza de Banik, aunque anteriormente se prostituyó para ganarse la vida desde que fue expulsada de su hogar cuando tenía doce años.
"Cuando conocí a Aanya, mi vida cambió por completo, la gente nos respeta. Así que abandoné mi profesión de trabajadora del sexo", afirma a Efe.
Antes ganaba unos 1.500 takas (cerca de 15 dólares) al día. "Ahora gano la mitad, pero estoy contenta porque puedo vivir con dignidad", explica.
INCENTIVAR EL EMPLEO
El ministro de Finanzas de Bangladesh, Abu Hena Mohammad Mustafa Kamal, propuso el pasado 3 de junio un programa de incentivos fiscales para los negocios que cuenten con un 10 % de transgéneros en su plantilla, o más de 100 trabajadores.
La iniciativa entrará en vigor a finales de junio, cuando sean aprobados los presupuestos generales.
Activistas de la comunidad han señalado que la medida es encomiable, aunque temen que esté abocada al fracaso al igual que otros intentos similares en el pasado de integrar a las trans.
"Creará una imagen positiva para nuestro país, pero como activistas, queremos acabar con la transfobia antes. Si esta fobia no se elimina, este programa aportará bien poco", explica a Efe Tashnuva Anan, que el pasado marzo se convirtió en la primera presentadora de televisión trans en la historia del país asiático.
Para Anan, el Gobierno debería comenzar por dar ejemplo y emplear a miembros de esta comunidad en puestos que no requieren de estudios superiores, como guardas de seguridad o secretarias.
Bangladesh reconoció oficialmente a los transgénero como un tercer sexo en 2014, y el año pasado les permitió votar en las elecciones bajo esta categoría.
Khalid Saifullah, director adjunto del Departamento de Asuntos Sociales, afirma que oficialmente viven en el país unas 10.300 personas trans, aunque la comunidad siempre ha rechazado esta cifra y calculan que en realidad asciende hasta los 1,5 millones.
FRACASOS DEL PASADO
Con la misma intención de acabar con la discriminación, el Gobierno invitó a las hijras a postularse a puestos de la Administración en diciembre de 2014.
Banik fue una de las transgénero que trataron de beneficiarse de esta oportunidad, aunque el proceso se transformó rápidamente en una humillación más.
"Nos realizaron un test de género delante de mucha gente, pero luego nos rechazaron a todas diciendo que no hay pruebas de que seamos hijras. Nadie consiguió un trabajo y nos sentimos humilladas, tanto que algunas incluso consideramos el suicidio", señala.
Banik ha ayudado recientemente a 32 transgéneros a obtener un trabajo, cinco de ellas en la oficina de Dacca del gigante sueco textil H&M.
"Para reforzar la integración y la diversidad en el equipo local de Bangladesh, el grupo H&M ha empleado recientemente a cinco transgénero a través de nuestro proveedor externo de seguridad", explicó a Efe una portavoz de la compañía.
La presidenta del grupo de derechos de los transgénero Somporker Noya Setu, Joya Shikder, cree que el Gobierno debería controlar las contrataciones para evitar falsificaciones.
"Algunos empresarios sin escrúpulos pueden aprovechar la legislación sin contratar a ningún transgénero", advierte Shikder.
Azad Majumder

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